Que no falte la disciplina

Los lectores de EL PAÍS saben que normalmente estas reseñas de conciertos comienzan con una ficha en donde, con letra pequeñita, se indican los nombres de los intérpretes. En esta crónica es imposible empezar así. La primera jornada ha constado de 67 actuaciones musicales diferentes.Una de las razones de que semejante locura funcione es que los asistentes se portan muy bien.Todo lo hacen muy ordenadito y con mucha disciplina. Menos formales son los inúsicos, que, o no vienen, como Vi Redd, o empiezan tarde, como casi todos.

Estaba prevista una inauguración a lo grande, con Miles Davis; Miles también se retrasó, pero, aun así, fue de los primeros. Los aficionados veteranos nos habíamos ilusionado a principios de año con la noticia de que Miles iba a traer a Europa su grupo de los sesenta, con Wayne Shorter y Herbie Hancock. Pero no era verdad, y Miles se ha presentado aquí, como en todas partes, con su grupo actual, una formación muy electrónica y muy moderna. Los escépticos suelen decir quecon esta banda, Miles cae en la tentación ole dar todas las veces el mismo concierto, mientras que los organizadores argumentan que Miles siempre dice cosas nuevas.

Wayne Shorter y Herbie Hancock también están en el programa, pero cada uno por su lado. Shorter actúa el último día, con Carlos Santana, y Hancock ha actuado al final de la jornada. que abrió su ex jefe. Lleva Hancock de invitado a Michael Brecker, un aplicado saxofónista que se sabe la lección muy bien.

En tantísimas sesiones hubo, como es lógico, muchas cosas notables. Hago una lista subjetivísima: el contraste entre el reposo de Shirley Horn y el nervio cle Judy Roberts, dos cantantes y pianistas que actuaron seguidas en la misma sala; Grappelli, que se ganó al público inmediatamente, a pesar del retraso y del lío de sala en que tuvo que tocar; Lionel Hampton, otro incombustible a quien todavía le queda hurrior para tocar el vibráfono, cantar, bailar y dirigir una banda buenísima, Red Tyler, con un precioso sonido al saxo tenor; Buddy Collette, impecable; Kirk Lightsey, que primero acompañó a Vony Chico Freeman y, como seis horas después, dio un bonito recital de piano solo. Para mí, lo mejor del festíval hasta ahora.