La carta del general
Leo la carta del teniente general Allendesalazar. No entiendo, y por tanto no hablo de las consideraciones de tipo legal -comparación de regímenes; y situaciones penitenciarias dentro de este país y de los de este país con los de otros-. Me conmueve y casi me convence lo que, movido por razones de un mejor o peor entendido compañerismo, probablemente de amistad personal y sin duda de pura humanidad, dice el teniente general Allendesalazar. Sin embargo, no puedo por menos de hacer ver al teniente general que es muy difícil que, al considerar el caso de los ex generales del 23-F, el poder judicial, aplicando la ley, y el poder político, haciendo los; reglamentos, dejen de tener en cuenta un hecho que le diferencia de todos aquellos con los que otros lo quieran comparar: este hecho es que los ex generales del 23-F pertenecieron a una institución, la militar, cuyos miembros, si bien no tienen derechos como el de hacer huelga, sí que tienen pos¡bilidades -demasiadas veces traducidas en tristes realidades de nuestra historia- de hacer la guerra. No me refiero, claro está, de hacer la guerra en defensa de la nación, sino de hacer la guerra para imponer su voluntad a ésta. Debe pesar aquí en la deci sión de la justicia y, si tiene parte en ello, del Gobierno el recuerdo de la última guerra civil que tuvimos, y debe existir el deseo de que quienes después de arrasar el país se pudieron permitir el juzgar como rebeldes a quienes habían sido leales al Gobierno elegido por el pueblo no sean nunca más imitados por nadie.Como ahora al teniente general Allendesalazar, durante demasiado tiempo me dolió España. Quien como yo vivió de niño aquella tragedia nacional que fue la guerra civil, y después durante 40 años vivio bajo una dictadura que atropellaba todos los derechos y negaba la dignidad de la ciudadanía a este pueblo, en ab soluto desea que cosas como aquéllas se puedan repetir, y entiende que la justicia y el Gobierno democráticos quieran ejemplarizar con quienes un 23 de febrero pudieron llevamos a todos a vivir -y a muchos a morirotro drama de nuestra patria.
Los militares -prácticamente todos- que no participaron en la intentona del 23-F no tendrían por qué sentirse obligados por compañerismo a quienes ese día no añadieron honra, sino que, todo lo contrario, estuvieron a punto de quitársela al Ejército, pero se podría entender, eso sí, que no haciendo reproches al Gobierno, sino tras haber reconocido que el precedente del 18 de julio fue un trágico error histórico y haber hecho el compromiso de honor de no volver a romper compromisos de honor con la voluntad expresada libremente por el pueblo español, los compañeros y amigos de los ahora condenados y en prisión intercediesen por ellos. Por razones de simple humanidad con los ya demasiado viejos y enfermos, muchos demócratas de toda la vida, asumiendo ciertos riesgos, también lo harían.-
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