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Crítica:DANZA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Verificación de estilo

La actuación del Ballet Nacional de Cuba en el monasterio de El Escorial ha sido, sobre todo, la verificación de un estilo. La gala romántica ofrecida el viernes ha proporcionado a los amantes del ballet la recuperación del sentido de los pasos. El público, transportado siglo y medio atrás, captó el universo mágico y las inquietudes estéticas que animaron las producciones del ballet en la época romántica. Las curvas en brazos y tronco, las expresiones de cabeza ladeada y hacia adelante y los movimientos tímidos y recortados que han llegado hasta nosotros a menudo amanerados, con la compañía cubana adquieren valor, se ven como consecuencia inevitable del mensaje escénico.Las coreografías de Alicia Alonso están matizadas en la expresión según los temas y cuidadas para que la técnica no borre la interpretación. Giselle, que abrió el programa, estuvo interpretada elocuentemente y con limpieza técnica por María Elena Llorente, quien aparece en su dimensión justa: espíritu protector y enamorado, cuya presencia es sólo intuida por Albrecht.

Ballet Nacional de Cuba

La Gala Romántica. Giselle (segundo acto). Coreografía: Alicia Alonso. Música: Adolph Adam. Grand pas de quatre. Coreografía: Alicia Alonso. Música: Césare Pugni. Festival de las Flores en Genzano (grand pas).Coreografía: A. Bournonville. Música: E. H elsted y H. S. Pauili. Roberto el Diablo (pas de deux). Coreografía: Alberto Méndez. Música: G. Meyerbeer. San Lorenzo de El Escorial, 12 de agosto.

Las willis son mezcla de espiritualidad y feminismo perverso y hacen respirar aire de ultratumba. En este ballet la línea vertical ascensional es final de un proceso iniciado en la forma redonda del cuerpo, viéndose a la bailarina romántica que comienza recogida en sí misma y que abre su línea rítmicamente, para perderse en un movimiento al espacio que parece no terminar, gracias a la continuidad de la expresión en la forma.

El encuentro

La siguiente pieza fue el Grand pas de quatre. Es una deliciosa recreación de lo que debió ser el acontecimiento: una competición de divas, mezcla de coquetería, presunción y coreogrfía prêt-áporter que hizo Jules Perrot para lograr el encuentro. Ofelia González, Martha García, Gloria Hernández y Dagmar Moradillo dieron vida a Grisi, Taglioni, Grahn y Cerrito, en una rigurosa interpretación -lo más técnico de la noche- que fue muy aplaudida.Finalmente, tras el Festival de las Flores en Genzano, que no estuvo a la altura técnica de la escuela Bournonville, sobre todo en lo que se refiere a los chicos, llegó la actuación de Alicia Alonso, con el Pas de deux de Roberto el Diablo, coreografiado por Alberto Méndez, imaginando el primer baile en puntas que Filippo Taglioni hizo para que su hija se despegase del suelo.

Este antecedente de la sílphide fue pretexto para la aparición de Alicia, quien en figura fantasmagórica de espectro monjil, tétrico y cómico a la vez, recibió como de costumbre el cariño del público, acompañada por Oriando Salgado, que actuó de partenaire seguro.

Por encima del cariz que toma su presencia en escena -mezcla de admiración y morbo- para un público siempre en discrepancia sobre su permanencia en activo, es preciso contemplar la actuación de la bailarina Alicia Alonso como una lección de gran maestra.

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