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La 'irremersible' enfermedad del preso Benito Ojeda

En fase terminal del síndrome, ha denunciado a los funcionarios por malos tratos

El preso de la cárcel provincial de Carabanchel Benito Ojeda Sánchez, de 21 años, está dispuesto a llevar hasta el final su denuncia contra los funcionarlos que le infligieron malos tratos. Enfermo terminal de SIDA y con tuberculosis y diarrea crónica, Ojeda afirma que le han ofrecido la libertad a cambio de retirar la denuncia. "Pero yo soy un hombre, y cuando hago algo lo hago de verdad", asegura.

Ojeda cree que esta denuncia le puede costar cara: "Pero no tengo prisa por salir, ni nadie que me espere fuera. Lo único que tengo es una enfermedad irremersible". "Lo tengo apuntao, por si se me va la cabeza". Benito Ojeda saca un papelito de su cartera. Tiene garabateados nombres y cifras. "A las diez de la noche del día 7 noté que me iba pa llá. Le dije al funcionario que llamara al médico, que me quedaba allí mismo, y me dijo que el médico ya se había ido. Le dije que me quería ir al hospital y que de allí no me levantaba, que tengo el SIDA, que me han dicho los médicos que me muero. Chaparon a todos los demás y vinieron a por mí: dos funcionarios y un jefe de servicio. Me pegaron patadas y de to. Me rompieron este diente y me partieron el labio. Pensé que me daban la puntilla".El preso muestra el parte. "Mira, dicen que me negué a obedecer, y es verdad. Que empujé a un funcionario, y es verdad. Pero, venga, quiero ver al juez de vigilancia y contarle to. Yo he puesto una denuncia y estoy dispuesto a llegar hasta el final. A ver por qué me tienen a mí aquí". Ojeda fue trasladado el pasado mes de enero al hospital Gregorío Marañón desde la cárcel para jóvenes de Carabanchel. Allí confirmaron el diagnóstico del hospital penitenciario: SIDA en fase terminal, tuberculosis y diarrea crónica. Meses después, el juez de vigilancia le autorizó a trasladarse a su casa atendiendo a su estado irreversible.

Un atraco, creo

"En el mes de mayo me bajó otra causa del Supremo. No sé qué fue; un atraco, creo. Vinieron a por mí y no hubo forma de convencerles de que tenía una enfermedad i-rre-mer-si-ble". Ojeda saca otro papel de su cartera. Se coge la cabeza con las manos y se aprieta fuerte. Continúa: "Aquí está. He preguntao cuándo cumplo, mira. Condena, cinco años; extinción total, 16 del 9 del 90; con reducción de condena, 2 del 89. Esto quiere decir que salgo en febrero. Ahora tengo el parte, pero me da igual. Yo soy un hombre, y cuando hago algo, lo hago de verdad. Los funcionarios me tratan mal, por el SIDA; algunos presos ni me hablan, pero otros son legales y colegas"."Si no me me llevan al juez, me encapucho y secuestro a uno. ¡Que les tengo pillaos! No tengo nadie afuera que me espere. Me han ofrecido la libertad si retiro mi denuncia, pero Benito Ojeda no tiene prisa. Y cuando salga, voy a la arradio y lo largo to".

Benito Ojeda es pequeño, moreno, casi aceitunado; de ojos penetrantes y pelo lacio. Nació en una chabola del Pozo del Tío Raimundo hace 21 años. Entra y sale de reformatorios y cárceles desde los 15 años. "¿Tú has visto la película del Vaquilla?; así es mi vida".

Ojeda cree que el mal de todo está en la droga. "Yo era drogadicto, pero lo he dejado. Porque, mira, yo tengo el SIDA irremersible. Esto quiere decir que me voy a morir pronto. Pero porque me picaba mucho; como ahora no me pico, tengo menos SIDA y viviré más. El otro día me enteré de que mi hermana se estaba metiendo. La dije que como siguiera así, no viniera más a verme". Vuelve a sujetarse la cabeza. Se aprieta fuerte. "Es esta puta enfermedad, que me está matando". Una enfermedad tan irreversible como irremisible. (Irremisible, que no se puede remitir o perdonar).

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