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Compás de espera en la crisis militar argentina

Un compás de espera lleno de incertidumbres, dudas e informaciones contradictorias se ha abierto en Argentina sobre el desenlace de la crisis militar, dos semanas después del amotinamiento del coronel Mohamed Alí Seineldín. Los políticos del Gobierno radical y la oposición peronista continúan enzarzados en una polémica sobre si son galgos o podencos, si hubo o no un acuerdo, pacto o compromiso, para poner fin a la sublevación de los carapintadas.

Al Gobierno le interesa demostrar que se mantuvo firme ante la presión militar y que no se hicieron concesiones. La oposición trata de dejar en evidencia al Gobierno afirmando que transigió con los amotinados.Cuando falta medio año para las elecciones del 14 de mayo, las dos fuerzas políticas con posibilidades de lograr la presidencia, radicales y peronistas, intentan capitalizar la crisis para llevar agua a su molino electoral. Este trasfondo electoral impide una postura conjunta de las fuerzas políticas civiles para afrontar, incluso con medidas impopulares, las exigencias de lo que en Argentina los analistas sociales califican de partido militar, es decir, las Fuerzas Armadas convertidas en corporación, que plantea sus peticiones por la fuerza al poder civil y en muchas ocasiones lo suplanta.

Las declaraciones de algunos mandos militares han echado todavía más leña al fuego de la casi bizantina cuestión de si hubo o no acuerdo con los amotinados. Dos titulares del diario conservador La Nación de esta semana resultan reveladores de esta confusión. El martes tituló, en primera página y a cuatro columnas: "En la crisis hubo acuerdo entre Caridi, jefe de Estado Mayor del Ejército, y Seineldín". El subtítulo explicaba que "lo reveló el comandante del 5º Cuerpo, general Ferrucci; dijo que no se condiciona al Gobierno ni hay plazo para cumplir lo pactado; se busca el 'reconocimiento moral de la fuerza', el aumento presupuestario y el análisis 'serio y profundo' de los juicios". Al día siguiente, y con el mismo despliegue, en primera y a cuatro columnas, La Nación tituló: "Mabragaña: no se hicieron concesiones". El subtítulo añadía que "el jefe militar dijo que tampoco hubo imposiciones y que se trató de un diálogo entre Caridi y Seineldín; afirmó que sólo la unidad de la fuerza podrá alcanzar las aspiraciones comunes".

El general Juan Mabragaña, que mandó hasta hace tres días el 2º Cuerpo del Ejército, con sede en Rosario, fue el que en enero pasado mandó las tropas que sitiaron y rindieron al amotínado teniente coronel Aldo Rico en Monte Caseros. El general Humberto Ferrucci manda el 5º Cuerpo del Ejército, con sede en Bahía Blanca, que era el lugar escogido para que el Gobierno se estableciese ante una agudización de la crisis militar pasada que obligase a abandonar Buenos Aires.

Sueldo y censura en TV

Desde el cese del amotinamiento como hechos palpables, además de las declaraciones recogidas, hay que registrar la subida de sueldos a los militares y la prohíbición de emitir en los canales de televisión oficiales un ciclo de películas argentinas sobre los días de la reciente dictadura militar, que el público podía considerar como críticas con las Fuerzas Armadas. Los aumentos de sueldo acordados son de un 8% desde noviembre y un 12% más desde este mes.Los nuevos haberes militares dan una idea del deterioro económico que padecen hoy día los asalariados en Argentina. El sueldo más alto, de un teniente general, es de 21.371,46 australes (unas 158.000 pesetas). Un capitán percibirá desde ahora 7.759,02 australes (unas 57.400 pesetas), y un sargento, 4.063,14 australes (unas 30.000 pesetas). Al mismo tiempo que la situación de los asalariados se deteriora, la especulación financiera sigue desatada en Argentina. Las tasas de interés vigentes permiten conseguir alrededor de un 12% mensual con sólo dejar el dinero en plazos fijos. En Argentina es más rentable cortar cupón que trabajar, se paga más por ir al banco a especular que por ganar el pan con el sudor de la frente.

El Gobierno insiste en que las subidas de sueldos no son una consecuencia de la crisis militar y que "ya estaban previstas de antemano". La coincidencia es por lo menos sospechosa y tiene el tufo de intento de aplacar las reivindicaciones del sindicato armado en que ha quedado convertido el Ejército argentino. El personal civil de las Fuerzas Armadas no quiere quedarse fuera de juego y anunció que irá a la huelga si sus sueldos no suben en la misma medida que los de los militares.

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