Cereales y carnes
La campaña de cereales en la Comunidad Europea, que formalmente se inicia dentro de cuatro días, aunque en los países del Sur comienza un mes antes por las diferentes condiciones climáticas, sirve para reflexionar sobre la importancia que tiene para el conjunto de rentas de los agricultores y para la consecución del nivel necesario de abastecimiento para la ganadería.
Dada la importancia del bloque cereales-productos de origen animal en nuestra producción final agraria -50% aproximadamente de la misma-, su papel determinante en la evolución de las industrias de fabricación de piensos y cárnica y la multitud de intereses afectados, resulta pertinente reflexionar sobre la campaña que viene, a la luz de la experiencia de las precedentes, singularmente de la última.Vaya por delante una afirmación de principios: el objetivo de la administración agroalimentaria es conseguir un abastecimiento de cereales suficientes en cantidad y a precios razonables, de forma que se incrementen las rentas de los agricultores, sin demérito para terceros, sobre todo de los ganaderos, medida en este último caso -otra cuestión es la cotización de los productos finales- en términos del precio de los piensos que consumen. Y esto, que asemeja a simple vista la cuadratura del círculo, es posible de conseguir este año, al igual que lo fue en el precedente, siempre en términos razonables, si la mano invisible que según la vieja visión smithiana guía a los agentes privados en su interacción en el mercado se comporta adecuadamente, con el inevitable concurso de la Administración.
Para que el mercado funcione con fluidez y transparencia, sus agentes reclaman, y con razón, que sean conocidas las reglas del juego. En el caso que nos ocupa, el contexto productivo y los principales parámetros e instrumentos de la regulación son suficientemente conocidos por todos y pueden sintetizarse en los siguientes puntos:
a) La CE es estructuralmente excedentaria en cereales desde hace varios años, estimándose su producción en torno a los 160 millones de toneladas métricas, frente a un consumo de sólo 140 millones. La cosecha española actual se calcula en torno a los 22 millones de toneladas métricas.
b) La importación de cereales por la CE es residual y decreciente, en torno a 6,5 millones de toneladas métricas / año. No obstante, la importación de sustitutivos, principalmente mandioca y gluten de maíz, alcanza casi los 15 millones de toneladas métricas.
c) En consecuencia, el equilibrio del mercado se logra mediante las compras en garantía, instrumento de regulación cuya importancia decrece progresivamente y a través de la exportación a países terceros, que ha superado los 27 millones de toneladas en la última campaña.
Las compras del Senpa
En España y en cualquier caso, el Seripa adquirirá todo el cereal que se le oferte, en las condiciones de regulación a partir del 1 de agosto.d) La banda de comercialización, definida por los precios de entrada e intervención, extraordinariamente ancha en el ámbito de la CE, al contrario de lo que sucedía entre nosotros en los años de pre-adhesión, es igualmente conocida.
Sólo una incógnita queda aparentemente por despejan la entrada del maíz consecuencia del acuerdo CE-EE UU de finales de 1986. Merece la pena hacer alguna consideración.
A cualquier observador de un mercado, que como el comunitario de cereales tiende a ser excedentario y se caracteriza por el juego de la preferencia comunitaria, no se le escapa que la pretensión de importar un volumen fijo del producto -casi el 80% de nuestra producción de maíz y más del 10% del total de cereales-, sin calendario ni condiciones prefijadas, tiene que ser profundamente perturbadora. Más aún en el caso de España, donde la variabilidad climática puede reducir las necesidades de cereal foráneo casi a cero -en el supuesto indeseado de un mercado cerrado- o incrementarse hasta casi seis millones de toneladas métricas, como ha sucedido no hace muchos años.
La Administración española es partidaria, al igual que los agentes privados, y así lo ha solicitado en numerosas ocasiones a las autoridades de la CE, de que se fijen en tiempo y forma las reglas para la importación de este cereal, incluyendo la posible comunitarización del mismo, por entender que su dispersión entre los países de la Comunidad sería asumible con menores costes y perturbaciones para todos.
De la falta de concreción a este respecto no puede colegirse que exista grave incertidumbre, a la vista de la experiencia de la última campaña. La Administra,ción anticipó, hace más de un año, que la entrada de este o cualquier otro cereal estaría sometida a una sola restricción: el mantenimiento en cualquier circunstancia de unmercado razonable para los productores, singularmente durante los períodos de recolección e inmediatamente posterior. Esa restricción conserva toda su vigencia para la presente campaña.
Estando despejadas todas las incógnitas significativas, el mercado puede y debe funcionar con fluidez, teniendo en cuenta los productores que un exceso de exigencias en cuanto a precio facilitará la entrada de cereal u otros sustitutivos, y recordando los compradores que una prudencia desorbitada en cuanto a precios y cantidades adquiridas en el momento de la recolección, como sucedió el pasado año quizá confiando en el maíz americano -cuya masiva entrada final no ha supuesto, como era de prever, la bicoca pregonada ilusoriamente por algunos-, llevará a la Administración a impulsar el proceso exportador y matizar el importador, de lo cual no cabe lamentarse con ocho meses de retraso.
Impulsar las exportaciones
Un esquema y ritmo de funcionamiento del mercado como el que se propugna es compatible, como la experiencia viene demostrando, con un proceso continuado de disminución del precio de los piensos para el ganadero. Si los precios totales señalaban una disminución porcentual en diciembre de 1987 sobre enero del mismo año de 2,98%, de acuerdo con los datos de la Comisión de Vigilancia de Piensos Compuestos, en abril de 1988 la disminución era ya del 0,83% en relación con enero de 1987, y el proceso debería continuar con semejante trayectoria.Una reflexión final sobre el marco institucional del mercado de cereales. Los mercados, salvo en los libros, no funcionan al margen del nivel de información y organización de vendedores y compradores. Los agricultores cerealistas, pese a los esfuerzos desarrollados en los últimos años, no disponen todavía del nivel de vertebración económica que les capacite para devenir en poder compensador de la parte demandante, como sucede entre nuestros vecinos franceses. Urge corregir esa insuficiencia cuanto antes, y en ello debemos esforzarnos todos, patronales y sindicatos agrarios en primer lugar, y las administraciones públicas afectadas. Es necesario recordar que las competencias de fomento asociativo y el capital humano necesario para ello corresponden a las Administraciones autonómicas del Estado.
También desde la perspectiva de la demanda, singularmente la fabricación de piensos compuestos, queda algo por decir.
No siempre se han producido con la necesaria rapidez las adaptaciones institucionales y psicológicas que implica el cambio del patrón comercial y afimentario de nuestra ganadería como consecuencia de la entrada en el MEC, y en ocasiones, cuando tal respuesta se ha dado, ha sido incluso contraproducente. Todavía no se asume en todas sus consecuencias que la nueva situación exige mayores stocks que la ordenación precedente, que el llamado con fortuna por algún autor modelo holandés de nuestra ganadería, basado en el maíz importado de países terceros -Holanda hace años que ha sustituido el maíz transatlántico por el europeo-, ha entrado irremisiblemente en crisis con el ingreso en la CE y que las perspectivas de la Comunidad, singularmente a partir de 1992, aconsejan no suprimir los instrumentos comunes de compra, sino antes reforzarlos.
De la superación de estas insuficiencias, en ocasiones sustituida por campañas de Prensa a destiempo y contrapelo, sólo pueden derivarse ventajas para todos y demérito para ninguno.
es subsecretario de Agricultura, Pesca y Alimentación.
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