No valen espectadores
El Mediterráneo, especialmente el Magreb y Oriente Próximo, deben ser el objetivo prioritario de la política exterior española, en opinión del autor de este artículo. Por ello considera que es necesario afrontar de forma coherente el problema árabe-israelí, un conflicto en el que no cabe el papel de espectador.
Hace algunos días, encabezando una delegación del PCE, he tenido la oportunidad de entrevistarme en Túnez con Yasir Arafat, presidente del Comité Ejecutivo de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), así como con los dirigentes de la central palestina Faruk Kaddumi y Abu Iyad.1 Entre el PCE y la OLP existe una relación histórica de solidaridad e identidad política profundamente enraizada. Los comunistas hemos tenido siempre una posición de principios en favor de los derechos nacionales del pueblo palestino a la autodeterminación, y la creación de un Estado independiente.
Con particular acento, a travésde la movilización popular o la acción parlamentaria -a nivel español o europeo-, hemos tratado de promover la solidaridad del pueblo español y sus fuerzas políticas con el levantamiento palestino en los territorios ocupados de Cisjordania, Gaza y Jerusalén -la intifada-, que ha entrado ya
en su undécimo mes. Con igual fuerza hemos denunciado la bárbara represión que el Gobierno de unidad de Tel Aviv ha puesto en marcha contra esa protesta masiva y pacífica, que ha impactado de tal forma a la opinión pública mundial que hasta EE UU, valedor a ultranza de la posición israelí en Oriente Próximo, ha comenzado, aunque sea tímidamente, a introducir nuevos elementos en su discurso, empezando a hacer referencia a los derechos políticos del pueblo palestino.
Mi encuentro con Yasir Arafat ha querido volver a subrayar esa solidaridad, pero, al mismo tiempo, trascenderla. Izquierda Unida aspira ya a ser alternativa al actual Gobierno, y puesto que aspira a serlo en todos los sentidos, también en el de la política exterior.
Para España, el Mediterráneo, y dentro de él el Magreb y Oriente Próximo, han de ser puntos vitales de política exterior. Contrariamente a la política atlantista del Ejecutivo, el interés estratégico de nuestro país pasa por una relación de cooperación y entendimiento con los países latinoamericanos y ribereños del Mediterráneo. Si ésa ha de ser una prioridad en política exterior, España debe trabajar para que la Comunidad Europea, a la que pertenece, asuma dicho enfoque de forma activa, abandonando su actual papel de espectador, incluso con posturas más maximalistas que Estados Unidos, cuyo interés no puede ser otro que convertir en marginal el papel de Europa en la zona.
Si reconocer diplomáticamente en su día a Israel no ha supuesto para España ningún beneficio, ahora que nos acercarnos a la presidencia comunitaria hay que encarar el conflicto árabo-israelí de forma coherente y progresista: contribuir, activa y autónoma mente, a buscar una solución pacífica y negociada, sobre la base de las resoluciones internacionales, que garantice la seguridad de todos los Estados de la región y los derechos nacionales del pueblo palestino.
Iniciativa de paz
Desde hace algún tiempo el Gobierno español ha anunciado de forma continua tener en cartera una iniciativa de paz para Oriente Próximo. Los dirigentes de la OLP con los que me entrevisté en Túnez fueron rotundos: no saben qué es ni en qué consiste dicha iniciativa, nadie les ha informado o con sultado sobre la misma. Cuando se habla de temas en los que están en juego intereses de pueblos ente ros, conviene ser serios. Por ello, vamos a preguntar al Gobierno en el Parlamento si de verdad la ini ciativa está elaborada, y si es así, cuáles son sus elementos.
Para el PCE, cualquier inicia tiva o plan para la zona -verda dero núcleo de la situación mediterránea- no puede obviar lo que pide el pueblo palestino a través de la OLP, su represen tante: la paz y el derecho a vivir libremente en su patria.
El PCE no puede más que sentir preocupación cuando el PSOE acaba de cambiar su voto en el Parlamento Europeo, pa sando a apoyar la ratificación de tres protocolos con Israel, cuan do el Gobierno de este país no da ningún paso hacia la paz y sigue masacrando a los palestinos de los territorios ocupados. Pero no vamos a cruzarnos de brazos; esto es, no vamos a permitir que las promesas del Gobierno, cara a la presidencia de la CE, queden en aguas de borrajas. Má xime cuando la OLP, tal y como Yasir Arafat nos ha explicado, ha preparado una propuesta de paz justa y realista que deberá merecer el apoyo de todos aquellos Gobiernos que estén por el respeto a los derechos de los pueblos.
Julio Anguita es secretario general del PCE.
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