"He vivido el siglo", dice Roger Garaudy
"He vivido el siglo", dice al final de la conversación el filósofo Roger Garaudy, que pese a haberse prometido no hacerlo, escribe sus memorias. Cristiano y marxista durante años, convertido al islamismo, director de un centro en Córdoba de diálogo entre las tres culturas, Garaudy participa en un seminario sobre Pesimismo y nihilismo, en los cursos de verano de El Escorial.Garaudy ha escrito que lo que más quiso siempre fue armonizar fe, arte y política, y en efecto, hable de lo que hable, siempre se tiene la sensación de que lo remite a un mismo tronco. "Lo que siempre me fascinó de Córdoba es que durante tres siglos fuera la ciudad más importante de Europa, cuando París, Londres y Madrid no eran más que burgos. Más importante me parece aun que durante el apogeo cordobés la ciencia no quedara separada de la sabiduría, y que se hiciera una reflexión permanente sobre los fines. Además, no se buscó ni una causa ni un fin últimos, y de ahí la permanente unión, en la cultura cordobesa, de la ciencia y la sabiduría con la fe". Y ésta, el Islam, es a juicio de Garaudy el común denominador de las otras religiones: en el Corán, Abraham es considerado el padre de la fe, y Moisés y Jesús son profetas.
Lo de la reflexión permanente sobre los fines es algo extremadamente actual: "Nuestros tecnócratas tienen por costumbre no interrogarse sobre los fines. Actúan como si todo lo técnica y científicamente posible fuese deseable y necesario, lo que no está nada claro".
"Vivimos la religión de los medios", piensa Garaudy, y ejemplo es no sólo la inminencia de la manipulación genética -si es que no ocurre ya-, o el poder de la televisión, "algo aterrador". "En el fondo", dice, "parece como si los fines estuvieran incluidos en los medios: crecer a toda costa, producir con independencia de que sea útil, inútil, o incluso mortal: algo especialmente grave en una época en la que podemos destruir la humanidad. En Hiroshima murieron 110.000 personas en un instante. Ahora tenemos la capacidad de repetir un millón de Hiroshimas". Y concluye: "No plantear el problema de los fines puede conducir a la destrucción del planeta".
Un periodista escéptico
Periodista durante varios años, Garaudy es sumamente escéptico respecto al presumible deseo de los periodistas por encontrar la verdad. Pero lo que le parece aberrante de verdad es el concepto global de la información que yace bajo la creencia de que sólo lo excepcional es noticia: por ejemplo, no que un hombre ame a su mujer, sino que se la coma. "Una concepción de la información que me parece bárbara, pero que desgraciadamente es la imperante: se habla más de una plaga de langosta que de la lucha contra el analfabetismo".Así, Garaudy considera que la visión que se tiene en Occidente de Irán y de su aún humeante conflicto con Irak es una visión manipulada. "No es una guerra de religión, ni entre árabes y persas, y sus causas son exteriores".
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