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Una Rumanía que se desvanece

El plan de 'sistematización' agrícola de Ceaucescu amenaza la herencia cultural europea

Este invierno será muy duro para todos los rumanos. Largas colas para comprar alimentos, hogares helados y un estricto racionamiento de electricidad están a la orden del día en este país de Europa oriental, donde la glasnost (transparencia) y la perestroika (reestructuración) son conceptos desconocidos. A pesar de la crisis económica y la profunda insatisfacción existente en el país, el dictador Nicolae Ceaucescu, de 71 años de edad, está reforzando lo que pronto será el punto culminante de su época dorada: la destrucción de 13.123 pueblos de Rumanía y una total transformación de su capital, Bucarest. Si su plan cuaja desaparecerá una parte importante de la herencia cultural de Europa.

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"La destrucción de los pueblos significará la desaparición de nuestra cultura y de nuestra lengua. Una terrible persecución acaba de empezar". La desesperación de Zoltan es tan evidente como su impotencia. Pertenece a la minoría húngara que vive en Transilvania. Este hombre, un académico de unos 30 años, me pide en Brasov que le acerque con el coche a cierto lugar. Al principio está muy callado, pero cuando se entera de que soy un periodista extranjero se vuelve más hablador. "Es muy peligroso criticar a Ceaucescu. Puedes perder tu empleo por ello o ir a prisión durante una temporada".Viajamos por una carretera polvorienta a través de una decena de pueblos húngaros, con sus casitas bien cuidadas, pintadas con colores brillantes, todas ellas muy juntas. Muchos de estos pueblos tienen cientos de años. "Dentro de unos años solamente quedarán dos o tres. Por supuesto, mis hijos no podrán ir a una escuela donde se hable el húngaro". No le basta saber que el mundo occidental es consciente de este problema. "Sí, pero ¿qué estáis haciendo al respecto?".

La decisión de sistematizar los pueblos rumanos se tomó durante el congreso del partido comunista de 1972. En aquella época se trataba de un proyecto pequeño que involucraba a 3.000 pueblos. Ceaucescu dejó claro en un discurso pronunciado el 29 de abril de este año que el proyecto de mayor escala, que implica 6.000 pueblos, se ha de llevar a cabo antes del año 2000. "Es necesario reducir el número de pueblos a casi la mitad y determinar aquellos que han de permanecer, así como también su tamaño".

De acuerdo con el proyecto de sistematización de Ceaucescu, las tierras de cultivo se podrán utilizar de forma más efectiva, y las diferencias de clase entre los campesinos y la gente de la ciudad serán menos notables. O, tal como declaró en un discurso en abril, "el programa creará las condiciones necesarias para conseguir una sociedad homogénea para aquellos trabajadores que compartan las mismas aspiraciones y que tengan el mismo interés en conseguir una vida libre".

No hay duda de que Ceaucescu espera que su plan neutralice las minorías de su país de una vez por todas, principalmente a los dos millones de húngaros y a los aproximadamente 200.000 alemanes. Les será muy difícil conservar su cultura una vez que hayan sido trasladados de sus hogares a los 600 centros agroindustriales, que consistirán en bloques de cemento recién construidos en ciudades ya existentes. Los centros serán todos parecidos: tendrán un hospital con capacidad para 100 pacientes, una guardería, una farmacia, un determinado número de tiendas y una escuela. Cada complejo tendrá un centro cultural que llevará el nombre de Himno a Rumania.

No es solamente la población la que está asolada por estos planes. El Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (Icomos), una organización internacional establecida en París cuya función consiste en asesorar a la Unesco, está profundamente interesada en el programa de sistematización de Ceaucescu y vigila de cerca su desarrollo. "Las casas en los pueblos rumanos representan una auténtica herencia arquitectónica vernácula. Es un tipo de arquitectura pintoresca e impresionante", explica un portavoz.

El gobierno de Nicolae Ceaucescu, durante 20 años, ha resultado ser una crisis económica permanente. Existe escasez de prácticamente todo. Principalmente por prestigio, Ceaucescu ha decidido devolver sin demora la enorme deuda exterior (5.309 millones de dólares en 1986). Se exporta toda la mercancía que se pueda vender con objeto de obtener divisas.

Como turista es fácil simpatizar con los ciudadanos, más aún cuando uno comprueba el calor con que los rumanos acogen a los visitantes extranjeros, a pesar de la conocida, aunque no publicada, Ley 408, que dice que cualquier contacto con extranjeros deberá ser comunicado a la policía en un plazo de 24 horas.

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