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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El ejemplo de Hungría

LOS RESULTADOS de la conferencia del Partido Socialista Obrero Húngaro (PSOH) constituyen el primer giro radical en un país del bloque soviético desde que hace tres años Gorbachov inauguró su política de perestroika. No es lo más importante que haya sido destituido Janos Kadar, convertido en freno para la renovación después de haberse destacado como reformista entre los dirigentes de los países socialistas. En el trasfondo de las decisiones de la conferencia está un problema decisivo que los países del Este ya no pueden soslayar: necesitan modificar el lugar que durante todos estos años ha ocupado el partido comunista, revestido de una especie de misión suprahistórica, como poseedor del monopolio del poder político, independientemente de la opinión de los ciudadanos. Los comunistas húngaros han dado un paso conceptual decisivo para superar ese dogma.Pero tan importante como el contenido de las reformas es la manera en que han triunfado en Budapest las tesis renovadoras. Lo más sorprendente en la conferencia fue la actitud de los delegados, manifestando lo que piensan los comunistas de a pie sin respeto a los tabúes. El descontento de la población ante una situación económica seriamente empeorada, reflejado en la base del partido, ha impulsado la voluntad reformadora. El cambio no ha sido fruto de arreglos en la cumbre, en la que los reformistas tenían menos fuerza de la que refleja la composición del nuevo Buró Político. La presión desde abajo ha irrumpido en los debates como factor decisivo. Hungría, pionera en la reforma económica que inició hace 20 años, enseña ahora que no es posible salir adelante sin que se produzcan cambios serios en la estructura política del régimen. Ponerlos en marcha es la principal tarea del nuevo secretario general.

Por particularidades de su historia, en Hungría ha existido cierta tolerancia hacia las corrientes de oposición que se han desarrollado en el mundo intelectual. La creación de un sindicato autónomo de trabajadores científicos lo atestigua. En los últimos tiempos se ha abierto un diálogo entre la oposición situada fuera del sistema y los reformistas del partido. A ello ha contribuido el hecho de que el Frente Patriótico -creado para encuadrar dentro de orientaciones comunistas a las asociaciones culturales, religiosas y otras entidades de naturaleza parecida- se haya convertido, gracias a su presidente, Imre Poszgay, en un embrión de pluralismo. Ahora, Poszgay, un reformista radical que aboga por el pluralismo y por el acercamiento a la socialdemocracia, ha sido elegido para el Buró Político. Es uno de los índices más claros de la radícalidad del cambio.

El impacto de lo ocurrido en Budapest será considerable, en Moscú y en otras capitales socialistas. Lo debatido en la conferencia húngara está a la orden del día en los otros países que sufren los efectos de la crisis del sistema soviético. Gorbachov, empeñado en una batalla dificil contra los conservadores con vistas a la conferencia del partido del mes próximo, recibe desde Budapest una ayuda sustancial. Hungría desmiente la principal acusación de los conservadores de que laperestroika es desestabilizadora. El viraje se ha dado sin ruptura formal: el partido mismo es el que decide la renovación, y lo hace para servir mejor la causa del socialismo, dafiada por los métodos anteriores. Aunque haya puntos más avanzados en la reforma húngara, el paralelismo es evidente entre las tesis que defiende Gorbachov y las que han triunfado entre los magiares.

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