Pudo ser una fiesta
Sergio Makaroff debería, a estas alturas de su carrera, ser un nombre importante dentro del pop español. Desde que grabara en 1980 un magnífico elepé titulado Tengo una idea, no ha logrado un solo éxito importante, viéndose obligado a cerrar sus conciertos actuales con el tema estrella de ese viejo álbum: Explorador celeste. Es, por tanto, más popular por su labor como compositor a sueldo, para otros intérpretes, que por sus apariciones como cantante.Prueba de ello es que, pese a que el concierto del pasado jueves servía para presentar La buena vida, su nuevo trabajo discográfico, el público no respondió. La sala Universal registró una desoladora entrada, y lo que pudo ser una fiesta quedó reducido a un frío suceder de canciones, interpretadas, eso sí, de forma tremendamente profesional. La culpa de este escaso poder de convocatoria hay que buscarla, posiblemente, en una compañía discográfica que no ha sabido promocionar esta última grabación del cantante y compositor argentino.
Sergio Makaroff
Sergio Makaroff- voz solista y guitarra. Tito Rosell: guitarra y coros. Rodrigo de la Vega: batería. Mánica Buxeda: coros. Julia Carrasco: coros. Joan Gené: bajo. Celia Egea: teclados. Sala Universal, Madrid, 23 de julio.
Durante la actuación, de casi hora y media de duración, el sonido sufrió una mejora constante. Gracias a ello quedó claro que los músicos cumplían su papel a la perfección y que Sergio Makaroff brilla más cuando juega con el pop que cuando lo hace con el funk.
Con este último género resulta ramplón y repetitivo, pero cuando se decide por el pop todo cambia y aparece un cantante muy personal y creativo.
Babelia
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