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Los autores norteamericanos de novela negra reconocen la herencia de Hammett

Algunos de los más representativos autores de la actual novela negra norteamericana debatieron el lunes en Gijón la evolución del género en EE UU, en una de las más interesantes mesas redondas que se han celebrado en la I Semana Negra. Todos reconocen la herencia de Dashiell Hammett, pero buscan nuevas fórmulas que se adapten a la realidad de estos últimos años del siglo XX.

Jerome Charyn, Joe Cores y Donald Westlake, entre otros, coincidieron en que la buena novela negra experimenta con el lenguaje, la estética, la estructura y el análisis de la problemática social en una forma en que no lo hace la literatura en general. Dentro de 50 años", afirmó Charyn, "se reconocerá que una de las más importantes aportaciones a la literatura se ha hecho desde el género negro".Jerome Charyn (El cuarteto de Isaac, Panna María y Gritos de guerra sobre la avenida C, entre otras novelas) es una de las figuras más interesantes de la nueva literatura policiaca y su influencia ha sido decisiva en el polar francés.

Charyn reivindicó la figura de Hammett como introductor de una nueva estética del lenguaje. "Lo malo de Estados Unidos", dijo, "es que no tiene sentido de la historia. Los norteamericanos han hablado mucho de Hammett como el papaíto de la novela dura criminal, pero se ha hablado poco de su relación con la estética, de la magia de sus frases. Han tenido que ser los franceses quienes nos explicaran cómo es este Hammett. Y los ingleses quienes nos explicaran a Chandler. Y fueron también los franceses quienes descubrieron a otro gran escritor de novela negra: William, Faulkner".

Para Donald Westlake, los escritores norteamericanos han superado la etapa en que "todos redescribían a Humphrey Bogart. Ahora se cuentan historias de hombres y mujeres, historias que están sucediendo actualmente".

Joe Gores, cuyo libro más conocido, Hammett, está a punto de aparecer en una nueva ediciórr en castellano (Júcar), opinó que la aportación de "gentes que salen de todos los lados de la vida y que han llegado a ser escritores después de trabajar como detectives, abogados, médicos, etcétera, ha contribuido decisivamente a cambiar la literatura policiaca de los últimos 20 años, en la que han aportado su riquísima experiencia...".

Gores, que trabajó como detective privado durante 11 años, explicó: "Cuando yo empecé era el único ex detective real que se dedicaba a la literatura policiaca en aquellos años. Traté de aplicar los procedimientos que desarrollaban los detectives privados en la sociedad. Ahora hay varios". Gores, que publicó su primera novela en 1969 y ha evolucionado, recordó que "Faulkner dijo que siempre se busca la perfección, pero el que la encuentra ya no tiene nada que hacer y se puede morir".

William Bayer, autor de novelas como Pattem crimen, explicó que el tratamiento que los actuales escritores norteamericanos de novela negra dan al tema de la policía ha cambiado la novela negra norteamericana durante los últimos 20 años. "Creo que uno de los cambios más importantes que se han producido en 20 años es el surgimiento en las novelas negras del policía americano con fuerza y entidad propias. La escuéla hard-boiled los describía como imbéciles o idiotas; en cambio, ahora tienen miedo e intentan comprender la ciudad en la que viven".

"Me he dado cuenta", dijo Westlake, "de que mis colegas europeos se sienten preocupados porque son observados y, lo que es peor, tienen miedo porque se sienten vigilados. Esto no sucede en Estados Unidos. Allí, los escritores pueden hacer lo que quieran porque no le importan a nadie. Y no sé qué es peor-.

Bruce Cassiday, editor de la revista The Mystery Writers of America, explicó que "Hammett y Chandler escribieron literatura minimalista hace 50 años y supieron reflejar en sus obras el relámpago psicológico interior. Sus continuadores han desarrollado esta agudeza psicológica".

Dorothy Salisbury, la única escritora norteamericana presente, afirmó que "las mujeres saben aproximarse mejor que los hombres al lado oscuro de la naturaleza humana. Las mujeres abordan mejor el problema del pecado, y los hombres, el del mal".

La gran sorpresa del debate fue una cuestión puramente técnica: se podía oír lo que decían los ponentes, cosa que no sucedió anteriormente.

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