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Raimon, en el teatro Español

El artista valenciano se presenta en Madrid 20 años después de su recital en la Complutense

Esta noche, en el teatro Español, Raimon ofrecerá un concierto en el que, junto a sus temas tradicionales, presentará las canciones de su último trabajo discográfico, Presencies i oblit. Han pasado ya 20 años desde aquel memorable recital en la Universidad Complutense del 18 de mayo de 1968. Raimon está volcado en el presente y no vive de recuerdos.

Su primer disco apareció en 1963, el mismo año en que salieron los Beatles. Su primera canción, Al vent, fue algo así como un talismán para los demócratas y una pesadilla para la policía franquista, y, sin embargo, no era una canción panfletaria, sino más bien un grito existencialista de juventud. Aquel estudiante de Historia se convirtió, seguramente a pesar suyo, en la bestia negra de la dictadura. Acudir a un recital de Raimon constituía siempre una experiencia temeraria y excitante, porque se sabía que al lado de los opositores al régimen se habían colado confidentes, policías de paisano, infiltrados y espías varios. La salida del concierto era una odisea. Normalmente, los asistentes eran obsequiados con cargas de las fuerzas de orden público, y la cosa solía terminar como el rosario de la aurora, con gritos, carreras, magulladuras y visita a las dependencias policiales.

Dos décadas después

Han pasado 20 años desde aquel 18 de mayo de 1968. Raimon dio un inolvidable recital en la facultad de Económicas de la Complutense. Aquella noche pernoctaron en comisaría muchos de los que hoy están en el poder. Raimon era entonces delgadito, puro nervio. Dos décadas después, con más peso e inundado de canas, recuerda casi fotográficamente lo que pasó aquel día. El recital había sido organizado con el fin de recaudar fondos para los obreros de la Pegaso. Mientras la policía, los grises, repartían con entusiasmo golpes por la Universitaria y por el barrio de ArgüeIles, los organizadores del acto se llevaron a Raimon a La Pérgola, un bar fino de la carretera de La Coruña donde unas damas jugaban al bridge. Allí estuvieron cerca de dos horas esperando a que amainara el temporal. Después se fueron al hotel. Un hotel barato de Carretas, al lado de la Dirección General de Seguridad, y allí procedieron al recuento de la recaudación en montoncitos de monedas.No hay ningún tipo de nostalgia en Raimon cuando recuerda la noche de autos. Más bien hay sentido del humor. Raimon Pelegero Sanchís, de 47 años, licenciado en Historia, cantante y compositor, no es un hombre dado a la nostalgia. Prefiere hablar del presente: -"No suelo reflexionar sobre mí mismo, porque eso me quitaría tiempo para seguir creando. Evidentemente, han pasado ya algunos años y se ha de notar la diferencia entre las primeras canciones y lo que hago ahora; en todo este tiempo he vivido mucho, he leído mucho, he escuchado a mucha gente y he escogido una manera de hacer, un talante ético y estético. Pero yo no vivo de recuerdos".

Hay un toque de sosiego en su mirada, Raimon es un excelente conversador, lúcido, discretamente socarrón, divertido, crítico, quizá un poco dolido por las etiquetas que muchos le asignan sin conocerle, sin conocer su obra. Al fin y al cabo, sus más bellas canciones son temas de vida y de amor: "Trabajaré tu cuerpo como trabaja la tierra el labrador de mi pueblo"; "Si un día vuelves dejaré los libros para abrazarte"; "No creemos en las pistolas, el hombre se ha hecho para la vida y no para la muerte"; "La vida puede ser llanto, pero nosotros al viento, la cara al viento, el corazón al viento".

A lo largo de su trayectoria profesional ha grabado más de 120 canciones, ha escrito dos libros (Les hores guanyades y Da quest viure insistent), ha cantado en medio mundo y ha conservado una postura crítica no sólo ante el poder político, sino también ante el poder de las grandes empresas discográficas: "En música existe una clara dictadura de las multinacionales, apoyadas por la radio y la televisión. Casi todo lo que ahora se oye en las emisoras es música pagada. Pero no sólo eso, hay grandes tinglados musicales donde se mezcla la Coca-Cola, la Pepsi-Cola, las marcas importantes de tabaco, la Embajada de Estados Unidos. Estamos sufriendo una especie de terrorismo intelectual. Si no te gusta lo que ellos te dan no eres moderno; puedes desconocer la teoría de la relatividad, pero si escuchas lo último que ha salido de Nueva York, si vistes de una cierta manera, entonces eres modernísimo. Da la impresión de que la industria del ocio es un derivado de la industria del armamento. Sin embargo, contra todo pronóstico, algunos nos resistimos y no somos sensibles a la seducción de todo este tinglado. Intuyo que empieza a haber gente cansada de que le digan lo que tiene que escuchar". Está ilusionado con el concierto de esta noche, que es el inicio de una pequeña gira. El día 28 actuará en La Coruña, y el 30, en Santiago. Este hombre, que lleva a sus espaldas más de 25 años de profesión, quiere que se conozca su obra, que se le libere de etiquetas. Ya no es aquel muchacho con la guitarra al hombro que marcó la imagen del cantautor tradicional. Ahora viene arropado por excelentes músicos: Lluís Roselló, Ramón Escalé, Miquel Blasco, Ferran Cubedo y Ezequiel Guillem.

A la tertulia se incorpora Moncho Alpuente, que en mayo de 1968 era redactor de la revista SP. Moncho recuerda que ellos tuvieron la osadía de sacar a Raimon en portada en aquellos tiempos difíciles. Se comentan anécdotas de aquel día, y de repente Moncho da una primicia: junto con Wyoming y Reverendo va a grabar una versión iconoclasta de Al vent, algo así como lo que hicieron los Sex Pistols con My way. Raimon le mira entre divertido y perplejo. Y le da el visto bueno.

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