Duros combates interpalestinos en los campos de refugiado s de Beirut
A. E., Animados por el éxito obtenido en el campo de refugiados palestinos de Chatila frente a los hombres de Yasir Arafat, los seguidores de Abu Musa parecen dispuestos a repetir su jugada en el vecino Burj el Barajne. Los combates se intensificaron el pasado lunes, que concluyó con un resultado de siete muertos y 47 heridos, y ayer seguían escuchándose las detonaciones de los obuses y el tableteo de las ametralladoras.
Desde que Al Fatah-Comando General, el grupo de Abu Musa, se hiciera con el control de Chatila, el pasado 28 de junio, sus esfuerzos se han concentrado en el último bastión arafatista en Beirut. Buri el Barajne, situado también en los suburbios meridionales de la capital libanesa, ha sido sometido desde entonces a un asedio implacable. El objetivo: obligar a los partidarios de Al Fatah, el grupo mayoritario de la OLP que dirige Arafat, a abandonar el campo.
Lo que los palestinos prosirios que capitanea Abu Musa consideran una operación de limpieza para alejar de los campamentos a los "desviacionistas" y demostrar la verdadera correlación de fuerzas sobre el terreno, es presentado por los arafatistas como un plan orientado a desarmarles, construir el campo y desplazar a su población.
En el trasfondo, la consabida lucha por el control del liderazgo palestino, que ni la reunión del Consejo Nacional Palestino (CNP) de 1987, consagrada a la unidad, ni la reciente reconciliación entre Arafat y el presidente sirio, Hafez el Asad, a raíz de la muerte de Abu Yihad, han conseguido superar.
La realidad es que el "abrazo" de Damasco despertó recelos entre los grupos prosirios a la vez que era supravalorado por los "ortodoxos" prestos a ver éxitos por todas partes, fruto del entusiasmo de la "intifada" (levantamiento popular en los territorios ocupados). En este clima de euforia, los seguidores de Arafat echaron inicialmente de los campos a los hombres de Abu Musa, que finalmente han conseguido dar vuelta a la tortilla. El armamento empleado, ametralladoras pesadas y morteros de gran calibre, hace sospechar que el apoyo sirio haya podido ser esta vez algo más que ideológico.
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