Funcionarios de prisiones
Quisiera, a través de su periódico, poner de relieve un aspecto que queda soslayado en las informaciones y comentarios sobre la situación penitenciaria española. El Defensor del Pueblo puso de manifiesto la caótica situación de las prisiones; los medios de comunicación se están haciendo eco con bastante frecuencia de las paupérrimas condiciones de vida de los presos; las informaciones del reciente congreso sobre el SIDA vienen a echar más leña al fuego, y así un largo etcétera de noticias que tratan de sensibilizar a la opinión pública de la situación de estos cementerios de hombres vivos (como los denominan los propios internos), en los que hay de todo menos reinserción.A pesar de todo, la Administración, en un alarde más de prepotencia, no se enfrenta al problema de cara y de forma contundente, y los internos siguen hundiéndose en su miseria.
Cuando reflexionamos sobre esto, ¿a quién se le ocurre pensar en los funcionarios de prisiones? Yo quisiera, a través de esta carta, que la gente supiera quién se encuentra en medio de estos dos polos, quiénes son los encargados de mantener una situación de caos basada en una gran desproporción entre fines y medios, quiénes son la piedra de choque de una mala gestión por parte de la Administración y de las rebeldías de hombres abandonados entre cemento y rejas, quiénes padecen los secuestros, las drogas en las cárceles, etcétera.
No quiero con esto elevar a la categoría de héroes o mártires a los funcionarios de prisiones, pero sí pretendo que la opinión pública sepa que en medio de todo esto hay un colectivo de trabajadores que no llevan pistola ni porra, que no son represores ni verdugos y que sufren muy directamente en sus carnes la dureza de sostener lo insostenible.
Leonardo Villena.
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