_
_
_
_
_
UNAS RELACIONES DIFÍCILES

El autismo ibérico

El intercambio cultural entre España y Portugal sigue bajo mínimos, pese a las declaraciones oficiales

Manuel Rivas

En Portugal, el tener prisa era hasta hace poco un preocupante signo de perturbación mental. Con el cavaquismo, o con lo que quiera que esté pasando, la gente acelera el paso y pone cara de traerse algún negocio entre manos. Todavía los banqueros no han desplazado de las primeras páginas a los políticos y a los futbolistas, pero todo se andará. "Cuestión de meses", dice un colega. Los jóvenes cachorros, como Fernando Nogueira, Durán Barroso y Coto dos Santos, ministros treintañeros, parecen llevar la voz cantante en un Gobierno liberal con sigla socialdemócrata en el que el primer ministro, Aníbal Cavaco, es el más a la izquierda. Hay 181 casos hospitalarios de síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA) en Portugal y una exposición preventiva comparte escaparate con fotografías nostálgicas del Chiado, el popular barrio comercial asolado por las llamas. Por todas partes Europa. "Vamos a vencer el desafilo", proclaman con ánimo las vallas oficiales. En este Portugal que tanto, tanto se asemeja sociológicamente a España, ¿qué hay culturalmente con España?

Más información
La mosca hispánica

Un día sin memoria

El pasado primero de diciembre, por ejemplo, era un buen día para hacerse ésa y otras preguntas. Era jornada festiva en el país vecino. ¿Qué celebraban los portugueses? Simplemente, que hacía 348 años que se desembarazaron de nosotros. En esa mañana soleada, con la ciudadanía librando gallardamente la batalla del ocio, las aves urbanas lisboetas sólo sufrían sobresaltos en ese Chiado donde diligentes brigadas operarias apuntalaban los restos del incendio. Las palomas también tenían motivo para inquietarse en la plaza de los Restauradores, donde el general Thamudo Barata le daba con brío unos cuantos rapapolvos a la historia. Nunca como entonces, decía el presidente de la Sociedad Histórica de la Independencia, refiriéndose al dominio felipino, se estuvo tan cerca de perder la vida y la libertad de Portugal, y como siempre, "la cohesión y la fuerza de unidad de un pueblo vencieron los cabos de las tormentas".

Por lo demás, nadie parecía muy interesado en zambullirse con este festivo en el pasado. Aníbal Cavaco, de viaje; Mario Soares, en el limbo, como un cardenal; los comunistas anunciaban su congreso con las arboledas llenas de pancartas "Por una democracia avanzada en el umbral del siglo XXI". Los editoriales de los diarios hablan de Hungría, de Juan Pablo II y los mauberes (indígenas del Timor este, antigua colonia portuguesa, sometidos por los indonesios a un genocidio que está pasando desapercibido para nuestro mundo), la revoluçao (psiquiátrica), el SIDA o el corazón dividido del socialismo portugués. Pero había una excepción. Una llamativa excepción. El semanario O Independente, segundo en difusión en Lisboa y tercero en todo el país, y desde luego el más influyente en la modernidad portuguesa, tocaba de nuevo a rebato: "Nuestro festivo más feliz es el menos celebrado".

Según los ideólogos de O Independente, las autoridades portuguesas tratan de descafeinar el significado del Día da Restauraçao por un duplo miedo. El miedo a ofender a España y el miedo a elogiar la monarquía. Con explícito recelo por el fenómeno, la publicación más emblemática de las nuevas elites se lamenta de la falta de una "resistencia digna" ante lo que considera "una poderosa ofensiva política, cultural y comercial por parte de España" y se pone en guardia frente al "resurgimiento iberista en marcha". "La verdad es que cada día que pasa somos menos independientes de España que el día anterior".

Almodóvar, el único

Aparentemente, si por signos culturales fuese, sólo Almodóvar podría justificar semejante zafarrancho. El mismo día que España recibía chaparretas por su afán asimilacionista se estrenaba La ley del deseo con lleno en el cine lisboeta Quarteto. Ciertamente, la sala no era muy grande, y el público, mayoritariamente joven, enterado. O Expresso, el semanario de más tirada y tono más iberista, dedicó al acontecimiento la portada de su 'Cartaz', suplemento de espectáculos, y otros medios recomendaban esta obra de la pasión según Almodóvar en su agenda. Pero La ley del deseo era la excepción española durante bastante tiempo en la cartelera portuguesa.

La presunta marea iberista desde luego tampoco tiene entrada por el oído. En las tiendas de discos, la música que se hace en España sencillamente no existe. En una de las tiendas mejor surtidas de Lisboa el apartado de música española consiste en cinco álbumes, tres de Julio Iglesias, uno de Pi de la Serra y un extrafío ovni musical titulado Adiós, muchachos, de Malando and His Orchestra, con piezas de calibre incontrolado como La cumparsita o Mamá, yo quiero un novio. La oferta comercial, dominada por los productos anglosajones, es sólo un reflejo de lo que sucede en los demás ámbitos y en coherente correspondencia con el autismo español hacia la música portuguesa, donde, junto a un renovado cultivo de la música popular y un creciente apetito por la clásica, hay una expresión joven de alto calibre representada por grupos como Xutos e Pontapés (xutos juega con el doble significado de chutarse y darle al balón), Radio Macao o GNR (iniciales de la Guardia Nacional Republicana). Aunque ya es muy frecuente acudir a los patrocinios privados o a fórmulas de producción autónomas, la creatividad en todos estos ámbitos suele tropezar con problemas estructurales no muy diferentes a los que se sufren en España. En el caso de la música sinfónica, el apoyo que se recibe en Lisboa contrasta con el abandono del Norte, donde la Orquesta de Oporto está prácticamente desahuciada: de los 28 violines necesarios, sólo cuenta con 12...

El mundo del teatro

Donde la desnutrición oficial se hace sentir especialmente es en el mundo del teatro y las gentes de este arte andan en pugna con la Secretaría de Estado de la Cultura -máximo organismo, ya que no existe ministerio-, de la que es titular Teresa Patricio Goubeia. Es quizá en este campo donde el intercambio es más fluido, debido a la perseverancia de los profesionales y a la culta fidelidad del público teatral de ambos países. Compañías como Comuna y Os Comediantes gozan de prestigio en España. Y hemos de tomar como buen síntoma que en el último Festival de Otoño de Lisboa cuatro Je los 13 grupos participantes fueran españoles: Teatro Clásico Español, La Cuadra, Centro Dramático de la Generalitat de Valencia y La Fura dels Baus. Y algo parecido sucede en las artes plásticas, con una callada valoración mutua, fruto más de las pesquisas individuales que de los estridentes descubrimientos programados desde las alturas. La joven plástica portuguesa, al igual que sucede en España, vive un espléndido momento creativo, con nombres propios que empiezan a dejar huella, como Ana Merchend, Pedro Portugal, José Pedro Croft o Pedro Proençe. Aun así, y para algo debe servir la estadística, resulta más bien dificil encontrar firmas españolas en la nutrida ruta de exposiciones en galerías, salas y centros de Portugal.

Si hemos venido en cierto modo a echar cuentas, los números se hacen trizas en los escaparates y estantes de las librerías. En las novedades de las secciones de internacional, apenas un título, O inverno em Lisboa, de Antonio Muñoz Molina. "No crea", dice el encargado de la Sa da Costa, en la Rúa Garrett, "a pesar del título no se vende de

Pasa a la página siguiente

Viene de la página anterior

masiado". En la muy comercial del centro Albalade, la presuntainente belirosa infantería cultural española no se ¡deja ver ni siquiera en los anaqueles de retaguardia. "O Unamuno e o Ortega", dice un dependiente de otra librería de tipo medio cuando le pregunto si los clientes se interesan por v Igún autor español. También tivo éxito de acogida la versión portuguesa de A Regenta. Dentro de la narrativa contemporánea, unicamente A cidade dos prodigios, de Eduardo Mendoza, ha causado un cierto impacto.

Esta pesimista impresión la confirma el director del Jornal de Letras, Luis Almeida, de 39 años. El Jornal es una publicación seinanal probablemerite excepcional en Europa. Dedicada a informar básicamente de las novedades literarias, tiene una tirada de 20.000 ejemplares Y, además de competir en el cordel de los quioscos, Ilega a las universidades de medio mundio. "Realmenle, no existe un interés especial por la literatura ni por la cultura española en general", dice Luis Almeida. "Hay individualidades, como José Saramago, que están muy interesadas en esa cuestión, pero prácticamente es el único; aquí siempre existió un tradicional interés por la literatura franeesa, pero también ahora está fraca, y, por otra parte, la influencia anglosajona es grande en la música y en el cine, pero muy limitada en el campo literario. Aquí no hubo ese boom del dirty realism".

Ciertamente, la literatura portuguesa no sólo vive uno de los mejores mementos de su historia, sino que probablemente exporta más influencias de las que importa. Si hay un ámbito en el que la Cultura portuguesa contemporánea se puede sentir razonablemente desacomplejada, es en la producción narrativa y poética. Y río sólo por Saramago o Cardoso Pires, que baten récords de ventas, sino por docenas de autores que brillan con luz propia. En otras palabras, hay quizá más inotivo para que en España aurnente el interés por las letras portuguesas que para lo contrario.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_