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La convención contra el narcotráfico deja fuera la penalización del consumo

La polémica cuestión de la penalización del consumo parece haber quedado definitivamente fuera de la convención contra el tráfico ilícito de estupefacientes y sustancias psicotrópicas que, bajo los auspicios de las Naciones Unidas, se firmará mañana en Viena. El texto final del convenio será debatido hoy por el plenario de la conferencia que desde el pasado 20 de noviembre está reunida en la capital austriaca.

La inicial exigencia de los países productores de drogas, encabezados por México, de que los países consumidores admitieran parte de su culpa en el problema de la droga, parece haber sido sustituida por el mayor énfasis en las medidas preventivas a las que se comprometen los países firmantes. En un primer momento esa culpa se encaminaba hacia la fijación en el texto de una penalización más o menos explícita del consumo.El convenio ha optado por una descripción puntual de las conductas punibles en lugar de por una definición genérica de lo que es el tráfico de drogas. De esta manera se ha evitado penalizar explícitamente el consumo, ya que no aparece incluído en ninguna de las figuras tipificadas en el convenio.

Control de precursores

Entre los puntos más novedosos de la nueva convención contra el narcotráfico, destaca la inclusión del tema de los precursores, es decir, las sustancias químicas con las que se transforma el vegetal en la droga prohibida.Estos químicos, la mayoría de uso generalizado en la industria, como el éter o la acetona que sirven para la elaboración de la cocaína, son producidos normalmente por los países industriafizados. Su control, sin embargo, parece ya más problemático, especialmente en términos económicos.

Otro de los aspectos que, en principio, enfrentaban a productores y consumidores era el de los llamados cultivos tradicionales, concretamente la producción de las hojas de coca que los indígenas han utilizado desde tiempos inmemoriales en el altiplano andino, en Bolivia y Perú, y cuya erradicación estaba ya prevista en el primer convenio contra el tráfico de drogas de las Naciones Unidas de 1961 y que sin embargo nunca se llevó a cabo.

En esta ocasión se ha dado la razón a quienes defendían la existencia de estos cultivos, desligándolos de los que se utilizan para la fabricacion masiva de droga.

El texto definitivo se someterá hoy al plenario y mañana será, con toda seguridad, firmado por todos los países asistentes, ceremonia para la que han llegado a Viena el delegado del Gobierno español para el Plan Nacional contra la Droga, Miguel Solans, y el fiscal especial para la droga, José Aparicio.

De hecho, el pleno debía haber aprobado ayer el texto, pero una serie de cuestiones, en especial la que hacía referencia al financiamiento de la lucha contra la droga, provocó que el debate matutino se prolongara excesivamente sin llegar a ninguna solución.

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