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Irak se ve presionado para que suavice su posición

Bagdad ha sufrido en los últimos días una discreta pero intensa presión de los cinco miembros permanentes del consejo de seguridad de la ONU (EE UU, URSS, Reino Unido, Francia y China) para que no se deje llevar por su actual impulso ofensivo y haga fracasar las posibilidades de paz, informan fuentes occidentales en la capital iraquí. [El embajador estadounidense en la ONU, el "prudentemente optimista" sobre un pronto acuerdo para el alto el fuego, informa Reuter].

Javier Pérez de Cuéllar, secretario general de las Naciones Unidas, emprende esta semana la difícil tarea de acercar las posiciones de Irak e Irán respecto a un alto el fuego en la guerra del Golfo. [Pérez de Cuéllar reconoció ayer en una entrevista televisada que la tarea será "muy complicada" y anunció que pedirá a Irán e Irak que acepten una tregua inmediata a la espera de la fecha del inicio del alto el fuego, informa France Presse]. El ministro iraní de Asuntos Exteriores, Ali Akbar Velayati, emprendió ayer viaje hacia la sede neoyorquina de la organización. Su homólogo iraquí, Tarek Aziz, recibió el pasado viernes autorización de su presidente para efectuar ese mismo viaje, en respuesta a las presiones internacionales. Bagdad, no obstante, sigue insistiendo en que prefiere conversaciones de paz directas con su rival a partir del plan de cinco puntos; que ha elaborado.[La agencia iraní Irna anunció ayer la llegada a Teherán de una misión especial de la ONU de cinco miembros para estudiar la situación de los prisioneros de guerra. No estaba claro, sin embargo, si había llegado también la misión militar de la ONU encargada de establecer los detalles del alto el fuego, informa Reuter.]

El principal argumento empleado por los países que aconsejan flexibilidad a Irak es la necesidad de reforzar la posición del hoyatoleslam Rafsanyani, presidente del Parlamento y comandante en jefe de las fuerzas armadas de la República Islámica. "Hay que dar una paz honorable a Rafsanyani, un líder pragmático y consciente de que la continuidad de la guerra pone en peligro el actual régimen iraní", afirma un observador de la guerra del Golfo, con varios años de estancia en Bagdad.

[El presidente iraní Ali Jamenel, anunció que había decidido viajar al frente y, a través de Radio Teherán, hizo un nuevo llamamiento a la Yihad -guerra santa musulmana-. Pidió "a todas las capas de la población" capaces de mantener un fusil que lo siguieran para "aplastar al agresor iraquí", informa France Presse.]

"Irak no tiene pretensiones territoriales sobre Irán", titulaba ayer en su primera página y con gruesos caracteres The Baghdad Observer. El diario recogía unas declaraciones del ministro de Información y Cultura, Latif Nasim al Jasem, en las que éste volvía a asegurar que las últimas operaciones militares iraquíes sólo tienen como fin liberar la totalidad de su territorio, en poder aún de los iraníes. Ayer, sin embargo, prosiguieron los combates aéreos y terrestres en diversos puntos del frente entre ambos contendientes, pese a que el Tercer Ejército iraquí informó de la retirada del frente sur, "por iniciativa propia y no porque hayan sido rechazados por los iraníes". [Sin embargo, la aviación iraquí volvió a bombardear ayer posiciones civiles cercanas al frente, en Karab e Garb, según la agencia de prensa iraní Irna, recibida en Nicosia.]

Rehenes

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[Desde Beirut, France Presse recogió, ayer, la declaración del jeque Mohamed Fadlalá, dirigente espiritual de los shiíes pro-iraníes en Líbano en la que pide "a todas las partes implicadas en el problemas de los rehenes occidentales que encuentren una salida al asunto, a través de acciones políticas que consigan una solución justa y feliz". El secretario de Defensa norteamericano, Frank Carlucci y el secretario de Estado Ajunto, John Witehead, declararon anoche en sendas entrevistas televisadas que Estados Unidos estaba dispuesto a iniciar negociaciones formales con Irán para resolver la situación del los rehenes en Libano, informó France Presse.]

Aunque no tan exahusto, ni mucho menos, como su rival, Irak necesita también que se callen las armas. La destrucción de carreteras, puentes, industrias y hospitales en la antigua Mesopotamia se cifra en más de 50.000 millones de dólares (unos seis billones de pesetas). Mientras que lo dejado de ganar en los últimos ocho años en concepto de exportaciones petrolíferas, industriales y agrícolas, asciende a casi 200.000 millones de dólares.

Estas descomunales cifras se hacen sentir en la vida cotidiana de los habitantes de Bagdag. La ciudad, una de las de fachada más moderna del mundo árabe, está prácticamente intacta, con sus hoteles de lujo, su iluminación desmesurada, las autopistas y los futuristas monumentos construidos en honor de Husein. Pero tras ellos se esconde un dinar que se cotiza en el mercado negro a un precio seis veces inferior al oficial. Hay carestía de algunos alimentos y el precio de los productos manufacturados de importación se ha disparado.

Sadam Husein, el Takriti, ha logrado contrarrestar la impopularidad de la guerra con un tremendo esfuerzo para mantener el nivel de vida de los iraquíes en un nivel semejante al de finales de los años setenta, cuando ese país estaba destinado a ser uno de los más prósperos del universo por sus riquezas petrolíferas. Casi lo ha conseguido al precio de una deuda externa enorme, unos 60.000 millones de dólares tan sólo en deuda civil. No hay, sin embargo, nubes que amenacen seriamente su poder.

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