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La toma de posesión de Borja en Ecuador genera un insólito encuentro de líderes latinoamericanos

Antonio Caño

La toma de posesión del socialdemócrata Rodrigo Borja, nuevo presidente de Ecuador, ha dado lugar a un insólito encuentro de jefes de Estado latinoamericanos, al que, por primera vez en la historia, se suma el máximo dirigente de Cuba, Fidel Castro. El relevo presidencial en Quito ha permitido la coincidencia en un acto oficial del líder del único país comunista de América Latina con el secretario de Estado norteamericano, George Shultz. Para hoy está prevista la llegada del presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, que no pudo asistir a los actos por impedírselo el presidente saliente.

Han pasado 17 años desde que Fidel Castro puso por última vez los pies en Suramérica. Fue entonces su polémica y larga visita al Chile de Salvador Allende. Desde 1971 sólo regresó al continente para visitar México en 1981 y Nicaragua en 1985. Nunca, sin embargo, había participado en un acto del significado del que ha tenido lugar en Ecuador, donde un presidente conservador, derrotado en elecciones democráticas, entrega el poder a otro de ideología y partido diferentes. "Mi presencia en Quito es una muestra de la amistad e identificación latinoamericana ante la impotencia de aquellos que no quisieran vernos tan unidos", declaró Castro a su llegada.Para llegar a este momento han tenido que coincidir una serie de circunstancias políticas y personales. Empezando por las segundas, habría que mencionar la intensa y extraña relación mantenida con Castro por el presidente saliente de Ecuador, León Febres Cordero, un hombre visceralmente derechista, que rompió relaciones diplomáticas con Nicaragua y ha sido considerado tradicionalmente como un fiel aliado de Estados Unidos.

Su trato con Fidel Castro ha sido, sin embargo, muy cálido, y la última prueba de esa buena relación fue la presencia el mes pasado en Ecuador de un centenar de expertos cubanos para combatir un brote dengue en la región tropical del país.

Mejora de relaciones

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En el orden político, no se puede separar la presencia de Fidel Castro en estos actos con su actual política de mejora de relaciones con América Latina y EE UU, en un momento en que cada día surgen nuevas dificultades en la alianza tradicional de Cuba con la Unión Soviética. La cumbre del Grupo de los Ocho, celebrada el pasado mes de noviembre en Acapulco, decidió invitar a Cuba a sumarse a la Organización de Estados Americanos (OEA).

La propuesta, que está siendo considerada por el Gobierno de la isla, podría volver a ser ahora objeto de debate, aprovechando la presencia aquí de significados dirigentes del continente, como los presidentes de Argentina, Raúl Alfonsín; de Uruguay, Julio María Sanguinetti; de Costa Rica, Óscar Arias; de Colombia, Virigilio Barco; de Venezuela, Jaime Lusinchi; y de Nicaragua, Daniel Ortega.

Están también presentes en Quito el presidente de Portugal, Mario Soares; el vicepresidente del Gobierno español, Alfonso Guerra, y varios vicepresidentes y ministros de Asuntos Exteriores.

La estancia de Castro en Quito se ha convertido, también entre la población, en el mayor atractivo de esta transmisión de poder. Una radio ecuatoriana abría en la mañana de ayer su informativo a los sones de las canciones Cuba, que linda es Cuba y Un Fidel que brilla en las montañas. Varios miles de personas dieron el martes vivas a Fidel y a Cuba en la puerta de la casa del pintor Oslvado Guayasamín, cuando entraba en ella el jefe de Estado cubano.

El paradero de Castro en Quito es secreto, pero constantemente se concentra público en la puerta de un céntrico hotel de la capital, con la esperanza, según comenta la propia gente, de conocer personalmente al líder de la revolución cubana.

Fidel Castro ha mantenido hasta ahora entrevistas con Rodrigo Borja y Mario Soares, y se espera que mantenga otros contactos, entre los cuales podría incluirse una conversación con Alfonso Guerra. El vicepresidente español conversó ayer con Sanguinetti y tiene previsto hacerlo con Daniel Ortega.

La visita de Ortega

La visita del presidente nicaragüense es otro de los platos fuertes de estos días. Precedida por una fuerte polémica entre portavoces sandinistas y el Gobierno ecuatoriano saliente -el ministro de Información nicaragüense, Manuel Espinoza, ha estado a punto de ser expulsado de Ecuador-, la llegada de Ortega está acompañada de una gran campaña publicitaria para convertir su visita en un acto de solidaridad con Niracagua y de rechazo a la política de Estados Unidos con ese país.

["La transición de un Gobierno democrático a otro es el acto supremo de la democracia; y para participar en él se encuentra la delegación española en Quito, declaró ayer Luis Yáñez, secretario de Estado para la Cooperación Internacional y para Iberoamérica, informa Efe. "En este caso", agregó Yáñez, "hay que añadir la amistad y la simpatía con que el Gobierno socialdemócrata del PSOE ve la llegada al poder de Rodrigo Borja, de nuestra misma ideología".]

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