José Sarney: "Brasil es mayor que todos sus problemas"
El presidente brasileño afirma que las estructuras económicas siguen íntegras y que la crisis del país es política
El presidente de Brasil, José Sarney, no comparte el pesimismo de algunos de sus compatriotas dirigentes políticos, y afirma que la crisis brasileña es una crisis política, permaneciendo íntegras las estructuras económicas del país.Pregunta. Su discurso en la Escuela Superior de Guerra me ha sorprendido mucho. Prácticamente declara usted el fin de un modelo de Estado. ¿Se ha convertido usted en un catastrofista?
Respuesta. Bueno, no. En el discurso de la Escuela Superior de Guerra los titulares no reflejaron exactamente el tenor completo del discurso. Al contrario, es un discurso optimista, porque termina diciendo que Brasil siempre superó todos sus problemas y que Brasil es mayor que todos sus problemas. Lo que estamos viendo es un fenómeno no sólo de Brasil, sino de casi toda América Latina. Hay un agotamiento de un modelo seductor, el modelo de sustitución de importaciones. Llegamos a la extenuación de ese modelo. Es un modelo de un Estado que atendía a todas las necesidades. Con el crecimiento de Brasil y la complejidad de su economía, hoy hemos llegado a un tiempo en que ese modelo ya no corresponde a la realidad. Entonces tiene que ser sustituido, y lo sustituimos a través de una nueva política industrial. Esto quiere decir que tiene que ser un modelo competitivo y no puede ser un modelo, como ocurría en el pasado, en el que nos protegíamos y pagábamos a cualquier coste para la industria interna. Hoy tenemos que tener un modelo que proteja al consumidor, que le mejore con nuevas tecnologías y que al mismo tiempo sea competitivo en el mundo entero. Por eso lo que hay en el discurso es lo contrario. El discurso dice que las estructuras económicas del Estado brasileño continúan íntegras, no sufrieron ninguna conmoción, y que la crisis brasileña es precisamente una crisis de Estado, porque es una crisis política.
P. ¿No cree usted que es un poco triste que en los años setenta, con Gobiernos militares se hablara de Brasil como "el país del futuro" y hoy se diga "Brasil, país sin futuro"?
R. Al contrario, yo creo que Brasil continúa siendo no el país del futuro, sino del presente. Hoy ya somos la octava economía mundial. Quiere decir que vamos a llegar a final de siglo avanzando todavía más. Aumentamos la renta nacional, tenemos un parque industrial, tenemos hoy el tercer superávit comercial del mundo entero. Después de Japón y Alemania Occidental, el tercer superávit comercial es el brasileño. Este año estamos teniendo una media de más de 1.500 millones de dólares mensuales [más de 170.000 millones de pesetas] en. nuestra balanza comercial. Hoy, Brasil se muestra con un comercio altamente competitivo en el mundo entero.
P. Usted hablaba de crisis del Estado. ¿La discusión de la nueva Constitución en la Asamblea Constituyente puede ser un ejemplo de esa crisis del Estado?
R. Bueno, yo siempre he dicho que la Constituyente perdió una oportunidad de tal vez haber profundizado más el debate sobre el tipo de Estado que nosotros debemos construir en términos de futuro.
P. Los cinco años de su mandato han, provocado una gran polémica interna. ¿Van a permitirle desarrollar más libremente su programa político o realmente aquí se ha producido esa frase que se ha repetido tanto de que .para recibir, hay que dar"? Se habló mucho de cómo se han conseguido esos cinco años...
R. Creo que eso es una explotación política, que en una democracia, con toda la Prensa abierta y libertad absoluta, evidentemente el Gobierno puede ser puesto en tela de juicio. Es una de las cosas esenciales de la democracia, justamente la posibilidad de todo el mundo de criticar al Gobierno. Pero en esto se trata de un gran equívoco. Lo que yo tenía eran seis años de mandato. El Congreso me entregó un diploma el día que yo juré la Constitución [el presidente electo, Tancredo Neves, estaba mortalmente enfermo, y el entonces vicepresidente Sarney asumió el poder]. Me entregó un diploma, firmado por el Congreso, con seis años de mandato. Yo solté un año de mandato, y eso generó una discusión con sectores radicales de que estábamos detrás de un año más, cuando en realidad yo tenía un año menos. Esto muestra que era una discusión altamente radicalizada y al mismo tiempo minoritaria. La decisión de la Asamblea Constituyente, por una mayoría muy expresiva, de más de 100 votos, fue justamente favorable a un mandato de cinco años. El mandato que yo tenía [al asumir la presidencia, el 15 de marzo de 1985] era de seis años. Pero yo quise que el mandato fuese igual al de todos los presidentes, que era sólo de cinco años, para consolidar el proceso de la transición democrática.
P. Llama la atención en Brasil, para mí, que vengo por primera vez al país, encontrarme con políticos como Brizola, Janio Quadros, Ulysses Guimaráes etcétera, unos políticos tan viejos para un país tan joven.
R. Creo que tenemos políticos jóvenes, hay una generación brillante, pero en política hay una jerarquía que no es vertical, sino horizontal. En esa jerarquía hay sitio también para los hombres que tuvieron una vida política tan experimentada y ya dieron una gran contribución al país y todavía la darán.
Se especula mucho en Brasil estos días sobre candidaturas a la presidencia en 1989. El enfrentamiento más citado en la Prensa para una posible segunda vuelta es el de Leonel Brizola, ex gobernador de Río de Janeiro, de 66 años, contra el actual alcalde de Sáo Paulo, Janio Quadros, de 71 años, que fue presidente electo de Brasil en 1961 y dimitió, sin explicaciones, a los siete meses de asumir el mandato. Pesimistas del caos
P. El ex gobernador de Río, Leonel Brizola, ha dicho que un año más de mandato presidencial de Samey le favorece, porque la situación va a deteriorarse más, y entonces el pueblo prácticamente va a darle el poder a él.
R. Creo que en Brasil hay un grupo de pesimistas que siempre anuncia el caos y el abismo, hasta el punto que el abismo forma parte de la historia de Brasil. Siempre hay un grupo que dice que hay un abismo, que Brasil va a caer en el abismo, pero Brasil es mayor que cualquier abismo. No ha caído, creo que al contrario. Los indicadores están mostrando que estamos saliendo de la crisis. Las perplejidades que teníamos en el sector político y económico están siendo resueltas con el término de la Constituyente, la definición del mandato [presidencial], el acuerdo sobre la deuda externa. Nuestra tasa de desempleo continúa baja, en torno a un 3,8%. Es casi residual, casi se puede decir que es una tasa que indica que la economía se mantiene con gran actividad. Por segundo año tenemos la mayor cosecha agrícola de la historia de Brasil. Son indicadores que muestran que las estructuras económicas son muy sólidas y se están comportando bien.
Una política de integración latinoamericana
J. C. Pregunta. Una pregunta sobre su orientación hacia América Latina. Bajo su presidencia, Brasil entró en el Grupo de los Ocho, participó en la reunión de Acapulco. ¿Significa esto que Brasil ha dejado de mirar hacia sí mismo para mirar hacia América Latina? ¿Se ha perdido la idea del subimperialismo, como se decía en otros tiempos?
Respuesta. Brasil nunca tuvo una política hegemónica, y nosotros tampoco aspiramos a tener una hegemonía ni a poner condiciones. Lo que ocurre es que Brasil, como toda América Latina, precisa modernizarse, entrar en la economía de ese conjunto para desempeñarse mejor. Nosotros a lo que aspiramos es a una política de integración en el continente, y aspiramos también a hacer nuestro mercado común. Estamos comenzando con Argentina y Uruguay. Hoy ya podemos decir que tenemos un inicio de mercado común Brasil-Argentina-Uruguay, y esos acuerdos están abiertos a toda América Latina. El Mercado Común europeo, por ejemplo, empezó hace 30 años, y nosotros estarnos comenzando nuestro mercado común y una política de integración. Evidentemente, Brasil, durante muchos años, tuvo sus prioridades vueltas hacia el Norte. Hoy tiene una de sus prioridades importantes vuelta hacia el continente, justamente la política de integración latinoamericana.
Relaciones con Argentina
P. Entonces, Argentina ya no es el rival tradicional de Brasil. ¿Ha dejado de serlo?
R. Precisamente, en nuestro Gobierno hemos establecido las mejores relaciones posibles con Argentina. Podemos decir que superamos cualquier divergencia que tuviéramos, incluso histórica (ustedes, en español, tienen una palabra mejor que divergencia: cualquier competencia que tuviéramos con Argentina). Hoy somos socios y estamos haciendo también, más allá, de la parte del comercio, acuerdos de cooperación en el área nuclear. Son extremadamente importantes para América Latina, porque cualquier especulación sobre una carrera nuclear en América Latina, Brasil-Argentina, hoy desapareció por completo, mediante los acuerdos que hicimos de cooperación nuclear. Están expresados simbólicamente en el hecho de que el presidente Raúl Alfonsín me invitó a visitar las instalaciones de enriquecimiento de uranio, allá al lado de los Andes, en Picanegeo, y yo lo traje a Brasil para inaugurar nuestra nueva fábrica de reactores de enriquecimiento de uranio en Iperó, en el Estado de Sáo Paulo.
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