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Juan Pedro Aparicio: "Las malas compañías me llevaron a la literatura"

El ganador del Nadal piensa seguir la línea abierta con 'Retratos de ambigú

Juan Pedro Aparicio nació en León en1947. Estudió en esta ciudad en sus años adolescentes. Una cierta timidez ante un gran amor" de juventud le impulsó a escribir en un diario personal, para sí mismo, aquello que no se atrevía a expresar con la palabra dicha a otros. Fue luego, durante su, etapa universitaria, en Madrid, cuando descubrió la literatura: "Las malas compañías me llevaron a ella", -afirma como un poeta. La recompensa que le supone haber ganado el Premio Nadal le anima a seguir investigando en la Iinea narrativa abierta con Retratos de ambigú, obra en 12 capítulos que se propone ir "un tanto más allá de lo que puede parecer una simple contraposición de diversos puntos de vista".

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Retrato de familia

De León, su ciudad natal, protagonista de cierta relevancia en toda su producción li teraria conocida hasta el momento, prefiere no decir gran cosa: "Como sucede con todas las ciudades pequeñas, también en León se tiende a malinterpretar las declaraciones de quienes han salido de sus cuatro paredes. Desde los años sesenta que a León no le van muy bien las cosas. Sigue siendo una ciudad geográficamente muy abierta, rodeada de montañas. La capital del frío, en la que Quevedo se lo pasó tan y tan mal. A mí, sin embargo, me encanta esta ciudad entre dos ríos que ha visto cómo su floreciente pasado de capital de reino se desvanecía por completo".Con José María Merino, una de esas "malas compañías" con las que debutó en la vida literaria, escribió un libro, Los caminos del Esla, que es una crónica de viaje -de siete días de duración- elaborada. en homenaje al padre de los ríos leoneses".

Fue también su primera experiencia en un campo en el que, más tarde, lograría destacar de un modo muy personal y un tanto peculiar: "Casi nadie conoce hoy mi libro El transcantábrico y, en cambio, mucha gente conoce el pequeño tren turístico que se ha rehabilitado en la línea León-Bilbao", reconoce Aparicio.

Espuma

El Transcantábrico era, según el recuerdo del escritor y según la realidad, "un tren muy frágil, de madera, ruidoso". Es casi impensable hoy que lograra cubrir los 488 kilómetros que separan ambas ciudades: "Era más fácil imaginarlo camino del naufragio. La línea pasaba justo ante mi escuela y fue en aquellos años cuando me prometí escribir sobre él". La publicación de su libro animó a los responsables de la promoción del turismo norteño a restaurar y rehabilitar el viejo tren que hoy camina con lujo, pero con el mismo nombre

Madrid y la universidad (en la que estudió Derecho durante los años sesenta) supuso su encuentro, primero, con la actividad política ("éramos antifranquistas", recuerda) y después, casi como consecuencia, con la literatura: "Nos reuníamos en pequeños grupos y leíamos, leíamos sin interrupción". Autores americanos, italianos, ingleses... pasaron por sus manos y por sus mentes con diversa intensidad. Hoy, confía, no puede hablar de la influencia en él "de un autor determinado, ni de una preferencia por la globalidad de una obra, excepción hecha, quizá, de Joyce. Prefiero considerar una novela en concreto o, incluso, un personaje o una familia de la ficción".

Aparicio hace hincapié en su actividad política y recuerda que no deja de ser significativo el hecho de que publicara su primer libro en 1975, año en que murió el dictador. El título de aquel primer volumen de relatos: El origen del mono. "La escritura literaria es un poco -aunque pueda parecer frase pedante- la espuma del leer: se baten, como con un moulinex, las lecturas realizadas, las cosas vividas, y nos da un todo susceptible de ser escrito. El hecho de hacerlo después, en realidad, ya tiene una importancia secundaria".

Retratos de ambigú, es, en su opinión, "muchas novelas distintas". A lo largo de 12 capítulos, "que son y no son 12 retratos de personajes diversos", entra en el centro del relato que es el de una historia de amor. "Intento ir un tanto más allá de lo que puc de parecer una simple contraposición de diversos puntos de vista, intento un divertimento".

Aunque cronológicamente distinta a El año del Francés, Retratos de ambigú se sitúa en una misma ambientación territorial. A difercricia de su novela más conocida, Retratos de ambigú le ha costado mucho más de escribir pero, en recompensa, cree que gustará y será mejor comprendida por un público más amplio.

Agradece a su última ficción el que "me haya abierto unas vías de investigación narrativa. Intentaré seguir en ellas y, si no, volveré a los cuadernos de viaje, sin duda también otra obsesión mía".

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