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Alan García se arrodilla ante el Papa y le pide perdón en público por sus pecados

Juan Arias

El presidente de Perú, Alan García, se arrodilló ante el papa Juan Pablo II, a la Negada de éste a Lima y le pidió perdón en público por sus pecados. La visita del Pontífice al país andino ha estado rodeada de un Impresionante dispositivo de seguridad por temor a un atentado del grupo terrorista de tendencia maoísta Sendero Laminoso.

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El miedo a Sendero Luminoso ha tenido que ser muy grande para que, al llegar al aeropuerto militar de Lima, donde tuvo su primer encuentro con el presidente Alan García, el Pontífice fuese colocado bajo un toldo en un lugar apartado sin que ni los periodistas del vuelo del Pontífice pudiesen acercarse ni de lejos.Las medidas de seguridad ocuparon a soldados y policías, ayudados con helicópteros reflectores que iluminaban las terrazas de las casas y vigilaban las torres de alta tensión. Lima parecía en estado de sitio. Ha sido la primera vez en un viaje papal en que los auxiliares de vuelo llevaban pistolas a la cintura. El autobús de los periodistas del séquito papal estaba protegido en su interior por agentes metralleta en mano.

A pesar del despliegue de seguridad, Sendero Luminoso recibió al Papa con el clásico apagón, que dejó a oscuras buena parte de Lima e hizo enmudecer a varias emisoras de radio. Mientras tanto, gracias a un chivatazo, pudieron ser detenidos por las fuerzas de la Marina dos miembros del grupo terrorista rnaoísta disfrazados de'guardias nacionales, armados con metralletas, en la ruta papal, media hora antes del paso de Juan Pablo II, mientras otros 20 terroristas lograron huir. Más tarde, ya en la madrugada, un automóvil Toyota con cargas de dinamita camufiadas en el maletero y que había sido robado el viernes pasado, fue descubierto por las fuerzas policiales.

La impresión es que, desde la última visita de Juan Pablo II a Lima hace tres años, Sendero Luminoso ha conseguido infiltrarse mejor en la sociedad, demostrando una mayor capacidad organizativa y ejecutiva. El presidente Alan García, durante su discurso en el aeropuerto, pidió a Juan Pablo II que hablara a los terroristas con "severa dulzura", para que puedan apaciguar sus odios. "Hábleles", le dijo, "porque están solos y sin saberlo necesitan el afecto de su fe". Y añadió: "Pero denos también la firmeza severa de la seguridad democrática para defender el pueblo con la ley".

Las leyes del egoísmo

Alan García, con su voz de encantador de serpientes, tras haberse arrodillado ante el Papa y haberle besado la mano, le hizo una confesión pública de sus pecados, y pidió el perdón del Pontífice con estas palabras: "Quienes gobernamos le decimos ante Cristo y en voz alta, mire la fe del Perú, mire la fe del pueblo, pero mire también nuestros pecados, los nuestros, y perdónenos por ellos". "Si nos hemos equivocado", dijo, "fue por querer hacerlo todo y muy pronto, pero lo hicimos por los afligidos, por los pobres y ese es nuestro consuelo".

Mientras el Papa le escuchaba como sorprendido, continuó: "Queremos, Santo Padre, cumplir con nuestros deberes, pero nos negamos a obedecer las leyes del egoísmo internacional. Afirmamos nuestro derecho ante los grandes poderes del mundo y no queremos ser instrumento ni de uno ni de otro poder".

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