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CITA EN MOSCÚ

El imperio del mal ha desaparecido

El presidente norteamericano ha querido borrar sus opiniones previas sobre la URSS

Pilar Bonet

El líder soviético, Mijail. Gorbachov, y el presidente norteamericano, Ronald Reagan, más allá de coincidir en el elogio del diálogo, reflejaban ayer a la hora de la despedida estados de ánimo distintos sobre los resultados de su cuarta cumbre. Ésta ha aportado pocos avances en los temas armamentísticos, pero ha dado una mayor profundidad a las relaciones entre Estados Unidos y la Unión Soviética y ha permitido al presidente expresarse libremente a favor de los derechos humanos en el país que "en otro tiempo, en otro lugar", etiquetara como "el imperio del mal".

El "imperio del mal" se ha desvanecido en Moscú. El presidente así lo ha hecho saber y el secretario general lo ha recalcado ante unos ciudadanos sorprendidos por una imagen del líder norteamericano liberada de las simplificaciones del pasado.Reagan abandonaba ayer el Salón de San Jorge del Kremlin con la impresión de haber "matado varios dragones" como el Santo patrón de Rusia que da nombre a la sala de ceremonias más importante del viejo centro del poder ruso. Aparte de los dragones, el presidente dijo querer pensar que los esfuerzos realizados durante la cumbre han "hecho avanzar la lucha contra los males que amenazan a la humanidad, las amenazas a la paz y la libertad".

Gorbachov, que junto a su esposa Raisa, despedía a los Reagan, era más prosaico. "El tren, de las relaciones soviético norteamericanas", dijo, ha pasado de una "vía peligrosa" a "otra más segura", pero "hasta ahora se ha movido mucho más lentamente de lo que exige la situación real, tanto en nuestros países como en el mundo entero".

"Pensamos en ustedes como en unos amigos", les dijo Reagan a los Gorbachov tras recurrir por última vez a un dicho ruso, en esta ocasión de raíz cristiana, que no impresionó al auditorio. "El domingo de la Trinidad hace florecer los árboles", sentenció Reagan que llegó a Moscú en tal fecha, un radiante 29 de mayo. En la capital de la URSS lloviznaba ayer cuando Gorbachov acompañó a los Reagan hasta el coche Zil que les llevaría al aeropuerto. Gorbachov dio después media vuelta y entró rápidamente en el Kremlin. La cumbre había terminado.

Por la tarde, Gorbachov remataba la actividad de estos días recibiendo a un grupo internacional de pacifistas de quienes aceptó una pipa de la paz india. Reagan, les dijo Gorbachov, vino a Moscú con ideas "pasadas de moda" sobre los derechos humanos en la URSS. "No aceptaremos consejo sobre cómo llevar nuestros asuntos. No necesitamos el modelo de otros ni tampoco sus valores", dijo en su discurso el líder soviético.

El tratado de eliminación de las fuerzas nucleares de alcance intermedio (INF), que entró en vigor anteayer tras el intercambio de los instrumentos de ratificación, y el comienzo de la retirada de Afganistán han dado prestigio internacional a Gorbachov, pero ambas iniciativas tienen un valor relativo en la lucha contra la burocracia (Reagan se solidarizó en ello), que debe plasmarse en la XIX Conferencia del PCUS.

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YakovIev, en alza

La glasnost o transparencia informativa es una de las armas que Gorbachov utiliza para sacudir al país. Alexandr Yakovlev, miembro del Politburó y secretario del Comité Central, a quien se ha visto en público frecuentemente durante la visita de Ronald Reagan, es uno de los artífices de esta política. La estrecha relación que le une a Gorbachov se vio esta semana en la Plaza Roja. Allí el líder pidió ayuda a Sasha -diminutivo ruso de Alexandre- para que le tradujera una pregunta. Y Sasha protestó familiarmente alegando que él no era traductor.

Los periódicos publicaban ayer la conferencia de prensa de Gorbachov, incluidas sus palabras criticando a Boris Eltsin, el defenestrado jefe del partido en Moscú, y excluyendo el cese de Egor Ligachov, miembro del Politburó y secretario del Comité Central del PCUS.

La reunión de Reagan con los disidentes en la residencia del embajador norteamericano, Jack Matlok, sentó mal a Gorbachov que la calificó de "propaganda y espectáculo". La Prensa soviética ha reaccionado desacreditando personalmente a algunos de los invitados y acusando a uno de ellos de ser un criminal de guerra. Asimismo, el discurso pronunciado por Reagan en la Universidad de Moscú ha sido publicado en una versión muy reducida y se ha omitido el llamamiento formulado por el presidente norteamericano en la Casa de los Literatos para que la obra de Alexandr Solzhenitsin sea publicada en la URSS.

Esta información, no obstante, era accesible a los moscovitas gracias a la compañía de televisión norteamericana CNN, que transmitía en directo al Centro de Prensa norteamericano. Las transmisiones se captaban en la televisión soviética ajustando adecuadamente el canal.

Este hecho no fue anunciado en ningún momento, pero muchos fueron los ciudadanos que contemplaron la cumbre con los ojos de Washington. "Cuando me enteré, me encerré en casa y me pasé el día oyendo a Reagan y comiendo helados. Fue apasionante", me decía ayer un joven soviético.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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