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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Atención a los investigadores

Imaginemos que -a instancias de la superioridad- un colectivo se pronuncia por un determinado candidato para ostentar la dirección de aquél y que una vez elevada la propuesta la superioridad resuelve nombrar al candidato minoritario. Esta paradoja, normal en una sociedad autoritaria, se ha producido aquí y ahora.El CSIC se rige aún por un reglamento del año 1977, que para la época suponía una tímida apertura para tolerar cauces medianamente participativos. Con todo, ese reglamento reconocía una serie de órganos y figuras virtualmente válidos para una situación como la actual. Quizá ello explique que, pese a sus limitaciones, tal normativa continúe vigente.

La realización eficaz de los fines que con todo derecho la sociedad española demanda a nuestra comunidad científica se ve gravemente comprometida por la actitud irreflexiva de quien por su cargo debería velar por el funcionamiento armónico del organismo. La reciente renovación de la figura del director del Instituto de Filología del CSIC -conforme al reglamento- ha puesto de manifiesto una actitud muy preocupante: vaciar de contenido una función eminentemente científica y representativa, como corresponde a quien debe presidir el claustro científico del instituto. Sólo cabe esta interpretación cuando los diversos escalones (claustro, junta del instituto., comisión científica) han ido elevando sucesivamente y sin retoques una propuesta libre y democráticamente emitida. El reglamento autoriza, en efecto, a esos peldaños a modificar la propuesta inicial, pero esto, por la nitidez de los datos, no se hizo. Sin embargo, la presidencia del organismo decidió inclinarse por el candidato menos votado, que además había renunciado a su opción.

Semejante actitud, aunque teóricamente pueda avalarse por la letra de un reglamento, muestra imprudencia y desconfianza. Imprudencia, porque desprecia la opinión no ya de uno, sino de varios órganos colectivos. Desconfianza, porque insiste en mantener decisiones tomadas de antemano. Los resultados: quiebra de la convivencia y pérdida de la autoridad moral.

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¿Tan peligrosos o irresponsables son los científicos que han de verse tutelados a contrapelo de la opinión que se les ha solicitado? A lo peor es que caminamos hacia un modelo de nueva reglamentación del CSIC basado en la obtusa máxima de "zapatero, a. tus zapatos".

Algo está fallando cuando se mediatiza a los investigadores hasta en sus más elementales órganos de discusión científica. La ciencia requiere esencialmente libertad, sometida tan sólo a la disciplina y rigor intelectuales.- Pedro Bádenas de la Peña.

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