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Inquietud entre los cineastas ante las futuras modificaciones de la legislación cinematográfica

El desconocimiento de en qué van a consistir las modificaciones, anunciadas por responsables de Cultura, de la vigente legislación reguladora del cine español, inquieta en los medios de la profesión cinematográfica. Se considera que en el Ministerio de Cultura hay urgencia por ajustar esta legislación -en especial la ley Miró, base de la financiación del cine- a la situación actual; por otra parte, que estas prisas contrastan con el hecho de que no se haya consultado a los medios profesionales ningún borrador que enuncie los criterios a que se va a ajustar la futura normativa; finalmente, hay temor sobre qué criterios sectoriales de tipo tecnocrático se impondrán sobre la visión política global que requiere el problema.

El pasado lunes, directivos de la Asociación de Directores de Cine Español (Adirce) tuvieron un intercambio de impresiones con el ministro de Cultura, Jorge Semprún, quien expuso algunos criterios que se barajan sobre el alcance de estas modificaciones.Fuentes de Adirce afirman que no cuentan con un documento de trabajo sobre el cual canalizar sus posturas respecto de estos todavía imprecisos cambios. "El ministro nos aseguró que el actual sistema de subvenciones se mantendrá pero se abrirá una nueva vía de financiación de filmes. En realidad, no es una nueva vía sino un ensanchamiento de la ya existente vía crediticia".

"La futura normativa", aseguran esas fuentes, "creará una forma de concesión de créditos blandos por el Banco de Crédito Industrial. Se trata de abrir una vía industrial paralela o complementaria de la vía cultural. Esto es coherente con otro de los criterios que -siempre según fuentes orales, pues no se dispone de ningún documento de trabajo- orientarán los cambios e innovaciones: el reforzamiento de la figura del productor profesional".

El productor Luis Megino considera que tal duplicación de la financiación es irreprochable en el papel, pero "en la práctica, la balanza puede sufrir un progresivo deslizamiento hacia la fuente crediticia en detrimento de la fuente cultural. Un proceso como este deterioraría a nuestro cine, pues no sólo se harían menos películas, sino que el nivel de calidad de éstas bajaría".

Un temor parecido expresan miembros de Adirce: "Puede disminuir el número de subvenciones, ya que una legislación de estas características tiende a propiciar su aplicación restrictiva. De hecho, los criterios restrictivos ya se están aplicando: la película que rueda García Sánchez ha tenido que estrechar su presupuesto y reducir el tiempo de rodaje, lo que repercutirá inevitablemente en su calidad en cuanto producción". "Las partidas presupuestarias para el cine son cortas y los fondos están exhaustos", dicen los cineastas consultados. Añaden que Semprún es consciente de esto y en sus proyectos está ampliar sustancialmente el dinero estatal dedicado al cine, para lo que "ha iniciado contactos,con Hacienda, donde, según él, se han mostrado receptivos a sus propuestas".

El productor Elías Querejeta afirma que "el volumen de subvenciones es en Francia incomparablemente mayor que en España, como lo es también la inversión de la televisión en el cine. Sólo el canal Plus ha invertido 19.000 millones de pesetas en el cine francés. Es, por tanto, absurdo hablar de una modificación referida a un solo aspecto de la problemática del cine -el tema de la subvención, que ha sido víctima de una campaña demagógica- sin debatir los aspectos globales. El problema de la financiación no es el único y no puede ser tratado aisladamente".

Dos visiones

Productores y directores de cine coinciden en que el buen nivel de producción alcanzado, tanto en cantidad como en calidad, en los últimos años peligra a causa de una pugna que asoma en los bastidores del Ministerio de Cultura, donde se cuece la nueva normativa.Fuentes de la industria del cine indicaron que se trata de una pugna entre visiones de fondo del problema del cine español: una visión tecnocrática, que considera que la solución del problema cine es un asunto admnistrativo, y una visión de más alcance, que lo considera un problema político. En el mismo sentido se pronuncian los productores consultados. Megino dice que "en todo el mundo hay una transformación del mercado del cine, y que estemos a la altura de esta mutación no pasa aquí por solución administrativa alguna, sino por soluciones políticas en sentido estricto".

Y añade: "En nuestro caso, si se sanea el mercado de salas erradicando el fraude de taquilla y la distribución por lotes que practican las distribuidoras multinacionales, y se racionaliza el mercado del vídeo y las televisiones, estaremos en condiciones de convertirnos en vanguardia de Europa en el campo de la producción de cine. Y esto es un asunto político, que requiere soluciones políticas, en las que no puede entrar a debate ninguna medida que restrinja el nivel de la producción".

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