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El Soviet Supremo aprueba la 'perestroika' política

Pilar Bonet

La reforma política de Mijail Gorbachov obtuvo ayer la luz verde de un Parlamento heredado del pasado que aceptó su propia sentencia de muerte y no cuestionó los amplios poderes personales concedidos al líder por la nueva Constitución soviética, cuyas enmiendas fueron aprobadas por 1.370 votos a favor, 5 en contra y 27 abstenciones. El conflicto por la redistribución de poder entre los órganos centrales y las repúblicas federadas protagonizó el último acto de la biografía del actual Soviet Supremo, que atendió con promesas de futuro y sin concesiones factuales los deseos de mayor autonomía de las repúblicas del Báltico.

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Una hora y 25 minutos duró la sesión de las dos cámaras parlamentarias, con un total de 1.500 diputados que aprobaron las enmiendas constitucionales (necesarias para iniciar la reestructuración institucional del Estado) y la nueva ley electoral (que permite pluralidad de candidatos). Para el 26 de marzo próximo están previstas las elecciones a diputados populares, que formarán el Congreso de 2.250 miembros.La ley electoral fue aprobada por unanimidad en las dos cámaras, en tanto que la votación a mano alzada de las enmiendas constitucionales arrojó un total de 657 votos a favor, 3 en contra y 26 abstenciones en el Soviet de las Nacionalidades y 687 votos a favor, 2 en contra y 1 abstención en el Soviet de la Unión.

Las 27 abstenciones finales y los 5 votos en contra parecían localizados, por lo que podía divisarse desde la tribuna de Prensa extranjera, en la zona de la sala donde se sentaban los diputados bálticos, especialmente Estonia y Letonia. El método de recuento empleado, criticado por obsoleto desde este mismo foro hace dos días, consistía en unos funcionarios provistos de bloc que corrían de un lado a otro del recinto tratando de contar manos.

El momento estelar de la sesión corrió a cargo de la diputada Gemma Skulme, presidenta de la Unión de Artistas de Letonia. Skulme realizó un último intento de proteger la soberanía republicana al proponer que las cuestiones importantes para las repúblicas sólo pudieran ser aprobadas por el Congreso de los diputados de la Unión Soviética tras votaciones coincidentes por grupos territoriales.

El texto constitucional aprobado prevé (artículo 108, punto 13) que el Congreso de los diputados apruebe leyes y disposiciones por mayoría de votos en el conjunto general de los diputados.

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Gemma Skulme, una mujer de cabello blanco vestida con un elegante traje fresa y negro, fue acogida con un murmullo cuando de hecho trató de hacer prosperar en el corazón del poder soviético el derecho de veto que había sido negado a los estonios en la periferia.

El presidente de la sesión, Yuri Jristoradnov, fue incapaz de abordar fríamente la propuesta de Skulme. Las cámaras de la televisión soviética, que retransmitían en directo el acto, recogieron un cruce de miradas electrizante. Anatoli Lukianov, vicepresidente del Presidium, dirigió sus ojos hacia Gorbachov. Este movió la cabeza en un gesto negativo y Yuri Jristoradriov, presidente del Soviet de la Unión y diputado por Gorki, sometió a votación "la propuesta de que esta propuesta no es adecuada", porque "dificulta seriamente la toma de decisiones y da derecho a las repúblicas a bloquear las propuestas".

Aprobaron la contrapropuesta, es decir, dejar las cosas como estaban, 1.353 diputados, mienti-as que otros 23, cuyas manos surgían del sector báltico de la sala e incluían a un militar, votaron en contra.

La tercera variante constitucional aprobada ayer contiene algunos cambios resumidos por Georgui Razumovski, presidente de la comisión legislativa del Soviet de la Unión. El procedimiento de referéndum, previsto para el ámbito estatal, se extiende al republicano. Las repúblicas reciben el derecho a quejarse ante el comité constitucional, que adquiere facultades legislativas. El estado de excepción es puesto en práctica conjuntamente con las autoridades de las repúblicas afectadas, y los candidatos a diputados no necesariamente deben vivir en el distrito por el que concurren.

Propuestas rechazadas

No prosperó la propuesta de Anatoli Gorbunov, presidente del Soviet Supremo de Letonia, para que las repúblicas puedan protestar las decisiones ministeriales, ni la propuesta de Arnold Ruutel, presidente del Soviet Supremo de Estonia, para que el Congreso de los diputados populares no se reprodujera a escala republicana.

Este nuevo Parlamento, con facultades legislativas y tres tercios representativos, elige el Soviet Supremo de la URSS y el presidente del Soviet Supremo. Al argumentar el rechazo a la propuesta de Ruutel, Razumovski manifestó que esta cuestión "no tiene carácter local" y es una garantía de la unidad de la URSS.

Gorbachov se despidió ayer del Parlamento elegido en 1984, que de cumplirse las previsiones no volverá a reunirse. Desde sus bancos, parecidos a pupitres escolares, los diputados no profesionales, que este año han sido convocados tres veces a Moscú, le miraban indolentes y somnolientos en su mayor parte. Numerosos representantes asiáticos iban tocados con gorros (los hombres) y pañuelos de vistosos colores (las mujeres). Sobre las mesas podían verse, desde la altura lejana de la tribuna de Prensa los diarios del día desplegado, en tanto Gorbachov exhortaba a superar las "sospechas mutuas", aseguraba que la "experiencia" puede introducir correctivos en el nuevo mecanismo electoral y afirmaba que lo impcrtante es "empezar". En la "casa común soviética", decía, hay que procurar que todos se sientan bien, pero nadie puede dejar de contar con la "voluntad colectiva".

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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