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Tribuna:YUGOSLAVIA, SERBIA Y KOSOVO
Tribuna
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Nacionalismos desmedidos

Yugoslavia, la tierra de los eslavos del Sur, integrada por seis repúblicas y dos provincias autónomas, está siendo sacudida por un terremoto nacionalista en cuyas causas más profundas bucea la autora de este artículo. La punta del iceberg es el exacerbado sentimiento serbio contra los albaneses residentes en la región autónoma de Kosovo, enclavada dentro de la república de Serbia.

Justificaciones no hay, pero sí existen algunas explicaciones acerca del surgimiento del exacerbado nacionalismo serbio en contra de los albaneses yugoslavos. Yugoslavia fue constituida en 1918, al terminarse la I Guerra Mundial, por diferentes grupos de eslavos meridionales, etnias que Friedrich Engels consideraba "sin historia y contrarrevolucionarias por naturaleza", y Rosa Luxemburgo tachaba de "desechos étnicos de un desarrollo milerario sumamente confuso".Yugoslavia, cuyo nombre significa tierra de los eslavos del Sur, fue el primer proyecto estatal pluriétnico de dichos grupos, que durante más de cinco siglos carecían de patrias independientes. El nuevo país fue proclamado un Estado de serbios, croatas y eslovenos, mientras que el poder político yacía en las manos de la monarquía serbia. Otras nacionalidades estaban marginadas, y sus culturas, reprimidas.

Cuando estalló la II Guerra Mundial y las fuerzas alemanas ocuparon Yugoslavia, en 1941, el pueblo luchó durante cuatro años. Sin embargo, paralelamente a la lucha de los partisanos se desató una guerra étnica entre los serbios (promonárquicos) y los croatas (pronazis). Una vez acabada la guerra, los dirigentes partisanos, dirigidos por Josip Broz Tito, proclamaron la creación de una Yugoslavia nueva: socialista y federal. "Fraternidad y unidad" era la consigna del país en reconstrucción. Los historiadores oficiales taparon la magnitud y el alcance de la guerra fratricida, pero el pueblo no la olvidó.

En el afán de reparar las injusticias del pasado y garantizar los mismos derechos a todas las etnias, Yugoslavia fue dividida en seis repúblicas federales y en dos regiones autónornas. Si bien los territorios de las repúblicas coincidían con las viejas divisiones históricas y étnicas, la creación de las regiones autónomas, dentro del territorio serbio, fue novedosa. Tanto el establecimiento de la región autónoma de Voivodina, zona limítrofe con Hungría, como la de Kosovo, colindante con Albania, obedecieron a criterios étnicos. En la primera residen serbios, húngaros, eslovacos, rutenios y otros. Y en la segunda, albaneses, serbíos, montenegrinos y turcos. Con el sistema federal, cada república y región autónoma adquirió su Parlamento y Gobierno, partido comunista y jurisdicción en múltiples materias.

El sistema federal garantizó el derecho a todas las etnias yugoslavas a expresar libremente su cultura y a usar su idioma. El respeto por lo étnico y lo autóctono se defendió a ultranza hasta provocar situaciones absurdas. El año pasado, por ejemplo, hubo una gran discusión en Yugoslavia acerca del idioma que deberían usar los revisores de trenes una vez cruzada la frontera lingüístíca.

El derecho al uso del idioma materno se ha respetado tanto en la educación y los medios de comunicación como en los foros políticos. Los textos para la escuela primaria se imprimen en más de 10 idiomas, mientras que en la Universidad se enseñan cuatro (el idioma depende según la región). Las sesiones parlamentarias de las regiones autónomas, donde mayor diversidad lingüística existe, se parecen a las de la ONU: varias lenguas, con traducción simultánea. Cabe señalar, sin embargo, que el serbocroata es el idioma de la mayoría de los pueblos yugoslavo-serbios, croatas, montenegrinos, bosniacos. En otras regiones se enseña como el segundo idioma obligatorio.

A pesar de las igualdades jurídicas y el respeto por todas las etnias, el desarrollo económico de los diferentes pueblos yugoslavos se ha dado a pasos desiguales, de manera que el norte y el occidente -Eslovenia y Croacia- se han convertido en las zonas ricas del país, mientras que el sur y el centro -Macedonia, Montenegro, Kosovo, Bosnia- quedaron a la zaga.

Para atenuar las diferencias entre la parte desarrollada y la subdesarrollada del país se estableció el fondo de solidaridad con las zonas menos privilegiadas. Kosovo cobraba un 63% de esta ayuda.

Economía deteriorada

Hasta la década de los ochenta, mientras la economía funcionaba y permitía un nivel de vida adecuado, aunque muy desigual, los brotes del nacionalismo militante fueron reducidos. A partir de 1980 la economía yugoslava se ha ido deteriorando, con inflaciones anuales superiores a un ciento por ciento; el nivel de vida ha disminuido considerablemente; el Gobierno federal ha perdido el control y la credibilidad y la ideología oficial, ha entrado en crisis. Así, los nacionalismos y los separatismos de diferente índole han vuelto a florecer,

Serbia es la república más grande, y los serbios son la etnia más numerosa (42%) en Yugoslavia, El único Estado independiente desde mediados del siglo XIX, Serbia fue un protagonista importante en la guerra de los Balcanes y en la I Guerra Mundial, tanto como defensor de su territorio como unificador de las etnias en la región. Con la creación de la Yugoslavia socialista y la introducción del sistema federal se estableció un nuevo equilibrio étnico en el país y la influencia de esta república fue sustarncialmente reducida.

Las jóvenes generaciones serbias, las que nacieron y se educaron después de la II Guerra Mundial, fueron educadas en un clima de fraternidad y de fe en la Yugoslavia unida. Sin embargo, estos mismos jóvenes, afectados por el paro y el malestar económico, han visto con desaprobación cómo las expresiones nacionalistas no serbias eran relativamente toleradas, y las suyas castigadas, a veces sólo por cantar ciertas canciones. Han visto con desagrado cómo la Iglesia católica tenía mayor peso que la ortodoxa.

Hasta 1981 los serbios no expresaban públicamente su descontento -económico, político, cultural-, pero a partir de los primeros enfrentamientos armados entre los nacionalistas albaneses y la policía, la situación cambió. Al levantarse la censura sobre las noticias provenientes de Kosovo los medios de comunicación comenzaron a difundir la información acerca de la gestación del nacionalismo / separatismo albanés en contra de los serbios y los montenegrinos. La reacción a los acontecimientos en Kosovo fue emotiva y desmedida, pues provocó una oleada de nacionalismo y el renacimiento del orgullo nacional reprimido durante décadas.

Las iglesias ortodoxas comenzaron a llenarse de los visitantes laicos; los intelectuales y los escritores se sumaron a la oleada y rechazaron la tesis de que los serbios habían sido un pueblo hegemónico, comprobando que fueron internacionalmente marginados en la Yugoslavia de posguerra. Los miembros de la Academia de Artes y Ciencias elaboraron un documento en 1987 en el que mostraron con datos y fechas cómo Serbia fue intencionadamente excluida de ciertas inversiones económicas y su papel político reducido (este documento, conocido como el Memorándum, fue prohibido y duramente criticado, pero la mayoría de la gente lo leyó).

Los vínculos entre Serbia y Kosovo, región meridional de esta república, son históricos y étnicos. Kosovo es la cuna de su historia: allí se fundó el primer Estado serbio en el siglo XIII; allí está la mayoría de los monasterios ortodoxos. Los albaneses emigraron a esta zona en los siglo XVII y XVIII, cuando el territorio quedó relativamente despoblado a raíz de las grandes migraciones serbias hacia Voivodina. Durante siglos, las dos etnias tenían poco contacto, pero en el siglo XX empezaron los primeros conflictos. A partir de 1918, los albaneses quedaron marginados con la creación de Yugoslavia. Después de la II Guerra Mundial esa etnia adquirió todos los derechos como los demás ciudadanos yugoslavos, además de la autonomía. En 1945, un 62% de la población en Kosovo era albanesa, mientras que hoy día ellos representan más de un 80%. Durante décadas, los nacionalistas albaneses, apoyados por algunos políticos locales, fomentaron una política regional dirigida hacia la purificación étnica de la zona, con el objetivo de exigir la categoría de república, y posteriormente, según algunos intelectuales, pedir su inclusión en Albania. Este proyecto se ha realizado de diferentes maneras: se importó la población de Albania (unas 400.000 personas), se promovió la natalidad, se difundió la cultura albanesa con un carácter antiyugoslavo, se importaron textos escolares y maestros de Albania.

En 1981, al enterarse de las manifestaciones nacionalistas-separatistas albanesas, la opinión pública yugoslava en general, y la serbia en particular, estaba sorprendida a la vez que indignada. Durante décadas se ocultaba el alcance de los procesos nacionalistas en Kosovo, mientras que las manifestaciones similares (de mucho menos alcance) en otras zonas del país se reprimían duramente.

El nuevo Gobierno regional se comprometió a poner fin a la situación y garantizar la convivencia pacífica de todas las etnias. Pero la situación empeoró (o la información se difundía sin censura) y los abusos siguieron: más de 30.000 serbios y montenegrinos emigraron bajo amenazas distintas; se profanaron los cementerios y las iglesias ortodoxas; hubo múltiples violaciones de mujeres serbias; los albaneses ajenos a los violentos sentimientos nacionalistas fueron hostigados por sus propios hermanos.

Cualquier acontecimiento que años atrás hubiese pasado inadvertido adquiría proporciones alarmantes. Y lo que más sensibilizó a la opinión pública serbia fueron las largas marchas que los serbios de Kosovo emprendían hacia Belgrado en búsqueda de protección. Las masas decían que las autoridades locales no les prestaban atención y que estaban amenazados de muerte. Pedían libertad y el derecho a vivir en sus casas. En julio de 1988 los serbios y los montenegrinos en Kosovo Polje establecieron su comité de autodefensa y de coordinación de manifestaciones en todo el país a favor de su causa.

Milosevic, líder serbio

En este clima de gran tensión étnica surge Slobodan Milosevic, un nuevo líder de los comunistas serbios, que pide la revisión de la Constitución de 1974, lo que significa, entre otras cosas, recortar la autonomía de Kosovo y de Voivodina, prometer poner orden en Kosovo y garantizar el regreso de los serbios y los montenegrinos a la zona. Milosevic no prohíbe las manifestaciones serbias que piden la intervención en Kosovo y anuncia la conmemoración de las grandes batallas de la historia serbia. Más aún, este hombre tiene lo que el pueblo exige: honestidad, modestia y determinación. Sus actitudes pueden ser poco democráticas, pero los serbios nunca conocieron la verdadera democracia.

La situación es preocupante y alarmante porque el nacionalismo desenfrenado que motiva a las masas a salir a las manifestaciones tapa la verdadera problemática del país: crisis económica y fracaso de los experimentos yugoslavos: autogestión, papel del partido, federalismo y la vía propia al socialismo. Se necesita urgentemente un proyecto común -económico y político- para superar la crisis, pero el Gobierno actual parece incapaz de articular un proyecto que satisfaga a todas las regiones yugoslavas.

es periodista mexicana nacida en Yugoslavia.

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