Suicidios y plaguicidas
En relación con la reseña publicada en el diario EL PAÍS en fecha 14 de noviembre bajo el título Un estudio relaciona la tasa de suicidios en El Ejido con el uso de plaguicidas, y puesto que el tema incumbe directamente, desearía realizar una serie de aclaraciones al respecto.En primer lugar, decir que no existe -al menos yo no conozco- ningún estudio que relacione el suicidio con el uso de plaguicidas. Otra cosa muy distinta es que el instrumento del suicidio sea el plaguicida ingerido con fiaes suicidas, que, efectivamente, es el método más utilizado.
Segundo, decir que, al parecer, el índice de suicidios, según demuestran las estadísticas, es inás elevado en la zona del poIiente almeriense que la media española. Pero tanto el suicidio como la depresión son patologías de etiología multifactorial, y, por tanto, pueden ser muchísimos los factores que pueden condicionarlas. Imputárselos a los plaguicidas tiene poco de científico y mucho de sensacionalista.
Tercero, el estudio al que hace referencia la publicación es un trabajo recientemente iniciado sobre la posible relación del uso de plaguicidas y el descenso de la litemia. Está demostrado que su ministrar litio a los depresivos mejora el cuadro en algunos casos, pero no es cierto que todas las depresiones se deban a descenso del litio en sangre. Este estudio es sólo una hipótesis de trabajo, y por tanto aún no existen conclusiones al respecto, e inclu so pudiera ocurrir que se demos trara la inexistencia de riplaclón entre el uso de plaguicidas 37 el descenso de litio.
Cuarto, que se está realizando un estudio epidemiológico, me dio-ambiental y biológico en la zona del poniente, desde hace un año, financiado por la fundación Averroes, dirigido por la doctora María Luz MascaróLazcano y por mí, el cual está siendo llevado a cabo por la farmacéutica María del Carmen González López, y que los primeros resultados no son preocupantes en absoluto, sino todo lo contrario.
Por último, comentar que efectivamente parece existir una mayor incidencia de dermatitis de contacto, procesos respiratorios, etcétera, pero sería conveniente, antes de hacer ninguna afirmación, esperar a la publicación de los resultados de los estudios que en este sentido están realizando otros profesionales.
En resumen, considero que se requiere un estudio más riguroso y científico antes de emitir juicios que, en mi criterio, adolecen de prematuros y aventurados, ante un tema tan trascendente. Y que quizá esto se justifique por la avidez a la anticipación de la noticia que todo buen profesional del periodismo, como es el caso de Antonio Torres, debe poseer.-
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