Los objetos dalinianos, un negocio mundial
La explotación comercial de que ha sido objeto la obra de Salvador Dalí desde hace años -relativamente irrelevante por lo que se refiere a sus cuadros originales- alcanza proporciones gigantescas en el apartado de obra gráfica y se vuelve insondable en el capítulo de objetos dalinianos, desde ceniceros, relojes, platos y joyas hasta pañuelos estampados, calendarios y cajas para cigarrillos.En Figueres y Barcelona existen sendos comercios que venden este tipo de objetos, muchos de ellos fabricados bajo alguna de las múltiples licencias y cesiones de derechos que otorgó en vida Dalí. Un hecho menos conocido es que hay comercios muy semejantes en varias ciudades de Europa, América del Norte, del Sur, y Japón, además de otros en centros turísticos como Bali y las islas Hawai.
Aunque resulta muy difícil rastrear su propiedad real, estos comercios se establecieron durante la época en que los asuntos dalinianos eran gestionados por su ex secretario, Enric Sabater, quien ha reconocido en distintas ocasiones que es concesionario de los derechos de reproducción de una cantidad indeterminada de diseños dalinianos. Otros galeristas y comerciantes en arte, especialmente norteamericanos y japoneses han entrado también en la comercialización de este tipo de objetos.
En los últimos tiempos, el último secretario y representante de Dalí, Robert Descharnes, fundador de la sociedad Demart Pro Arte, concesionaria de los derechos de reproducción dalinianos hasta el año 2004, ha entrado también en el ámbito de la comercialización de obra gráfica, esculturas y objetos dalinianos. El pasado mes de diciembre, por ejemplo, sendas muestras abiertas en el Hotel Baglio de Milán (Via Manzoni, nº 43) y en Bolonia, exhibían y vendían pañuelos, objetos y litografías dalinianos, distribuidos por una empresa llamada Master Fine Art y marcados con un rótulo en el que podía leerse Demart-Dali-I-LA.
Los pañuelos de seda estampados, con una curiosa firma de Dalí, se vendían por unas 45.000 pesetas y las litografías oscilaban entre las 90.000 y las 160.000 pesetas.
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