Marilyn

Arthur Miller empieza hablando de su familia, de la depresión, y durante casi todo el tiempo pende como una amenaza sobre su cabeza el macartismo. El otro gran tema es, cómo no, Marilyn Monroe, su segunda esposa. Desde que salió su autobiografía, Miller se ha quejado con frecuencia de que todo el mundo le pregunta por Marilyn y no sobre él. Sin embargo, es la única persona sobre la que intenta explicar algo. No dice mucho sobre su primera y su tercera esposas. "No se puede explicar una persona. Pero, ya que se ha escrito mucho sobre Marilyn y sobre mí, me pareció que debía decir lo que para mí era la verdad. Fue lo que más tiempo me tomó escribir. Estábamos embarcados en un gran y complejo proyecto, The misfits (Vidas rebeldes), la película. Encontré interesante por sí mismo el desarrollo de ese proyecto, que ha sido una de las producciones más difíciles que se han emprendido en el cine".¿Trata a Marilyn también desde el punto de vista de su trabajo como creadora de personajes de ficción? ¿De ella misma como mito, como leyenda? "No entiendo cómo se ha convertido en un mito. Si entiendes un mito deja de serio, pero sigue siendo un misterio para mí. Es algo que sucede con ciertas personas, con actores y actrices, aunque muy pocos, sólo aquellos que tienen una cualidad difícil de describir".

En sus memorias trata a Marilyn con una delicadeza y una humanidad con las que pocas veces se la ha visto retratada. Hay quienes encuentran las descripciones demasiado duras, distanciadas, medidas. No hay grandes revelaciones. Hay escasas descripciones de sus momentos de vida en común. Fueron apenas cinco años, que concluyen en su libro sin reproches ni autocompasión. Todo está envuelto en silencios respetuosos que no pretenden dar grandes explicaciones.