Pinochet, en su salsa
El dictador se pasea por el 'Chile profundo'
JOSÉ COMAS ENVIADO ESPECIAL, Unos 15.000 agricultores de la zona central de Chile y vanos cientos de camioneros aclamaron al general Augusto Pinochet, único candidato en el plebiscito del 5 de octubre, en dos actos electorales celebrados el pasado fin de semana en Talca, ciudad de 85.000 habitantes al sur de Santiago. En un discurso pronunciado en el campo de fútbol de Talca, con voz enérgica y gestos populistas, Pinochet, que vestía de gris, prometió que en su próximo período de gobierno (hasta 1997, si gana el sí) "se traspasarán a los particulares las tierras que aún permanecen en poder del Estado".
En Talca, Pinochet estuvo en su salsa. Fuentes del Gobierno re conocieron a EL PAÍS que "en Talca, gana el no con diferencia", pero el mitin con los camio eros y el acto en el campo de fútbol de Talca fue un paseo para el candidato Pinochet. Media hora antes de la prevista para la llegada de Pinochet, un centenar de jóvenes universitarios recorrió las calles del centro de Talca al grito de "A ver, a ver ¿quién lleva la batuta?: ¿el pueblo unido o el hijo de puta?". Algunos coches saludaban a los jóvenes con las bocinas y el ritmo clásico de la oposición: "Y va a caer". Una joven de 19 años, estudiante de primer año de medicina, comentaba: "Queremos volar y ser libres. Nos tienen así", y hacía el gesto de sus manos esposadas. Unos metros más allá, las palabras de la joven encontraron su confirmación. Los carabineros disolvieron la manifestación y detuvieron a los que llevaban la voz cantante.Reminiscencias de 1973 se palpaban a la entrada de Talca, donde cientos de camioneros esperaban la llegada de Pinochet. Los camioneros dieron la puntilla al Gobierno de Salvador Allende con una larga huelga que paralizó el transporte por carretera y desabasteció Chile. Entre los participantes en el camionazo de Talca no hay discrepancias. Un joven camionero comenta: "No hay paro y se puede trabajar tranquilo. Uno sabe que sale de un pueblo a otro y llega seguro y no le van a apedrear el camión". A la pregunta de quién les paga el día de trabajo perdido por asistir al mitin, uno responde: "Ésa es una buena pregunta". Otro se acerca después al periodista y le comenta en voz baja: "Mire, nosotros venimos por un compromiso moral con el patrón, que es muy bueno".
Los dirigentes tienen ganas de hablar con la Prensa extranjera, a la que se dirigen con gesto agresivo y tonos desafiantes. Jorge Álvarez Agüero, de 64 años, dice: "Nosotros expulsamos al comunismo, que nunca más va a gobernar este país. Por favor, transmitan ustedes que aquí no queremos que haya una Nicaragua. No queremos esa payasada. En el paro del 72 yo estuve preso y eso no lo dice nunca nadie. Este país va lentamente para arriba. Hay maniobras que dicen que aquí hay pobreza y miseria, pero es mentira". Álvarez tiene 10 camiones y dice que un chófer de camión gana unos 100.000 pesos [unas 50.000 pesetas] al mes.
Las 500 personas que esperan a Pinochet matan el tiempo con gritos de los días de la Unidad Popular, como "Chile es y será un país en libertad". Las pancartas son todas perfectamente prefabricadas. El podio para Pinochet es una baca de camión con un letrero que dice: "Sí, por Chile". Hay dos filas de sillas de plástico y un sillón de madera tallada, con cierto aire episcopal, para el candidato.
Pinochet llega en un Mercedes 500 SEL azul, en medio de una terrible algarabía de bocinas. Viste chaqueta gris de tweed, pantalón gris y botines negros, corbata granate con una perla, que ha sido muy comentada desde que el candidato ha optado por su nueva imagen civil. En un dedo lleva un enorme sello, tiene buen aspecto físico, gesto firme y seguro. Lo abultado de su pecho invita a pensar que lleva un chaleco antibalas.
Pinochet habla sólo unos minutos para decir: "Ustedes fueron los paladines que defendieron sus derechos y la libertad de Chile y fueron los primeros en luchar contra la fatídica Unidad Popular, que nos quería arrebatar no sólo la libertad, sino aherrojarnos al carro ruso. Eso no lo podemos aceptar los chile nos". Tras afirmar que "ahora, nuestra economía se mueve sobre ruedas", concluyó: "Les invito a que continúen luchando en esta gran cruzada de la libertad, de la democracia y del pleno desarrollo del país".
Vuelta triunfal
El acto con los campesinos en el campo de fútbol duró más de dos horas. Unas 15.000 personas aguantaron hasta el final a pesar de la humedad reinante. Hubo un desfile de 1.000 huasos (campesinos en su atuendo tradicional) a caballo, actos fólclóricos, discursos, cuecas y canciones. Pinochet se subió junto con su esposa, Lucía Hiriart, a un coche de caballos y dio una vuelta triunfal alrededor del terreno. El candidato tuvo a veces dificultades para mantener el equilibrio y se caía sobre el asiento, para levantarse inmediatamente con los brazos en alto y gesto populista.
Los periodistas extranjeros sufrieron hostigamientos verbales por parte de los oradores, con referencias continuas a "que digan la verdad de lo que ven", en medio de los aplausos de la pareja Pinochet, especialmente de su esposa. Un ama de casa de 32 años y con tres hijos recuerda el período de Allende para explicar su posición: "No queremos más las colas para comprar pan". Los discursos de los oradores mantienen la tónica del salvar a Chile de las fauces del oso comunista.
Cuando Pinochet habló, ya había luz artificial. Leyó el candidato un discurso en el que destacó los logros agrícolas de su Gobierno: "Al margen de promesas demagógicas, carentes de contenido alguno, entre todos hemos levantado de la postración más absoluta al agro chileno en beneficio de ustedes y de todos nuestros compatriotas".
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