La riqueza rítmica de una leyenda
Para comprender a Taj Mahal y a su música es necesario conocer su vida, y muy especialmente su intensa y agitada juventud. Sólo así se puede entender cómo alguien con una historia tan densa a sus espaldas puede, en apenas dos horas, pasar del blues más ortodoxo al más comercial, coqueteando inmediatamente después con ritmos reggae o calipso. Y todo esto repartido en bloques perfectamente definidos, manteniendo en todo momento el control de algo que podía convertirse fácilmente en un batiburrillo de sonidos inconexos.Henry Saint Claire Frederick, más conocido por el modesto nombre de Taj Mahal, nació en Nueva York hace 48 años. Su padre era un músico de jazz de ascendencia india, y su madre fue una cantante de gospel de Carolina del Norte. Con sólo seis años comenzó a cantar y tocar la guitarra, escribiendo sus primeras canciones a los 15. En 1964 inició su carrera profesional, acompañando primero a Ry Cooder por pequeños clubes de foIk en Hollywood, e inmediatamente después con un grupo de escasa fortuna llamado Canned Heat.Una vez dominado el blues en todas sus vertientes, y tras grabar en 1972 con B. B. King, amplía horizontes viajando a Jamaica, donde emplea todo su tiempo en la experimentación con ritmos nativos. Tal es su afición por el reggae que, según comento poco antes de su recital madrileño, tiene intención de fijar su residencia en Kigston, "una ciudad que se mueve al ritmo de sus músicos".Por tal amalgama de influencias, y por el modo tan natural en que son recibidas y asimiladas, sus conciertos no pueden resultar nunca engañosos. Los puristas del blues que desconozcan su constante evolución pueden quedar desencantados, pero deben rendirse ante la sinceridad de su voz y su guitarra y una desbordante variedad de ritmos y estilos. La banda que le acompaña mostró una versatilidad total, disfrutando mientras tocaban y alternando sin problemas sus instrumentos.En escena, Taj Mahal es un músico de carácter, limitado instrumental y vocalmente, pero sobrado de carisma: derrochando simpatía, hizo gala de un aceptable castellano, que utilizó para presentar algunos temas y para improvisar un estribillo; de esta manera, el poco público que aún se mostraba escéptico cayó irremisiblemente en sus redes, aceptando todos los ritmos con placer.
Taj Mahal
Taj Mahal (guitarra, piano y voz solista), Ozzie Williams (batería, percusiones y voces), Ward Allen (bajo y voces), Wayne Henderson (teclados), Kester Smith (batería, percusiones y voces) y Carey Williams (percusiones y coros). Sala Rock Club. Madrid, 4 de noviembre.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.