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Algunas alternativas

La propuesta del presidente de American Express. El I2 D2. J. D. Robinson, presidente de Amex, considera que el enfoque actual sobre la deuda supone algo tan imposible como la cuadratura del círculo y que es necesario conseguir una reducción de la misma, que se reparta equitativamente, y para eso propone la creación del Instituto Internacional de Deuda y Desarrollo (abreviadamente, 12 D2), que es un joint venture entre el Banco Mundial y el FMI, para lo cual los países miembros de ambas instituciones tienen que aportar su capital y recursos iniciales.El I2 D2 tiene que incentivar a los deudores a que desarrollen programas más amplios de ajuste estructural y coyuntural, y ayudarles a que lo hagan reduciendo el peso de su deuda.

El I2 D2 compraría la deuda a los bancos acreedores a descuento y utilizaría ese descuento para reducir la carga de la deuda de los países deudores.

Es decir, el I2 D2 negociaría, país a país, un programa de reformas económicas y luego compraría su deuda a los bancos a un descuento sustancial. Los bancos recibirían en pago unos bonos perpetuos (consols) y acciones preferentes del I2 D2, y los países desarrollados garantizarían el pago de intereses de esos bonos o de dividendos de las acciones preferentes, aportando recursos a un fondo de reserva o de garantía.

Para incentivar a que los bancos sigan prestando a los países deudores toda la deuda adquirida por I2 D2 se subordina a la nueva deuda, con lo que los nuevos préstamos tendrían prioridad sobre la deuda anterior adquirida por I2 D2 en caso de problemas de pago futuro.

En el caso extremo, suponiendo que todos los deudores del Plan Baker participasen, el I2 D2 compraría 250 millones de dólares de deuda, con un descuento medio de un 40%, y pagaría a los bancos con 125.000 millones de dólares de bonos perpetuos (consols) y 12.500 millones de dólares en acciones preferentes.

La propuesta A. Sengupta. Arjun Sengupta (director del FMI representando a la India) propone que el FMI establezca una "facilidad de ajuste de deuda" (DAF), que funcionaría de la siguiente manera:

La DAF compraría la deuda a los bancos a un descuento negociado y pagaría con unos bonos emitidos por ella a 15 o 20 años, cuyo principal se pagaría en el último vencimiento y los intereses serían variables y calculados a un tipo equivalente a los de los derechos especiales de giro (DEG). Los intereses estarían garantizados por la DAF y, en caso de falta de liquidez, por el mismo FMI. El principal estaría asegurado por los países industrializados mediante una reserva que podrían dotar emitiendo bonos cupón cero a ellos mismos, con lo que no hay gasto presupuestario, salvo el que se originaría en el año 20 si alguno de los países deudores no ha pagado el principal, lo cual es poco probable. Posteriormente, la DAF pasaría el descuento a los deudores, convirtiendo la deuda comprada en una nueva deuda, con los mismos plazos, tipos de interés y principal que los bonos que ha emitido como pago a los bancos acreedores. Esa reducción de la deuda sólo se pasaría a los países que antes hayan acordado con el FMI un paquete de política económica que permita asegurar que el deudor va a poder pagar en el futuro.

La propuesta WIDER. Este grupo de estudio del Instituto Mundial para la Investigación de la Economía del Desarrollo, formado por el ex ministro japonés Aeburo Okhita, Lal Jayawardena (director de WIDER) y Arjun Sengupta, ha realizado una propuesta que pudiera ser complementaria de las anteriores, ya que está basada en las posibilidades de reciclaje de los excedentes japoneses de balanza de pagos.

Excedentes

WIDER ha calculado que los excedentes de balanza de pagos corriente de Japón en los próximos cinco años van a oscilar entre 60.000 y 80.000 millones de dólares anuales. Por otro lado, la transferencia neta financiera de los países deudores a los acreedores va a oscilar en dichos años entre 30.000 y 40.000 millones de dólares anuales, para lo que, en términos brutos, van a necesitar entre 60.000 y 70.000 millones de dólares anuales de nuevo dinero, si se quiere que no haya transferencia neta alguna y hagan frente a su servicio de deuda.

Japón podría dedicar de sus, pongamos, 65.000 millones de dólares de excedente anual, 20.000 millones a expansión doméstica, otros 20.000 a prestar en condiciones de mercado a otros países industriales y en desarrollo y otros 25.000 millones de dólares a un programa de ayuda a los países más endeudados.

Este programa duraría cinco años y, de seguir los excedentes, podría ampliarse a otros cinco. Es decir, en principio se podría contar, con 125.000 millones de dólares para transferir a los países deudores a una tasa de 25.000 millones anuales.

El instrumento básico de transferencia sería una agencia del Gobierno japonés. Un Trust Fund, garantizado por el Gobierno, que se endeudaría en el mercado doméstico japonés a tipos de interés de mercado y luego prestaría a los países deudores a tipos de interés concesionales, corriendo con la subvención del tipo de interés la agencia japonesa de Ayuda al Desarrollo, que hoy está en disposición de triplicar su ayuda.

Los mecanismos de transferencia podrían ser: los países deudores se endeudan con los bancos comerciales japoneses, asegurando el pago con el colateral de bonos de cupón cero emitidos por el Trust Fund o por el Gobierno japonés.

- El Trust Fund compra bonos cupón cero al Gobierno y al mercado o se endeuda en su nombre, y luego presta a un tipo de interés subvencionado a los deudores, suministrado por la agencia de Ayuda al Desarrollo.

- El Trust Fund compra deuda a descuento a los bancos japoneses y extranjeros.

Ventajas para los bancos. No se trata de que los Gobiernos salven a los bancos privados, ya que éstos tienen que dar de baja en sus balances la totalidad del descuento a que han vendido la deuda.

Lo que ocurre es que los bancos están ya en disposición de hacer frente a esa reducción del valor de sus activos, ya que, o bien han provisionado el descuento del mercado y han transferido la pérdida a sus accionistas, o bien lo han provisionado con deducciones fiscales, transfiriendo la pérdida a los contribuyentes del país acreedor, o bien no han provisionado, pero de hecho el mercado ya ha descontado su pérdida, ya que el precio de las acciones de los bancos en las distintas bolsas ha caído.

Los bancos, pues, salen ganando, porque ahora tienen asegurado por un organismo internacional de toda solvencia el pago de la deuda que han recibido como pago de la deuda de incierto cobro que han vendido.

Ventajas para los países acreedores. A cambio de algún pago que tengan que hacer para dotar de capital inicial a la institución que compra, o para hacer frente, al cabo de 20 años, a algún impago de principal, o de intereses o de los dos (según las distintas versiones), los países acreedores consiguen superar el problema actual político, social y económico de los países deudores, y se van a beneficiar del mayor crecimiento y mayores importaciones de los países deudores.

Ventajas para los países deudores. Se les reduce la deuda entre un 25% y un 40%, lo que les permite tener un servicio de deuda mucho menos gravoso, mantener una tasa de crecimiento razonable y reducir en mayor medida su déficit público y su tasa de inflación.

Inconvenientes:

- Se traspasa el problema de unos países deudores con sus bancos acreedores a toda la comunidad económica internacional, y en especial a los Gobiernos de los países donde residen los bancos acreedores, y en definitiva, a los contribuyentes de estos países, ya que indirectamente toman su riesgo de impago a largo plazo.

- Se puede beneficiar a los bancos acreedores que no quieran vender su deuda, ya que si losdemás la venden, la deuda no vendida en posesión de aquéllos aumentará de valor, y podían venderla en el mercado a un descuento menor. Aunque siempre habrá medidas de persuasión indirecta para que todos los bancos entren en el esquema, se les puede obligar, por ejemplo, subordinando la deuda vieja que no se ha vendido a la deuda consolidada.

- Se puede perjudicar a los deudores que han hecho un mayor esfuerzo económico, ya que su tasa de descuento en el mercado es menor y, por tanto, el alivio de su carga de deuda es menor. Este problema se supera, en primer lugar, comprando la deuda a un descuento que se considere normal para aquel país y no al del descuento real y, en segundo lugar, porque el mayor descuento se ve compensado, ya que cuanto mayor sea el descuento más duro será el programa condicional de política económica que se le imponga.

Conclusión

Las propuestas de reducción de deuda merecen ser estudiadas conjuntamente por los países acreedores y deudores en el seno de alguno de los organismos financieros internacionales (FMI, Banco Mundial) para intentar un amplio consenso sobre alguna de sus fórmulas o de otras que pudieran surgir de la misma discusión.

Ello exige que los principales países acreedores admitan, como lo hace España, que la solución de los problemas de la deuda debe basarse en dos principios: En primer lugar, debe ser una solución de mercado; la deuda actual vale lo que estén dispuestos a demandar sus vendedores y a ofrecer sus compradores.

En segundo lugar, debe ser tina solución multilateral; el problema de la deuda, como el del proteccionismo, no se puede solucionar bilateralmente: requiere un marco acordado multilateralmente, al que luego se adhieren voluntariamente las partes involucradas.

Una solución del tipo de las apuntadas supondría un alivio importante a la situación económica y política de muchos países en desarrollo, al tiempo que un mayor equilibrio en los flujos comerciales y de capital mundiales, lo que permitiría un crecimiento global más estable y más equilibrado.

es secretario de Estado de Economía.

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