"Me han dibujado así"
Los especialistas en el cine de animación aseguran que, desde 1941, cuando Disney produjo The reluctant dragon nadie se había planteado un desafio de este tipo, una tan estrecha coexistencia en la pantalla entre actores de carne y hueso y figuras dibujadas. Aunque sea cierto, el interés de ¿Quién engaño a Roger Rabbit? radica en que trata a los dibujos animados como personajes en tres dimensiones y somete a algunos de los actores humanos a la dificil prueba de convertirse en criaturas que viven en un universo que tiene sólo dos.Bob Hoskins, el detective al que encargan un caso del que el conejo Roger es protagonista y principal sospechoso, es alguien habituado a ir del mundo humano al mundo de los loons o los dibus -de cartoon y dibujo, respectivamente-, que sabe lo que significa atravesar el túnel-espejo y meterse entre criaturas cuya única razón de existir es la de provocar la risa, aunque sea a costa delas mayores crueldades, o adentrarse en un espacio cuyas dimensiones no son estables, en el que es posible caminar por los aires o caer desde la vigésima planta sin conseguir otra cosa que un comentario cínico de ese odioso canarito lindo que amarga la vida, historieta tras historieta, a todo un gato Silvestre.
¿Quién engañó a Roger Rabbit?
Director: Robert Zemeckis. Intérpretes: Bob Hoskins, Christopher Lloyd, Joanna Cassidy. Director de animación: Richard Williams. Estadounidense, 1988. Estreno en Madrid: Palacio de la Música, Amaya, Juan de Austria, California (en v.o. sub.), Novedades 2 y Aluche.
Este intercambio de lógicas viene arropado por una perfección técnica y artesana extraordinaria. La suma de Industrial light and magic, de George Lucas, unida a la experiencia de los estudios Disney y a los deseos infantiles del Spielberg productor, da como resultado un espectáculo nunca visto, idéntico pero muy superior en credibilidad visual, al deparado por los encuentros entre Tom y Jerry con Gene Kelly o Mary Poppins con sus pingüinos.
Encuentro
En ¿Quién engañó a Roger Rabbit? los dibujos tienen sombra, volumen, estiran corbatas, sirven vasos, rompen platos o pellizcan mejillas de carne y hueso, acciones todas ellas hasta el momento imposibles para cualquier toori de visita en el planeta Tierra. Además, por una vez, las creaciones de la Warner coexisten con las de la Fox, la MGM, Disney o las propias delfilme, herederas directas del lápiz veloz y enloquecido de Tex Avery. Esto es importante porque refuerza esa sensación de encuentro entre humanos y dibujados, hasta ahora habitantes de galaxias distintas, que sialguna vez coincidían eso no significaba que cambiasen de naturaleza. Aquí los dibujos llevan ya varios años de vida, son casi indestructibles -sólo un siniestro juez sabe cómo borrarles- y acuden a los estudios para cumplir sus contratos como cualquier otra estrella de Hollywood, lo que permite algún divertido chiste sobre el delirium tremens a costa de Dumbo.Pero una vez se ha expresado toda la admiración posible por el virtuosismo profesional desplegado al hacer un filme de este tipo, queda la sensación de vacío y desorientación que causa asistir a su proyección. La historia policiaca -un cruce entre Chandler y Ross MacDonald- no interesa a nadie y los personajes, excepción hecha del encarnado por Hoskins, carecen de entidad y son engullidos por el torbellino que despliegan a su alrededor los toons, que se agitan a un ritmo mucho más veloz que los humanos. Jessica, la toon vampiresa, formula con exactitud qué conclusiones hay que sacar de su impresionante aspecto: "No soy mala. Es sólo que me dibujaron así".
Y ella se atiene al dibujo, aunque luego se revele como una esposa castísima y enamorada de su Roger. Este respetar las exigencias del dibujo la lleva a seducir a cuanto toon o humano se cruza con ella, de la misma manera que obliga a Roger a comportarse como un payaso loco, a los instrumentos a dar botes mientras suenan sin que nadie los toque, o al bebé con una "mente de 30 años y un cuerpo de tres meses" a pellizcar las nalgas de todas las chicas.
Babelia
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