Tiempo de soluciones
En nuestro país, la práctica sindical, las luchas y reivindicaciones de los metalúrgicos han sido en la historia reciente, y son en el presente, elementos de reflexión y de referencia para todo el movimiento sindical. Por su gran trascendencia económica e industrial, lo que en el Metal se haga puede ser en algunas ocasiones determinante para las reivindicaciones de otros colectivos de trabajadores e inclusive para el desarrollo de iniciativas sindicales más globales.Este papel, estratégico en el movimiento obrero, unido a los importantes retos que tuvo que hacer frente UGT-Metal en tanto que protagonista del saneamiento de sectores industriales claves en España (no olvidemos que UGT asumió en solitario el proceso de reconversión industrial, al que luego se sumarían otros sindicatos), han sido factores que han repercutido, directa y determinantemente en la vida sindical de la federación.
Resulta difícil en la mayoría de las ocasiones explicar a los trabajadores que hay que reducir las plantillas o sanear un sector industrial o una empresa en concreto. El Metal de UGT, haciéndolo, ha dado sobradas muestras de valentía y responsabilidad sindical, defendiendo así los intereses de los trabajadores y el futuro industrial del país.
No obstante, si bien esto es cierto, y hay que reconocérselo a toda la federación, no lo es menos que en el último período, superado en buena medida, el trauma que supuso la reconversión industrial, y cuando los trabajadores pueden empezar a recoger los frutos de años de sacrificios, la Federación del Metal fue poco sensible a la necesidad de ajustar su discurso sindical a las nuevas realidades, cuando ya la confederación lo estaba haciendo, y mantuvo la práctica sindical de la época de crisis, llevada quizá por la inercia de años de trabajo para sacar adelante la reconversión.
Esta situación terminó provocando la crítica y la contestación en el seno de la federación y demandó un cambio en la acción sindical y, como consecuencia, en la dirección de la misma.
Superar la crisis
Éste es, a mi juicio, el fondo, el porqué de la crisis que ahora, con este congreso, estamos superando. Junto a este análisis de los motivos fundamentales del conflicto en el Metal no podemos ignorar otra serie de factores:
- La escasa sintonía que se produce en los dos últimos años entre lo que hace en la práctica la Federación del Metal y los acuerdos que aprueban los órganos de la confederación.
- Algunas actuaciones sindicales, de corte institucional, que se desarrollaron en el Metal y que condujeron al desconocimiento del malestar que por muy diferentes motivos se estaba gestando en importantes sectores del Metal. Lo sucedido en el referéndum de Seat y en las posteriores consultas internas a los afiliados de la UGT en la empresa son un ejemplo aleccionador de lo que estamos diciendo.
El Metal debe hacer frente tras este congreso al desarrollo de una política eficaz, razonable y constructiva que al mismo tiempo que mantenga intacta su autonomía y su capacidad crítica sirva para abanderar la política de la confederación.
Previamente a esta reflexión, la federación debe cerrar el capítulo de las relaciones con el Gobierno socialista y, por extensión, con el PSOE, aspecto éste que también ha mediatizado la vida interna de la federación.
La solución a este problema no resulta fácil. Descartada de antemano la supeditación a decisiones ajenas a las de nuestros afiliados o nuestros órganos de dirección, el sindicato tiene su razón de ser en la medida que defienda con coherencia las reivindicaciones de la clase trabajadora y sea un instrumento eficaz para el progreso social. La UGT, ante el Gobierno, exige su derecho a desarrollar una práctica sindical autónoma, su derecho a equivocarse.
Las demandas sociales
Igualmente exige de la actual Administración una actitud más sensible ante las demandas sociales, que son justas y posibles sin cambiar radicalmente la política económica, máxime cuando estamos en una fase de mayor crecimiento de la economía y, por tanto, de obtención de importantes excedentes empresariales. Se trata de dar un mayor contenido social a la política económica, algo que, por otra parte, es consustancial a un Gobierno socialista.
En este sentido oímos con frecuencia en boca de ciertos responsables de la Administración que el Gobierno debe gobernar para todos los ciudadanos. Éste es un hecho cierto, pero no es menos cierto que el Gobierno debe tener una mayor sensibilidad social acorde con la creciente demanda social de su electorado y, por tanto, con los sectores que resultaron más castigados por la crisis.
El Gobierno debe ser consciente de que tiene que ser más beligerante en la lucha contra el paro, sin que esto suponga hacer más precario el mercado de trabajo. Los responsables de la Administración tienen que sintonizar antes con la realidad social. que con las variables de su cuadro macroeconómico. Tienen que preocuparse tanto de la eficacia social como de la eficacia económica. Esto, que es sencillo para nosotros, los ugetistas, que vivimos diariamente la realidad, resulta, sin embargo, muy difícil para algunos responsables de la Administración.
El Gobierno se equivoca si quiere resolver estas diferencias debilitando al movimiento sindical (acuerdos con la CSIF, y sobre todo con la UDP). La UGT no ha llevado nunca a la práctica políticas tendentes a menoscabar a ningún Gobierno y ni siquiera a las asociaciones empresariales.
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