Peligro de nuevos temblores en la República Soviética de Tayikistán

El mayor peligro que vivía ayer la República Soviética de Tayikistán, un día después del fuerte terremoto que se cobró un millar de muertos -el portavoz gubernamental dijo anoche que el número de víctimas parecía inferior- es el de que se registren en las próximas horas movimientos telúricos de asentamiento. El lunes, dos horas después de que ocurriera el terremoto, se produjeron otros 15 temblores de tierra y un pueblo pequeño, Karapuchak, sufrió daños bastante serios.

De la inmensa masa de barro han sido ya sacadas con vida ocho personas y más de 100 cadáveres. Diversos jefes de Estado y de Gobierno, incluído el rey Juan Carlos de España, enviaron mensajes de condolencia líder soviético, Mijail Gorbachov. Por su parte, Caritas Española anunció un primer envío de 50.000 dólares (5,6 millones de pesetas) a Tayikistán para socorrer a las víctimas del terremoto.

El órgano del partido comunista, Pravda, atribuyó el elevado número de víctimas a la mala construcción de las casas; la falta de un programa de prevención sísmica y la "negligencia" de los responsables de la construcción en regiones donde la actividad telúrica es muy grande. Además, se ha descubierto que un canal próximo a los pueblos que han sido sepultados en el fango no estaba reforzado con arcilla, lo que provocó, con la potencia del terremoto, un río de lodo.

Eficacia

Los equipos de socorro parece, sin embargo, que han actuado con gran eficiencia desde el primer momento. Ayer comenzaron a llegar por vía férrea casas de madera prefabricadas y tiendas de campaña, para dar cobijo a las personas que perdieron su hogar. El jefe de las operaciones de rescate manifestó que uno de los problemas más graves es la falta de agua potable, ya que los acueductos y los arroyos fueron destruidos o sepultados.Mientras, en el otro extremo del país, la tierra continúa temblando. El lunes se registró un temblor de fuerza media en Armenia sin producirse daños. La sacudida había sido ya prevista gracias al empleo de sofisticados aparatos y a la cooperación de un grupo de sismólogos norteamericanos, que trabajan en la zona desde diciembre pasado, cuando un seismo causó 25.000 muertos.