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En España se vulnera continuamente lo que ordena la Constitución sobre el castellano, dice Lapesa

El director de la Real Academia Española denuncia las presiones sobre castellanohablantes

El director de la Real Academia Española, Rafael Lapesa, piensa que en la actualidad se vulnera continuamente lo que ordena la Constitución respecto al castellano, cuando ésta se refiere al deber de todo español de saberlo y su derecho a utilizarlo. Así lo declaró a este periódico el académico, catedrático de Historia de la Lengua Española, a raíz de una polémica mantenida por Emilio Alarcos, también académico y catedrático en la universidad de Oviedo, con la Academia de la Llingua Asturiana. A juicio de Lapesa, no todos los españoles, y no sólo los residentes en Cataluña, País Vasco o Galicia, tienen plenas garantías para utilizar con libertad el castellano, lengua oficial española.

Rafael Lapesa no pone en duda el derecho de catalanes, vascos y gallegos a hablar esos idiomas, pero sí considera que en determinadas partes de España no se garantiza a todos los ciudadanos el derecho de hablar con libertad el castellano como ordena la Constitución. En su artículo 3, ésta dice:"1. El castellano es la lengua española oficial del Estado. Todos los españoles tienen el deber de conocerla y el derecho a usarla."

"2. Las demás lenguas españolas serán también oficiales en las respectivas comunidades autónomas de acuerdo con sus Estatutos."

"3. La riqueza de las distintas modalidades lingüísticas de España es un patrimonio cultural que será objeto de especial respeto y protección."

En opinión de Lapesa, en toda España se están produciendo políticas de apoyo a diversas lenguas, que no sólo contribuyen a la mejor difusión de éstas, sino que también constituyen una presión contra el castellano. Por ejemplo, dice, "en Cataluña hay una política muy calculada e inteligente de catalanización de toda la población inmigrante de otras regiones que se ha asentado allí. Por un lado estos inmigrantes se ven sometidos a una presión social, y por otra, acuden a planes escolares muy bien pensados: los hijos de los inmigrantes ven pronto que para abrirse camino es necesario el catalán, un instrumento de progreso en la escala social".

Frente a un posible argumento de catalanistas, vasquistas o galleguistas, de que al fin de cuentas estas lenguas sólo se defienden de pasadas agresiones del castellano, Lapesa niega que el uso del castellano haya sido jamás impuesto. Lo que se ha producido, en cualquier caso, es la agresión a las otras lenguas españolas, y particularmente durante las dos últimas dictaduras. "Pero muchos españoles fuimos agredidos por ellas", dice.

Lapesa, valenciano discípulo de Menendez Pidal y autor de una voluminosa obra de unos 200 títulos de historia de la lengua -su tesis doctoral fue sobre El dialecto asturiano occidental en la Edad Media- cita varios casos de lo que él considera imposición de una lengua a los castellano hablantes: por ejemplo, el proyecto de que en Mallorca se exija el conocimiento del catalán o el valenciano para aprobar el examen de selectividad.

Por ejemplo, el deseo de las autoridades de Valencia de generalizar el uso de la lengua autonómica sin tener en consideración que, al revés de lo que ocurre en Cataluña, ciertas regiones valencianas, del interior sobre todo, jamás han hablado en este idioma pues pertenecieron a la corona de Castilla hasta 1836. O por ejemplo, la reciente publicación de una Historia de Valencia en la que se omiten los poetas de la región que escribieron en castellano: Guillén de Castro o Gil Polo, o el librero Timoneda, que publicaba romances en castellano.

Un sobre en francés

En Santiago de Compostela, dice el académico, se celebrará el año que viene un congreso internacional de filología románica cuya convocatoria fue redactada en solo gallego... y en francés. En Cataluña, dice, se han hecho convocatorias parecidas en catalán e inglés. En fecha reciente recibió una carta de una editorial catalana cuyo sobre estaba escrito en francés. La devolvió pidiendo que le escribieran en castellano o en catalán.La chispa que ha propiciado estas declaraciones de Rafael Lapesa ha sido la polémica que ha enfrentado al académico Emilio Alarcos, catedrático emérito de la universidad de Oviedo, con la Academia de la Llingua Asturiana, y sobre todo con el presidente de ésta, Xosé Lluis García Arias (ver EL PAÍS del jueves 30 de junio).

La Academia asturiana hizo una declaración contra Alarcos, por la supuesta oposición de éste a la normalización del bable, y le declaró persona non grata. Alarcos se había negado a dirigir una tesis en asturiano proyectada por un miembro de la academia asturiana, Ramón d'Andres. La Española se solidarizó con Alarcos y pidió su baja como miembro de honor de la Asturiana.

Unificar el bable

En lineas generales, Alarcos y otros intelectuales -también Rafael Lapesa- piensan que el deseo de algunos asturianistas de unificar los diferentes bables que se hablan en Asturias en uno solo es una aberración, porque sería crear una lengua artificial y no responde a otras razones que los deseos de manipulación de algunos políticos que intentan crear un nacionalismo local.Algunos podrían preguntarse cuál es el perjuicio que produce esta dispersión lingüística, que podría considerarse una riqueza cultural. Rafael Lapesa piensa que "todo esto va creando una desintegración creciente de España. Yo tengo 80 años, y desearía no verlo".

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