El 20 de agosto comienza el alto el fuego en el Golfo
"La guerra del Golfo está llegando a su término. Queremos un paraíso de paz en la tierra y pedimos al mundo civilizado que encuentre un modo de impedir agresiones como las que nuestro país ha sufrido en los últimos ocho años", proclamó ayer con solemnidad el hoyatoleslam Alí Jamenei, presidente de la República Islámica de Irán. Sus palabras fueron pronunciadas lloras antes de que el secretario general de la ONU anunciara que el día 20 de agosto comienza el alto el fuego. Irak declaró tres días de fiesta para celebrar el acuerdo, mientras que Irán dijo que "aceptaba todas las propuestas" de Javier Pérez de Cuéllar y que "cesaría inmediatamente toda actividad militar en tierra, mar y aire".
Pérez de Cuéllar propuso al Consejo de Seguridad la formación de un cuerpo de 350 observadores, reforzado por pequeñas unidades militares de tierra, mar y aire, que durante seis meses deberán velar por el respeto del laboriosamente conseguido alto el fuego. La misión costará un mínimo de 74 millones de dólares (unos 8.900 millones de pesetas) y, sobre todo, se presenta muy ardua por la desconfianza mutua de los dos países que han protagonizado la más larga y mortífera guerra convencional desde la derrota de la Alemania nazi. El frente de batalla a controlar tiene más de 1.300 kilómetros de extensión, y está sacudido al Norte por la revuelta kurda y enmarañado al Sur por las complejidades del estuario del Chat el Arab."Esperando el anuncio del Día D", así puede resumirse la jornada teheraní de ayer. Pérez de Cuéllar lo ha conseguido. Al incorporarse en la tarde de ayer a su oficina en la sede neoyorquina de la ONU, mostró su contento y afirmó que no esperaba obstáculos de último momento para fijar ese Día D. Efectivamente, a las 22.15 hora peninsular, el diplomático peruano informó que a las cinco de la madrugada del 20 de agosto entraría en vigor el alto el fuego. Pérez de Cuéllar indicó que había pedido a Irán e Irak que envíen a Ginebra a sus representantes el día 25, para iniciar las conversaciones directas bajo los auspicios de la ONU.
"Hemos conseguido una victoria diplomática", afirmó ayer un portavoz del Ministerio iraní de Asuntos Exteriores, en relación con la retirada de la exigencia iraquí de negociaciones directas con su rival antes de silenciar las armas. Teherán está convencido de que el presidente iraquí Sadam Hussein dio marcha atrás el pasado sábado, a causa de las presiones que recibió de Washington, Moscú y de sus aliados regionales.
Irán, no obstante, está dispuesto a "negociar cara a cara con Irak en el marco de la resolución 598", afirmó Jamenei. El presidente Irán, reiteró la voluntad de su país de cooperar sin reticencias con Pérez de Cuéllar en la aplicación de las sucesivas fases de esa resolución.
Jamenei efectuó estas declaraciones al inaugurar la Conferencia Internacional sobre Defensa y Agresión que se celebra en Teherán y en la que participan unos 200 expertos de Estados Unidos, Alemania Occidental, Canadá, India, Japón, Francia, Turquía, Reino Unido y otros países. Entre los asistentes se encuentra el pensador francés Roger Garaudy, convertido hace unos años al islam.
"La agresión militar iraquí no estuvo motivada por una diferencia sobre fronteras. Fue un esfuerzo por aplastar la revolución islámica..., pero hemos logrado defendernos y sobrevivir, y hoy somos más fuertes que hace ocho años", dijo Jamenei.
El presidente de la República islámica lamentó que ninguna de las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU sobre la guerra del Golfo hubiera mencionado a Irak como el agresor. Su intervención, por otra parte, dio a entender que, aunque las armas callen, la reconciliación de Teherán con Bagdad no es cosa de poco tiempo.
Uno de los participantes en la Conferencia sobre Agresión y Defensa, el profesor norteamericano James Bill, declaró a EL PAÍS: "La guerra del Golfo ha probado que no se puede vencer a una revolución, y menos si está armada con las ideas de yihad (guerra santa) y chahadat (martirio). Para el especialista norteamericano en el Golfo, "lo sorprendente es que Irak no haya ganado, pese a su abrumadora superioridad militar y el apoyo de las superpotencias. La fuerza de Irán ha sido su moral".
Contento en Teherán
Teherán ha recibido con contento la paz, aunque los tonos sean distintos según los barrios. En el norte de la ciudad, habitado por los restos de las clases que apoyaron al sha, se espera sobre todo apertura en materia de costumbres y hábitos vestimentarios. El lunes por la noche, en el restaurante El Padrino, último reducto de esos grupos sociales, se brindaba con cerveza sin alcohol y las mujeres llevaban velos de colores y medias de fantasía.
En los sectores populares que han derramado su sangre por la revolución y la caída del régimen de Sadam Hussein, es perceptible una cierta desilusión. "Aceptar ese algo el fuego es doloroso para una familia como la mía, cargada de mártires", decía Habilula Nasrula Tabar, un basilyi o voluntario de 20 años. Pero como también decía Shirzad Darzi, comandante de una unidad de pasdaranes o guardias revolucionarios, "no nos concierne lo que haga o deje de hacer el Consejo de Seguridad. Si el imam Jomeini nos ordena luchar, lo hacemos. Si nos pide que detengamos el fuego, obedecemos sus órdenes. Él es nuestro padre".
El mulah (religioso) Janali Taquipur expresó los temores iraníes: "No soy demasiado optimista respecto a la aplicación de los artículos de la resolución 598 que piden la designación del agresor y el pago de reparaciones por los daños de la guerra".
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