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Reportaje:

Perfil del aspirante al infarto de miocardio

El culto al dinero, la competitividad y la ausencia de valores, factores de riesgo cardiaco

Hace ya casi un siglo que se vienen realizando observaciones clínicas sobre los rasgos psicológjcos del paciente de infarto de miocardio. Estas son especialmente intensas en la sociedad actual, con sus características de inestabilidad, competitividad, papeles poco definidos, culto al dinero, masificación... Cuanto mayor es la exigencia de logros externos mayor es la vulnerabilidad de la autoestima del individuo, con lo que aumenta la posibilidad de vivir sentimientos de pérdida de expectativas y de experimentar la violencia neuroendocrina consiguiente.

Más información
Rasgos de conducta de los tipos "A"

La aparición del infarto de miocardio en situaciones biográficas en las que se cree haber llegado ya al techo Je posibilidades de realización personal, se explica en parte como un fenómeno debido a una lucha interna por cumplir unas expectativas de cumplimiento de objetivos de control del entorno fantaseadamente ilimitadas.He aquí algunas de estas descripciones iniciales del paciente coronarlo típico:- Hombre ansioso y ambicioso, cuya conducta se basa en la consecución de múltiples objetivos de la forma más rápida posible (Osler, 1986).- Está implicado en una batalla sin fin por el éxito, el cual, aunque alcanzado algunas veces, no va seguido de una sensación de recompensa o de alivio real de la tensión. Pese a los triunfos reales alcanzados, se siente en el fondo débil o inseguro (Arlow, 1945).- Individuo ambicioso y agresivo, con intensas actividades físicas y emocionales, incapaz de delegar autoridad o responsabilidad, sin aficiones extraprofesionales y que concentra todos sus pensamientos en el estrecho desfiladero de su profesión. La limitación de experiencias interiores y de pensamiento verdaderamente creativo aumentan su dependencia de los logros relativos, según los valores cotidianos externos; aunque trata de mantener bajo control sus fuertes impulsos agresivos, se las arregla para justificarse a sí mismo buena parte de la hostilidad expresada hacia el exterior (Kemple, 1945).

A principios de los años sesenta comenzaron a hacerse estudios más sistemáticos, no sólo de la personalidad del paciente que ya ha presentado manifestaciones clínicas de enfermedad coronaria, sino también de las personas que están más predispuestas a padecerla en un futuro. Los resultados fueron muy similares para ambos grupos. Algunas de las conclusiones de la aplicación de diversos cuestionarios psicológicos a individuos sanos que más tarde tuvieron afectación coronaria son las siguientes:

- Tienen una mayor sensación de tensión interna (Ostfied, 1964).

- Tienen una gran tendencia al sobreesfuerzo y sienten que han fracasado en sus aspiraciones pese a dedicar sus mejores energías para competir con éxito (Cathey, 1962).

- Mientras que de cara al exterior se presentan a sí mismos como poseedores de autoestima e impulso, su mundo interior está dominado por la actitud pesimista de preguntarse si vale la pena el esfuerzo (Cleveland, 1962).

Estos dos aspectos emocionales -el aparente de competición y el interior de sensación de fracaso- fueron formulados por Wolf en 1961 a nivel de conducta, al hablar del patrón Sísifo, en recuerdo del rey de Corinto, que por haber delatado a Zeus como raptor de la joven Egina fue condenado a arrastrar sin descanso una gran piedra hasta la cima de una montaña para que desde allí, por su propio peso, volviera bajar y tuviera que repetir el esfuerzo.

Según Wolf, los pacientes coronarios muestran muy poca tendencia a descansar entre las tareas; en vez de saborear la satisfacción de sus logros, siguen hasta encontrar el siguiente desafío.

En la década de los cincuenta, los cardiólogos norteamericanos Friedman y Rosenman describieron un patrón de conducta denominado por ellos tipo A, que inicialmente describieron como la lucha permanente para conseguir del entorno un número ¡limitado de cosas y objetivos en el menor tiempo posible y, si es necesario, frente a otras personas o cosas que se oponen dentro del mismo entorno.

Algo más tarde, Jenkins desarrolló un cuestionario autoadministrable y puntuable mediante un ordenador que puede valorar la intensidad de tres componentes básicos de este patrón de conducta: la velocidad e impaciencia, el grado de implicación laboral y la hostilidad (véase columna de la derecha).

Estímulos ambientales

Esta actitud agresiva no siempre es reconocida por el propio individuo que la desarrolla, quien incluso llega a negarla con gestos contundentes. Hoy día empieza a comprobarse científicamente que son los cambios hormonales y cardiovasculares secundarios a estos estados de hostilidad sin tregua los máximos contribuyentes al infarto de miocardio desde el punto de vista psicobiológico.La posibilidad de medición objetiva de la conducta ha permitido realizar estudios epidemiológicos que señalan que "el riesgo de enfermedad coronaria es de la misma magnitud que el riesgo asociado a cualquiera de los otros factores clásicos como las edad, la hipertensión, el colesterol elevado y el tabaquismo".

El concepto de patrón de conducta tipo A hace referencia también a que una determinada forma de interpretar y reaccionar frente a los estímulos ambientales se asocia con frecuencia a un aumento de la predisposición a padecer una enfermedad coronaria.

Desde este punto de vista, la conducta tipo A es una defensa que va estableciéndose a lo largo de la vida como resultado de una interpretación de las demandas ambientales.

Con respecto a las claves para atenuar esta predisposición al infarto, señalamos aquí una frase del cardiólogo Martín Friedman dirigida a un paciente suyo con un acusado patrón de conducta tipo A: "En cierto modo, lo que usted está haciendo es comprar su camino por la vida con la venta de sí mismo".

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