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La Prensa soviética revela la existencia de 'mafias' rigurosamente organizadas

Pilar Bonet

El crimen en la URSS está rigurosamente organizado en mafias, que protegen y asesinan de acuerdo con impuestos y tarifas estipuladas e incluso celebran congresos sobre cuestiones organizativas, como su propia perestroika. Así lo ha manifestado el teniente coronel de la policía y jefe de investigación, Alelisandr Gurov, en una entrevista sin precedentes publicada en el último número del semanario Literaturnaia Gazeta.

Gurov, autor de una reciente tesis doctoral sobre el crimen en la URSS, distingue entre delincuencia tradicional y mafia. Este segundo fenómeno implica la complicidad de un aparato estatal corrompido. La mafia soviética, tal como ahora existe, comenzó a manifestarse de forma aislada en los sesenta y se consolidó como un fenómeno social en los setenta. Esta época se caracterizó, según Gurov, por un trasvase clandestino de fondos estatales a un próspero sector privado que operaba en una estructura de fábricas y talleres de economía sumergida.Las diferentes organizaciones criminales, "y en primer lugar las económicas y gansteriles", se decidieron a unirse, explicaba Gurov, y así, a mediados de los años setenta, se celebró un congreso en una de las ciudades del Cáucaso del Norte. "Los comerciantes clandestinos acordaron pagar el 10% de sus ingresos como protección, para que no les tocaran e incluso les protegieran". Otro congreso se celebró en 1985 en una ciudad del mar Negro" y estuvo dedicado a la "perestroika del trabajo en vista de la activización de la policía".En la actualidad, el crimen organizado tiene tres niveles en la Unión Soviética. En el primero, se encuentran los grupos delictivos sin acceso a la estructura de1 poder, que actúan en algunas zonas de la provincia rusa. En el segundo están quienes tienen relaciones con funcionarios corruptos y, en el tercero, los más fuertes, varios grupos unidos en clanes, dirigidos por uno de ellos.

Gurov asegura que no existe una mafia estatal y que cada clan controla un territorio. Los dirigentes de estos clanes se conocen entre sí y respetan un sistema de jerarquías establecido. Existe también un tribunal especial que falla en las disputas territoriales entre los clanes.

Controlar ciudades pequeñas

Por consideraciones de prosperidad económica, las mafias están extendidas, sobre todo en las regiones del Sur de la URSS, en las ciudades ucranianas de Kiev, Lvov, Odesa, Donetsk y Dnepropetrovsk,en Moldavia y también Moscú, Leningrado y otras ciudades. En el mundo delictivo, asegura Gurov, se ha puesto de moda ejercer el control en una ciudad pequeña y ésto se hace extensivo a algunas de las localidades satélites de Moscú.

Los escándalos de corrupción de Uzbekistan son sólo un ejemplo de las actividades clandestinas que proliferan en el país. En Jabarovsk (en el Extremo Oriente soviético), una organización delictiva llamada Dirección recolectaba un fondo de ayuda mutua para los mafiosos encarcelados. "Según nuestros datos, a los líderes, de la mafia les pagan contribuciones no sólo los comerciantes clandestinos, sino también los rateros, los traficantes de narcóticos, vendedores nocturnos de vodka y las prostitutas", afirmaba Gurov. Éste se refirió a un reciente tiroteo en Moscú entre dos grupos deseosos de hacerse con el control del juego callejero de los tres cubiletes, de moda en la capital. Un asesinato por encargo cuesta, según las estimaciones de Gurov, "entre 30.000 y 100.000 rublos" (un rublo equivale a unas 200 pesetas). Mucho más cara es la nómina de sobornos a funcionarios del Estado, a lo que se destinan dos tercios de lo robado, según el funcionario.

Gurov llegaba a afirmar que Yuri Churbanov, el ex viceministro del Interior y yerno de Breznev, es un "cero a la izquierda" en la élite de padrinos de la mafia. Los clanes son dirigidos por antiguos deportistas, o delincuentes profesionales o funcionarios discretos y grises. Según el autor de la entrevista, Gurov no excluía la posibilidad de que los, clanes, que han creado grupos armados, puedan utilizarlos "para desestabilizar la situación en el país".

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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