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Crítica:MÚSICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El nítido Mozart y el transparente Sibelius

Una orquesta como la Royal Philharmonic de Londres y un pianista / director de tan depurado concepto como Vladimir Ashkenazy, lograron el lunes, en el ciclo de Ibermúsica, un concierto de primerísima categoría. Comenzó con el Concierto número 27, en si bemol, de Mozart. Ashkenazy, en la doble función de solista y conductor (juego tan practicado hace mucho tiempo por Iturbe), nos dio la obra en toda su intimidad y mesura, en la pura belleza de las ideas y líneas, en la palpitación de una continuidad que parece caminar sola.Bellísimo fue el sonido fabricado y mantenido por Ashkenazy, ruso de nacimiento (Gorki, 1937) y naturalizado islandés en 1972. Dedicado desde hace unos años y de modo muy intenso a la dirección, sin abandonar por ello el piano, Ashkenazy fue nombrado hace poco más de un año titular de la Sinfónica de la Radio de Berlín y principal invitado de la de Cleveland, lo que da una idea del prestigio logrado en breve espacio de tiempo. Lojustificó con holgura en una preciosa versión de la Quinta sinfonía de Sibelius, ese romanticismo rezagado venido del Norte tan bello de ideas como excelente de factura orquestal.

Royal Philarmonic Orchestra de Londres

Ciclo Orquestas del Mundo. Director y pianista: Vladimir Ashkenazy. Obras de Mozart y Sibelius.Auditorio Nacional, 16 de enero.

Transparencia

Ashkenazy penetró hasta las últimas razones de ser en una preciosa versión de la Quinta sinfonía de Sibelius, evitó cualquier posible exceso retórico y explicó los pentagramas con una transparencía y una lógica que convenció y entusiasmó a todos.Estuvo soberanamente seguido por la admirable profesionafidad de los músicos británicos, ejemplares en todas las secciones del conjunto.

Aparecía en el programa inicial, antes del concierto mozartiano, la Sinfonía número 9 de Shostakovich, cosa posible en cuanto a minutación de las obras y el conjunto de ellas, pero poco lógica desde el punto de vista de la densidad musical. Ashkenazy la anuló y abandonó el podio. Después de dos minutos fuera del escenario regresó a la sala. [Un portavoz de Ibermúsica manifestó a EFE que el director se había negado a interpretar la sinfonía de Shostakovitch porque el concierto empezó muy tarde -a las 22.30 horas- y de haber respetado todo lo anunciado en programa hubiera acabado de madrugada y ayer tenía otro concierto en Granada]. Sin embargo, tenían razón quienes protestaron ante una supresión tan importante sin que mediara explicación alguna. La advertencia se impone: atención a los cambios de programa. Para que se produzcan deben existir razones muy sólidas y debe colocarse el pertinente anuncio para que aquel que no esté de acuerdo con la sustitución reciba, si es su deseo, la devolución del importe de su localidad.

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