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Reportaje:

La SDI impulsa la tercera generación de armas nucleares

Científicos de EE UU piden la prohibición de las pruebas atómicas

Andrés Ortega

El programa de la Iniciativa de Defensa Estratégica (SDI), conocido como guerra de las galaxias, por el cual Ronald Reagan pretendía hacer un día obsoletas las armas nucleares, está generando, en una de sus más grandes paradojas, una tercera generación de armas atómicas. El acuerdo más significativo en estos momentos para frenar la carrera armamentista entre Este y Oeste sena, segun algunos físicos norteamericanos, un tratado de prohibición total de las pruebas nucleares.

Kosta Tsipis, flisico y director del Programa en Ciencia y Tecnología del Massachusetts Institute of Technology (MIT), junto a Gary Goldstein, profesor de fisica de la Tufts University, y el también risico y ex miembro del Consejo Nacional de Seguridad George Rahtjens, actualmente presidente de Consejo para un Mundo Habitable, han organizado en Talloires (Francia) un seminario para explicar a un grupo de peridistas europeos cómo funcionan las armas nucleares.La primera generación la formaron las bombas de fisión de plutonio y uranio. La segunda llegó con la fusión de hidrógeno, generada por una explosión de la primera generación, y rodeada de otra fisión similar en lo que se ha llamado la bomba termonuclear.

La tercera generación está ahora en pruebas en los laboratorios, y el programa SDI parece concentrarse cada vez más en ella, a la vista de los problemas que resultan de otros tipos de armamentos que pudieran servir para una defensa contra los misiles balísticos. El haz de neutrones desde el espacio requeriría, por otra parte, poner tal cantidad de toneladas de combustible en órbita (el equivalente a la carga de 5.000 viajes del actual transbordador espacial) que su coste sería insoportable. Una alternativa sería situar en tierra un láser de electrón libre (que está aún lejos de ser una realidad) y rebotarlo por medio de un espejo en órbita. Pero las nubes dificultarían su labor, según estos científicos.

La evolución más prometedora está en el láser de rayos X. Éste funciona sobre la base de una radiación que se canaliza para concentrarla. Un problema es que tal radiación no atraviesa la atmósfera, por lo que habría que alcanzar los misiles enemigos justo al salir de ella. El láser de rayos X no servirá para la SDI, pero sí podría ser una arma perfecta contra satélites, según Tsipis.

Otra posibilidad es un láser de rayos gamina (un gráser), sobre el mismo principio, pero que requiere superar mayores problemas técnicos. Según Go1dstein, en la última reunión de la Sociedad Física de EEUU se presentaron varias ponencias al respecto.

Goldstein también hizo hincapié en que en el programa de la SDI hay partidas para investigar el posible desarrollo de misiles electromagnéticos (que no existirían en realidad, sino que serían como una bola de energía cinética que se desplazara por el espacio, como un puñetazo a distancia) o la puesta a punto de la microfisión. Por esta última se evitaría la necesidad de llegar a una masa crítica de material fisible, concentrando, por el contrario, menos cantidad en unas píldoras comprimidas, con lo que se podría llegar a explosiones nucleares de 10 kilotones o menos. El programa Prometeo contempla la posibilidad de atacar a los misiles enemigos con estas pequeñas píldoras.

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Pruebas nucleares

Según Tsipis, laboratorios como los de Los Álamos o L¡vermore consideran que con un límite de un kilotón se podrían llevar a cabo casi todos los experimentos previstos. Tsipis estima que los últimos desarrollos técnicos, como las estaciones sísmicas controladas a distancia, permiten determinar explosiones nucleares de hasta una décima parte de kilotón. Goldstein es de la opinión de que sólo una prohibición total de las pruebas nucleares frenaría el desarrollo de esta tercera generación de armas nuclares. (EE UU y la URSS negocian la aplicación de un acuerdo para limitar las pruebas a 150 kilotones.) Durante la moratoria unilateral soviética de pruebas nucleares (1985-1986), de un 10% a un 15% de los ensayos realizados por Estados Unidos respondía a programas de la SDI, según Goldstein. Una prohibición de las pruebas tendría enorme impacto político, según Tsipis.En cuanto a las armas de energía cinética para defenderse contra los misiles balísticos enemigos, incluso en el caso de que funcionaran, la mejora en los cohetes soviéticos aumentaría tanto su coste como para hacerlas inviables. Según Tsipis, bastaría que el tiempo de combustión de los cohetes soviéticos pasara de 300 a 150 segundos para incrementar el coste de este sistema de 13.000 millones a 58.000 millones de dólares, y a 180.000 millones de dólares si esa fase del vuelo se redujera a 90 segundos.

Goldstein y Tsipis pueden estar en desacuerdo sobre las consecuencias de la SDI para otros campos, como la guerra en tierra, pero sí consideran, reflejando una opinión creciente entre los científicos norteamericanos, que la SDI no funcionará nunca como defensa contra los misiles balísticos.

La SDI requeriría como mínimo entre 150 y 250 satélites, que podrían fácilmente quedar minados o cegados por el enemigo. Además, según Tsipis, a un coste de un 10% de la SDI, el enemigo podría inutilizar toda esta parafernalia con diversas contramedidas. Y no hay perspectivas de resolver el problema de los programas de ordenador necesarios para la gestión de tal batalla.

[EE UU detonó ayer simultáneamente dos bombas nucleares de un potencial conjunto menor de 150 kilotones en el desierto de Nevada, a 64 kilómetros de donde se encontraba una misión de expertos nucleares soviéticos, informa Efe.]

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