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El virus del Santo Oficio

La destitución de teólogos españoles reabre la polémica sobre el 'invierno' Vaticano

Francesc Valls

Un eminente profesor de moral escribía recientemente a un joven colega.: "Siento el virus de la Inquisición entre los muros del Santo Oficio". Entre las gruesas paredes de este palacio romano reside la Congregación para la Doctrina de la Fe, cuyo prefecto es el cardenal Joseph Ratzinger. Muchos giran su vista hacia ese vetusto edificio cuando llegan noticias de destituciones, silencios obligados, llamadas al orden o vetos. Probablemente estos hechos hicieron pensar al anciario moralista que el termidor eclesiástico -ese invierno al que se refirió Karl Rahner- se había instalado en Roma después de la explosión que supuso el Concilio Vaticano II.

Las recientes destituciones de Castillio, Estrada y Forcano son, a juicio de algunos teólogos, prueba de este retorno. José María, Castillo, Juan Antonio Estrada y Benjamín Forcano son ailgunos nombres que han saltado a los medios de comunicación con motivo de sus destituciones. Los dos primeros han sido cesados como profesores de Teología de Granada, facultad de la Compañía de Jesús. El último -claretiano-, como director de la publicación bimensual Afisión Abierta, que, a pesar de ello, prosigue su anterior línea de apertura.Los tres, de reconocida trayectoria progresista, han mantenido discreción, a la espera de que la decisión de sus superiores fuera firme y aguardando que de Roma volviera lo que a Roma había ido. "De Roma vienen aires involucionistas y los obispos españoles se adaptan a ellos", explica el jesuita Castillo, que deberá cesar a partir del próximo curso en sus tareas académicas de: la Cartuja de Granada.

Castillo forma parte de una lista de teólogos españoles que ha tenido problemas con la jerarquía. La relación arranca del final del papado de Pablo VI. El valenciano Agustín Andreu, profesor del seminario de Valencia, fue uno de los que inauguró esta lista. La abierta visión del entonces profesor de dogma le llevó, tras un particular calvario, a abandonar su puesto. Andreu no ha querido hacer ningún comentario sobre tiempos pasados, entre los años 1970 y 1973. También prefiere guardar silencio el. jesuita Ramón Sheifier, profesor en Deusto, y a quien un artículo sobre la virginidad de María le acarreó problemas hace una decena de años.

La Virgen

La Madre de Jesús ha sido uno de los temas que más problemas han comportado a los teólogos. Fue ni más ni menos que el propio Karl Rahner quien inauguró los conflictos con su análisis de la doctrina tradicional, de la virginitas in partu, en 1960. A Rahner le fue impuesta la censura previa. El concilio le rehabilitó. Algo parecido sucedió con José María González Ruiz, canónigo lectoral de la catedral de Málaga y uno de los teólogos españoles píonero en sus conflictos con la Santa Sede.Allá por los años sesenta estuvo a punto de ser condenado por la Congregación de los Seminarios, pero la providencial celebración del Vaticano II hizo que algunas de sus supuestas herejías se convirtieran en letra oficial. González Ruiz opina que en el momento actual hay una actitud de debilidad de fe en los dirigentes de la Iglesia; por eso se aferran a la doctrina de la seguridad eclesial", que él compara con la doctrina de la seguridad nacional, célebre en Latinoamérica. De este continente en conflictos sociales ha surgido otro foco de problemas eclesiásticos: la teología de la liberación, que centra su preocupación en el mensaje liberador del Evangelio. "Desde mi punto de vista", explica el teólogo Julio Lois, "los obispos están haciendo un análisis excesivamente culturalista, en el que el gran problema de la injusticia es relegado y sustituido por lo que llaman laicismo".

Moral contaminada

La increencia, a juicio de buena parte de la jerarquía, ha conta minado por doquier. La moral ha sido otra de las fuentes de confrontación. La cátedra de esta materia en la universidad Gregoriana de Roma lleva años vacía. Casi nadie se atreve -tras la Humanae vitae de Pablo VI- a opinar de forma innovadora. Uno de los últimos españoles en hacerlo ha sido Benjamín Forcano -destituido de la dirección de Misión Abierta- por su obra Nueva ética sexual(1981).

Forcano, apoyándose en textos de algunos episcopados, trata temas como la homosexualidad, los anticonceptivos o la masturbación. Su obra ha topado con la Congregación para la Doctrina de la Fe, que la considera poco ajustada a la ortodoxia. Entre el episcopado llegó a circular un documento que desautorizaba el texto de este claretiano.

El tipo de teólogos que originan menos conflictos, en opinión de los cristianos progresistas, es aquel que con gran sentido del humor definió el que fuera arzobispo anglicano WiIllam Temple: "Los teólogos son aquellos señores que se dedican a dar respuestas a preguntas que nadie se hace".

Hans Küng, el teólogo de Tubinga a quien le fue retirada la venia docente, intentó contestar a la pregunta que se formulaba en el título de uno de sus libros: ¿Existe Dios?, al que se sumó Ser cristiano. En 1979, ya suspendido como profesor, fue orador en una multitudinaria conferencia. El fuego renació de las cenizas, y la Congregación para la Doctrina de la Fe volvió a llamarle al orden. En España el hecho tuvo sus repercusiones. El teólogo Manolo Freijó, profesor de Cristología en la universidad de Comillas, tuvo problemas con Roma en 1980 por salir en defensa de Küng. Comillas, sin embargo, le defendió de las acusaciones que se le hacían desde la curia vaticana. En 1981, no obstante, no dio clases.

La exclusión, sin embargo, es justificada por otros teólogos, como Olegario González de Cardedal, profesor de Teología en Salamanca. Para este teólogo abulense, en concilios ecuménicos como el de Nicea, junto a la fórmula de la fe, se añadía lo que era. expresión de excomunión.

"Creo que en una institución como la Iglesia debe haber adhesión a la tradición apostólica; por tanto, en lo que se refiere a materias, debe excluir formas de transmisión que no son auténticas", añade González de Cardedal.

Para otros, como Juan José Tamayo, de la Asociación Juan XXIII, la teología es acto segundo y viene después de la praxis y la experiencia de fe.

"El concepto de teólogo vigente", afirma, "es neoescolástico, apunta que el discurso de la fe no parte de la experiencia de la fe y entonces se convierte en una ideología al servicio del statu quo", añade Tamayo. Entre quienes se hallan al otro lado de esta definición existe cierto temor a expresar opiniones por las medidas que contra ellos pueden adoptarse.

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