En algún lugar del corazón
La vigesimotercera edición de Jazzaldia -Festival de jazz de San Sebastian- se abrió con los más clásicos sonidos de la historia del jazz. Anoeta se convirtió en una calle, un cementerio o una boda de la vieja Nueva Orleans, y la entrañable y animosa música de desfile y funeral de los primeros días de nuestro siglo nos recordó, una vez más, de dónde proviene todo esto que ahora llamamos jazz.De la mano de la Rebirth Marching Band la más pura tradición convierte en actualidad, casi novedad para muchos, y la música danzante y optimista del marti gras consigue atraer por igual a neófitos y entendidos, que ya no se sonrojan al ser sorprendidos tarareando y palmeando un When the saints.
Rebirth Marching Band
Mint Juleps y Cannen McRae con Clifford JordanPolideportivo de Anoeta, 19 de Julio.
La Rebirth calentó los ánimos desde el escenario y también desde la pista, y de eso se trataba: un simpático y rítmico inicio del festival.
Tras la agradable bienvenida de la Rebirth, la agradable sorpresa de la noche -y casi seguro de todo el jazz al día- se llamó Mint Juleps. Seis Jovencísimas y entre nosotros casi desconocidas londinenses que, con total descaro y luciendo un encantador desparpajo, volvieron a demostrar, por si alguien lo dudaba, que el ritmo se lleva dentro, en algún lugar cerca del corazón, y que para dejarlo ir a borbotones no son necesarios ni siquiera los instrumentos musicales. Y el gigantesco escenario de Anoeta se les quedó pequeño.
Dinamita
Casi 50 minutos de música a cappella, preñada de un ritmo explosivo. Puro gospel matizado por la fuerza del soul y mezclado en proporciones considerables con el más potente rythm and blues y glamurosas dosis de ooh pah ool. Armonías elementales, ejecutadas de forma sencilla sobre ritmos contagiosos. Nada de espectacular o artificioso; todo, absolutamente todo, sencillamente natural y cercano, tal vez por eso cautivador. Pura y atronadora dinamita.Las seis voces de Mint Juleps, que se tuman en las partes solistas, poseen la profundidad de las iglesias negras y la penetración de los más agresivos rockers. Debbie C. y Sandra se mostraron como dos soulwomen de indiscutible categoría. En Anoeta el público sucumbió ante el hechizo y acabó en pie.
Carmen McRae era el teórico plato fuerte de la noche y posiblemente lo fue, pero la juvenil sorpresa de Mint Juleps oscureció algo su éxito. Esas baladas que Carmen dice como nadie volvieron a nacer con la fuerza de siempre, con el encanto añadido que proporciona la sabiduría de la experiencia. Los años pasan y las voces lógicamente se resienten, pero Carmen no sólo moviliza sus cuerdas vocales para cantar: pone todo su sentimiento, y eso es precisamente lo que nos enamora.
Babelia
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