A media asta

La petición que han hecho Giovanni Falcone y los otros ocho jueces anti-Mafia de Palermo para ser transferidos a otra sede ha caído como una bomba el último día del mes de julio.El Consejo de Ministros se puso en marcha tarde, tardísimo, sólo después de que su presidente, el jefe de Estado, Francesco Cossiga, en una medida extraordinaria por su mérito, dijera claramente que quería explicaciones de lo que estaba sucediendo en Palermo.

El Consejo Superior de la Magistratura, ciego y sordo, se puso en movimiento tarde. Pero peor fue el Gobierno, y especialmente el ministro del Interior, porque el jefe de policía llegó a Palermo sólo después del llamamiento del presidente de la República. En la Jefatura de Policía de Palermo ya se sospechaba: una llamada telefónica de amenaza de la Mafia se había realizado desde la misma jefatura.

El Parlamento se movió todavía más tarde. Una de las primeras cosas que tenía que hacer tras las elecciones del año pasado, a recomendación de la anterior legislatura, era constituir la comisión anti Mafia con poderes especiales.

Así, mientras crecían y se exasperaban los conflictos internos, los jueces y todos aquellos que combatían a la Mafia han visto crecer en torno suyo el abandono por parte del Estado.

Norberto Bobbio dijo una vez que un país donde domina la Mafia debería tener la bandera a media asta. Hoy es uno de esos días.

31 de julio