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LA PAZ SE ASOMA AL GOLFO

Dos revoluciones en peligro

La reconstrucción, objetivo prioritario para los contendientes cuando acabe el conflicto

El proceso de paz iniciado entre Irán e Irak coloca como objetivo prioritario de ambos regímenes revolucionarios, si quieren subsistir políticamente, la reconstrucción económica de los contendientes. Sus industrias petroleras, pulmones económicos de ambos beligerantes, han sido las más dañadas. Las consecuencias de la guerra sobre las poblaciones iraní e iraquí, que han visto descender su nivel de vida hasta límites de subsistencia, auguran convulsiones sociales de largo alcance.

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El endeudamiento exterior se perfila como palanca única para salir de la postración posbélica, pero ello pondrá en peligro los logros revolucionarios de los que Bagdad y Teherán alardeaban y sobre los que, hasta ahora, ambos se legitimaban ante sus pueblos.Tanto el régimen de Teherán como el de Bagdad habrán de afrontar la responsabilidad política de explicar a sus pueblos por qué prolongaron durante ocho años una guerra de usura como la que les ha arruinado y cuya supuesta utilidad resulta intangible en términos materiales. Por el contrario, las cifras de las pérdidas humanas, un millón de víctimas, y materiales -destrozos económicos por valor de 400.000 millones de dólares en Irán, y algo más de la mitad en Irak- resultan evidentes.

El precio pagado por los dos contendientes ha sido tan elevado que, con los datos en la mano, su mutua condición prebélica de cabezas del Tercer Mundo difícilmente podrá mantenerse antes de que transcurran varias décadas.

En Irán, la economía ha quedado desbaratada por la guerra. Las rentas procedentes del petróleo han pasado de nutrirse con los aproximadamente 2.300.000 barriles diarios de crudo que los pozos del Golfo Pérsico bombeaban en los primeros días de la guerra, en septiembre de 1980, a los 300.000 después, salen repartidos entre la machacada y semidestruida terminal de la isla de Jarq, foco predilecto de la atención de la aviación iraquí, y de las acosadas plataformas de Sirri, unas millas atrás de la embocadura del estrecho de Ormuz.Los costes de los fletes y los seguros se han multiplicado por 20 desde el inicio de la guerra, en cuya primera etapa, entre septiembre de 1980 y el verano del siguiente año, permitieron cobijar la esperanza de que refinerías como la gigantesca de Abadán, en Irán, o Basora, en Irak, a unos 40 kilómetros una de otra, funcionarían sin grandes problemas. Las plantas iraquíes de Kirkuk y Mosul, y las refinerías iraníes de Teherán, Ahvaz y Tabriz, se encuentran en pésimas condiciones tras los numerosos ataques sufridos. El único puerto iraquí, Basora, permanece inactivo desde que comenzó la guerra, en septiembre de 1980.Paro alarmante

Sectores enteros de la economía iraní, fundamentalmente el petroquímico, el siderúrgico, el del cobre y el de la industria automotriz, han quedado reducidos a menos del 20% de su capacidad. Las cifras de paro real son alarmantes en Irán y muy considerables en Irak.La diversificación económica intentada por los regímenes revolucionarios iraní e iraquí para salir del ciclo económico dependiente del petróleo como única fuente de riqueza ha experimentado un frenazo dramático. En ambos países, la economía ha quedado reducida a un esquema de guerra que, mediante sangrantes y desiguales trueques, canjea directamente riquísimo crudo por alimentos, armas o tecnología media.

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Teherán pudo mantener durante los primeros años de la contienda la inflación bajo control, por debajo del 15%, según cifras oficiales, al tiempo que se contenía el endeudamiento en límites tolerables.Para Irak, los costes de la guerra no han sido menores. Con un endeudamiento superior al iraní, su aparato productivo ha sufrido menos y la reconstrucción se adivina algo menos costosa, siempre y cuando el mercado mundial petrolero mantenga las pautas de la década pasada.

El resultado de la guerra pasará su factura a los dirigentes políticos de ambos bandos, que necesitan a partir de ahora restañar su política de alianzas y captar créditos e inversiones que permitan la reconstrucción de Irán e Irak. Un nuevo ciclo de dependencia económica y política se abre.

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