'Intifada', una revolución a fuego lento
La sublevación popular palestina continúa viva un año después de que los jóvenes tiraran la primera piedra
ENVIADA ESPECIAL De las protestas en la calle y las manifestaciones se pasó a la desobediencia civil y a la búsqueda de un proyecto político. Luego, cuando los más críticos empezaban a observar un cierto cansancio, la declaración de independencia proclamada en Argel ha reavivado la llama. Entre tanto, la intifada se ha convertido en un modo de vida. Un modo de vida distinto, revolucionario, que no sólo ha transformado las relaciones palestino-israelíes, sino también las de la propia sociedad palestina. El estado del campo frente a la ciudad, el de los hijos frente a los padres, el de la mujer frente al hombre, todo está en fase de cambio como fruto de la sublevación popular palestina frente al ocupante israelí.
"Antes no creíamos nadie en la posibilidad de un Estado palestino", confiesa un estudiante de la universidad de Bir Zeit. "Como mucho" añade, "pensábamos que sería algo que verían nuestros hijos". Y ahora, de repente ese deseo se ha convertido en algo próximo, casi tangible."Es un sueño. Un sueño por el que hemos pagado mucho en vidas, guerras y sufrimientos...". Radwan Abu Ayash, el presidente de la Asociación de Periodistas Árabes, habla con conocimiento de causa después de las veces que ha estado en prisión bajo arresto domiciliario o en situación de detención administrativa. No pierde tampoco el norte de la realidad: "El reto ahora es determinar quién va a gobernar este país". Y los palestinos no es tán dispuestos a que sigan ha ciéndolo los israelíes.
"La intilada ha sido una explosión social fruto de la tensión creciente", señala Sari Nuseiba, profesor de filosofía en la universidad de Bir Zeit. "Nos sentíamos abandonados por el mundo", precisa Abu Ayash. "Las cumbres árabes, los encuentros Reagan-Gorbachov, han considerado todos los problemas regionales menos el nuestro; la conferencia internacional de paz no era más que una sombra, y los 21 años de ocupación empezaban a pesar dernasiado". Surge entonces, de forma más o menos espontánea, la intifada. Los niños de las piedras sorprendieron a el mundo dentro y fuera de Israel, pero la intifada no fue quemar neumáticos y arrojar piedras. Al menos, no sólo eso.
Hacia el quinto mes de la sublevación, la protesta da un giro hacia la desobediencia civil. Los palestinos de los territorios ocupados, Gaza y Cisjordania, se niegan a pagar impuestos que consideran abusivos para lo poco que adquieren a cambio del Gobierno ocupante; dejan de renovar los permisos de circulación de sus vehículos, de pedir licencias de construcción o documentos de viaje (el sustituto del pasaporte para un pueblo sin nacionalidad reconocida). La fase de desobediencia civil alcanza su cima cuando 600 policías palestinos presentan de golpe su dimisión. Cuestionada en todos sus flancos la autoridad del ocupante, la situación es, a decir de los observadores, de franca rebeldía.
Las huelgas generales que se suceden, el boicoteo a los productos isiraelíes, los toques de queda, el cierre de las escuelas y universidades, propician un estado de anarquía en el que la cohesión social sólo se puede mantener con un esfuerzo de coordinación. Los comités populares rechazan poco a poco la presencia instituciorial del ocupante. Es ahí donde los dirigentes locales de la intifada han logrado sus mayores éxitos. Asistencia social, atención a los detenidos, clases para los más pequeños. La sociedad se organiza, y las mujeres y los jóvenes han tenido una participación especialmente destacada en todo ello.
Sin embargo, en un cierto momento se aprecia una desaceleración del proceso. "Se trata de seres humanos y se empieza a acusar cierto cansancio por el esfuerzo", justifica Ziad Abu Ziyad, director del semanario palestino en hebreo Gesher (Puente) "Las medidas israelíes son enormes y efectivas", concede Abu Ayash. "Los sentimientos no han cambiado. Llevan ahí 21 años, pero la gente empezaba a tener necesidad dealgo concreto", precisa Nuseiba.
Paralelamente, en Argel, el liderazgo exterior, la Organización para la Liberación de Palestina, proclama el Estado independiente y reconoce a Israel al aceptar la idea de la partición (resolución 181 de la ONU) y las resoluciones 242 y 338 como bases de negociación en una futura confe rencia de paz. La mano está tendida, dicen los palestinos, para salir de un enfrentamiento que ya se prolonga por demasiado tiempo. El rechazo oficial israelí a cualquier posibilidad de diálogo ha llevado la situación a un callejón sin salida.
¿Qué piensan hacer ahora los palestinos? Todos los consultados coinciden en señalar dos frentes de trabajo para romper el estancamiento. De un lado, en el ámbito diplomático, esperan alcanzar un nivel de reconocimiento que permita presionar a Israel hasta obligarle a sentarse a una mesa de negociaciones. En este campo consideran que la labor de la OLP está siendo excelente.
"Incluso si muchos países aún no han reconocido el Estado independiente, se ha producido una importante transformación en el plano internacional", explica el profesor Museiba. "Creo que el paso dado en Argel ha logrado transformar la imagen del palestino como terrorista escondido detrás de una kufia".
Democratización
El otro frente es el interior. Los entrevistados son también conscientes de que el siguiente paso tiene que ser la consolidación de las estructuras democráticas y de la organización institucional alternativa que ha ido surgiendo a lo largo de estos meses. Abu Ayash apunta un elemento de presión interna: el sector de la sociedad israelí que está comprometido con la paz.Las primeras reacciones no se han hecho esperar. Peace Now (Paz Ahora) publicaba anteayer un anuncio en varios periódicos israelíes bajo el lema: "Hay un interlocutor con el que discutir. Hablemos con la OLP". "Una gran parte de la sociedad israelí está por la paz", asegura Jeanet Aviad, tesorera de la organización pacifista. "Se han interpretado mal los resultados de las pasadas elecciones", continúa Aviad. "En realidad, los partidos radicales que están en contra de la solución de paz no han crecido. El incremento de los partidos religiosos no tiene que ver con este problema sino que es un voto de castigo a los laboristas".
Lo importante ahora es ver cómo va a evolucionar la situación en los próximos cinco o seis meses. Jerome Segel, destacado investigador judío de la universidad de Maryland, considera que este período va a ser el más peligroso. Segel, inspirador a través de algunos de sus artículos del proyecto de independencia palestina, teme que las fuerzas interesadas en hacer fracasar el proceso emprendido por la OLP puedan actuar. Se refiere a los grupos extremistas palestinos radicados en Siria y a los israelíes defensores de la anexión de los territorios.
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