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La cúpula militar hondureña, 'tocada' por la detención por narcotráfico de un coronel

Antonio Caño

Toda la cúpula militar de Honduras ha sentido el impacto de la detención, el domingo pasado en Miami en posesión de más de 10 kilos de cocaína, del coronel Rigoberto Regalado del alto mando del Ejército hondureño, embajador de su país en Panamá y hermanastro del jefe de las fuerzas armadas de Honduras, el general Humberto Regalado. Tanto el Gobierno como el Ejército hondureños se apresuraron a separar al presunto de su cargo diplomático y a respaldar a las autoridades norteamericanas, en un gesto que se ha recibido con cierta ironía

La detención del coronel Regalado, después de los tibios coqueteos nacionalistas protagonizados por los militares hondureños en las últimas semanas, viene a dejar las cosas en su sitio: EE UU tiene recursos más que suficientes para impedir que el Ejército de Honduras, el más sólido poder del país, se atreva a un replanteamiento de sus relaciones con Washington, fundamentalmente en lo que de apoyo a la contra se refiere.Las sospechas sobre las actividades ilícitas del coronel Regalado circularon por primera vez en Tegucigalpa hace varios meses, pero entonces su hermano, el general, salió en su defensa y echó tierra sobre el asunto. Ahora, en un viaje privado entre Panamá y Miami, con escala en Tegucigalpa, se le detectó en su maleta, escondida entre sacos de café, la suficiente cocaína como para hacerle pasar algunos años en las cárceles norteamericanas.

Entre las primeras sospechas y la detención de Regalado, han pasado muchas cosas. Ha pasado, en primer lugar, el día 5 de abril, la detención del supuesto capo del narcotráfico Juan Ramón Mata, que fue enviado a EE UU en un avión norteamericano, en flagrante violación de la Constitución hondureña, que prohíbe la extradición de nacionales.

Las razones del Ejército

La detención-secuestro de Mata, provocó dos días después la protesta de miles de estudiantes en Tegucigalpa, donde fue quemada la Embajada de Estados Unidos y muertos a tiros cinco jóvenes, ante lo que el embajador norteamericano calificó de pasividad de los militares de EE UU. La razón de esa actitud del Ejército hay que buscarla en las acusaciones que, pocos días antes, habían aparecido en diarios de EEUU contra altos mandos de las fuerzas armadas hondureñas por su supuesta implicación en el tráfico de drogas.El debate subió de tono en las siguientes semanas, hasta el punto de que, según distintas fuentes, Estados Unidos llegó a pedir el relevo del general Regalado y de su Estado Mayor, mientras que éstos pedían la salida del país del embajador norteamericano, Everett Briggs.

En el curso de la polémica, medios diplomáticos muy próximos al caso aseguran que los militares hondureños acariciaron la amenaza de cesar en su imprescindible apoyo a las fuerzas de la contra, que utilizan el sur de Honduras como base de su actividad armada en Nicaragua

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Aunque la paz parecía haber vuelto a Tegucigalpa, la detención del coronel Regalado ha sido una ocasión de oro para que el Gobierno y las fuerzas armadas de Honduras reiteren, con más energía que nunca, su alianza con Estados Unidos en la lucha contra la amenaza mundial del narcotráfico.

Fuentes diplomáticas dan por segura la permanencia de Regalado y el resto de la cúpula hasta el año 1990, por lo menos. En parte, esto sirve a Estados Unidos para evitar, de momento, tratos directos con los sucesores de los actuales jerarcas militares, los integrantes de la sexta promoción, a los que se supone más nacionalistas y honestos que a sus antecesores.

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