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Goytisolo reproduce Marraquech en Madrid

El novelista leyó fragmentos de "Paisaje después de la batalla"

El novelista Juan Goytisolo reprodujo anoche la plaza Djema el Fna de Marraquech en un salón de actos de Madrid. El aforo para asistir a una de las veladas literarias del Círculo de Lectores estaba más que completo. La idea de escuchar leer a un autor que siempre se consideró un marginado en España había convocado a cuatro hileras de periodistas, un público más joven que el habitual de un club de lectores y en primera fila, el escritor mexicano Carlos Fuentes.

Juan Goytisolo, que siempre ha hecho gala de no participar en los salones literarios españoles, considera que leer sus obras es más interesante que firmar ejemplares en unos grandes almacenes. Y no sólo por razones de estética, sino por lo que le ocurrió a su colega Juan Marsé: firmaba éste ejemplares en un gran comercio cuando se acercó una señora y le preguntó: .¿Cuánto cuesta?". Sorprendido, Marsé buscó el precio y se lo dijo a la señora. "No, quiero decir la mesa...".Autor de una obra prolija y experimental a lo largo de ya hace más de 30 años, Goytisolo comentó antes de la lectura que ya no lee, sino que relee. Y en cualquier caso, si atiende a alguien fiable y lee, lo hace sólo con obras que sabe habrá de releer, como las suyas, según recordó antes de la lectura Hans Meinqe, director del Círculo de Lectores. Goytisolo considera que su trabajo de escritor consiste en devolverle a la comunidad lingüística, cambiado con nuevas aportaciones, el lenguaje que ha recibido.

Juan Goytisolo es menudo, enjuto, de hablar más bien lento, y de memoria larga, según demuestra en sus escritos y en su conversación. Sus ojos claros miran fijo y apenas saben disimular la severidad y la ironía. Es tímido.

Las dos obras de las que leyó ayer fragmentos se prestan a la lectura por la abundancia, en ambas, de voces distintas. Sin embargo, el Goytisolo lector de su propia obra no es muy distinto del Goytisolo conversador, por la sencil.la razón de que Goyúsolo habla como escribe y lee como habla: lenta y nítidamente, pronunciando muc.ho, con el ruido de fondo de una lejana cólera, que se diría es la que le hace escribir, y, en su defecto, una muy suave ironía que sus víctimas a veces ni perciben.

Acercamiento

En la lectura de su obra, Goytisolo intentó repetir la experienc ¡a de acercar un texto al lector, como ya hizo en su día con la Celestina, que enseñó a un grupo de desesperanzados puertorriqueños en Nueva York. Simplemente les dijo que la Celestina había sido escrita en un país que entonces era la primera potencia mundial, que fue una obra subversiva contra el orden vigente, por alguien perteneciente a una comunidad marginal, un judío cuyo padre había sido asesinado por el poder, la Inquisición. Consiguió interesarles.En Makbara, una de las dos novelas de las que se leyeron ayer fragmentos, confluyen las voces de dos personajes que cuentan sus experiencias de amor en diversos escenarios. Paisajes después de la batalla, la otra, narra el asombro de los parisienses cuando al levantarse una mañana descubren que en su territorio se ha iniciado una invasión de inmigrantes -turcos, árabes, españoles...- y que se inicia una batalla cultural de antemano perdida por ellos.

El pintor Eduardo Arroyo no pudo asistir a la lectura de anoche en Madrid, que siguió a otra que tuvo lugar el martes en Barcelona. Novelista y pintor guardan similitudes en su vida, según comentó el primero antes de la lectura, al haber coincidido en un mutuo interés por Blanco White, el barrio turco de Berlín, o el Sentier, el barrio turco en el que Goytisolo vive en París.

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