Las vicisitudes del alma

Se llevan al Alma; la Culpa y el Deleite Engañoso la seducen, la secuestran, la arrastran al Hospital de los Locos. Donde habitan los pecados sus posesos: Mundo, Demonio y Carne, y Gula y Envidia, y el Género Humano en general. Aherrojada está hasta que llega su Salvador, la razón suprema, y la libera y la lleva hacia los cielos, escaleras arriba. Mientras, los locos gimen de arrepentimiento, y los malos, de despecho.El hospital de los locos, auto de José de Valdivieso (1560-1538, cura y censor eclesiástico, amigo de Lope de Vega y de Miguel de Cervantes), cuenta este episodio corriente en su tiempo con gran sencillez y a veces muy buen verso.

Por su parte, José Maya y Amaya Curieses, autores de la versión actual, directores y actores con el grupo Zampanó, han reducido reparto y texto, han traducido el lenguaje conceptuoso y lleno de alusiones mitológicas, bíblicas y teológicas que en su época eran de uso corriente. Los locos y el mal se prestan a las expresiones corporales, y a ellas acuden directores y actores; serpenteos, encogimientos de cuerpos, manos aspadas, gestos resaltados de sus propios símbolos.

Gritos y susurros

Y las voces: gritos y susurros, intentos de concertantes, tonos lacrimosos o lujuriosos y glotones. Puede que de esta prosodia y traducción José de Valdivieso no sintiera hoy gran cosa, sin que por eso sea mucho más accesible al espectador contemporáneo. Que tiene otra idea de la teología, si tiene alguna, y ninguna seguridad sobre el alma y sobre sus virtudes.El escenario de esta representación en el teatro Albéniz de Madrid es simple, como lo requiere el carácter ambulante de esta compañía, pero elegante y bien dispuesto, como los figurines de bella fantasía.